“Rechazo, rechazo. No queremos miseria. No seremos Cuba ni Venezuela”, fueron las frases que corearon miles de manifestantes en Santiago de Chile, frente al anuncio de una nueva Constitución en el país.
La propuesta, que podría reemplazar la Carta Magna vigente, promulgada durante la dictadura de Augusto Pinochet, será llevada a plebiscito en abril de 2020.
Sin embargo, algunos sectores muestran su inconformidad, especialmente a partir de las experiencias de Cuba y Venezuela, que en nombre de la igualdad han terminado por extender la pobreza a toda la sociedad hasta niveles insospechados.
La manifestación en la capital chilena se desarrolló en el barrio de Las Condes, en el este de Santiago.
Aunque algunos ven en la actual Constitución heredada de la dictadura de Pinochet el origen de las desigualdades económicas que han suscitado múltiples protestas en la nación sudamericana, otros parecen observar con desconfianza un proyecto que saldrá a la luz el próximo 26 de abril en atención a las protestas que sacudieron al país a finales de 2019.
“Nuestra Constitución, que lleva más de 40 años, nos ha permitido mantener nuestro país con sólidos principios de democracia y de libertad. ¿Para qué vamos a cambiar una Constitución que nos ha servido por todos estos 40 años? Lo único que hay que hacer, si fuese posible, es reformar algunas leyes, pero no cambiar la Constitución”, expresó Jorge Sández, uno de los manifestantes.
“(Estamos) por el rechazo al plebiscito al próximo 26 de abril donde el comunismo quiere instaurar una nueva Constitución o una Asamblea Constituyente igual a la venezolana, a la ecuatoriana o a la boliviana. No queremos eso”, agregó, según reporta El Periódico de Canarias.
Tanto él como las otras miles de personas que se concentraron para llamar la atención sobre las posibles transformaciones en la Carta Magna, coincidieron en que Chile no debería repetir los errores de Cuba y Venezuela, dos regímenes cada vez menos populares en la región latinoamericana.
Ambas naciones sufren hoy una profunda crisis económica, marcada por sanciones desde Washington, que buscan presionar una salida de las dictaduras "socialistas" instaladas en los dos países.
Los cubanos perciben hoy un salario mensual que ronda los 40 dólares, en un país donde solo una libra de frijoles cuesta casi 1 dólar.
Por su parte, el régimen de Nicolás Maduro aumentó el sueldo mínimo a unos 3,7 dólares mensuales, mientras el país atraviesa una seria cifra de inflación y un alza de precios igualmente considerable.
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