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Terminar la postproducción de NADA fue toda una jodienda. *
* Nótese que en esos años las técnicas digitales aplicadas al celuloide, recién comenzaban. El proceso era complicado porque las escenas pintadas a mano, o que conjugaban el color original de algunos encuadres, con el blanco y negro, propuestos desde un inicio, en el guion, fueron realizadas, originalmente, en 35 mm, hubo que pasarlas a video - para trabajarlas, cuadro a cuadro - y luego, combinarlas con el resto de todo lo filmado. Es decir, el recorrido habitual de todo filme de esa época, pero tres veces. Y todo eso, con el servicio de los, históricamente afamados - por ende, los más caros - laboratorios ECLAIR, en París.
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El presupuesto se disparó. *
* Como casi siempre y en casi todos los proyectos.
Lo cual creó una peliaguda tensión entre la producción francesa y nosotros.
Por suerte*, toda esa etapa, coincidió, además, con el reencuentro con uno de los amigos más locos, simpáticos y definitorios, entre los progenitores de toda la preciada aventura que se sobrevino después.
* Debo reconocer que un particular ashé me acompañó durante esos años.
ERIC BRACH.
A Eric lo conocimos* en La Habana. Durante el mismo festival que a Thierry Forte, que fue el productor de NADA.
* Es un decir, pues a pesar de ser grandes amigos, nunca llegué a saber, a cabalidad, quién es, realmente. Y es que uno no llega, ni siquiera, tampoco, a conocerse a sí mismo.
Había llegado con una vieja amiga - ex novia, nos solía decir él - interesados en conocer sobre la producción audiovisual cubana.
No recuerdo de qué manera, ambos, vieron mi cortometraje - tesis de graduación de la Escuela Internacional de Cine y Televisión - OSCUROS RINOCERONTES ENJAULADOS (muy a la moda), quedaron encantados y en el lobby del Hotel Nacional de Cuba, iniciamos una amistad que, estoy seguro, aún dura, aunque ya no nos veamos con frecuencia y ni siquiera sé, a la luz de hoy día, qué es de sus cotidianas existencias.
Así que, durante toda la etapa de trabajo para terminar NADA, en París, Eric se convirtió en un amigo, incondicional, con el que, además - cuando no estábamos ocupados - disfrutamos, bastante seguido, de lo que dimos en llamar, “maratones gastro-culturales” que consistían en ver una buena película, luego comer, volver a ver otra película*, volver a comer y así, sucesivamente, hasta el término de la jornada.
* Sólo en París puede verse cine, de cualquier etapa de la historia, o género cinematográfico internacional, desde temprano en la mañana, hasta bien entrada la noche.
¡La de películas que vi - mi horario preferido era disfrutar de una sala vacía, es decir, un cine, sólo para mí, a las once de la mañana - y la de platos deliciosos que injerí! *
* Fueron habituales, Les Deux Magots, Cafe de Flore - donde vi, en persona, a Vincent Lindon y a Karl Lagerfeld - la Cinemateque Francaise y un pequeño restaurante, vecino a la bellísima iglesia de Saint Germain-des-Pres, al que me aficioné por su delicioso pollo al limone y por coincidir allí, durante la celebración de mi cumpleaños, con una de las actrices que más adoré, siendo adolescente: Claudia Cardinale.
Eric, hijo del gran escritor de cine francés Gerard Brach - uno de los más estrechos colaboradores de Román Polanski y Jean Jacques Arnaud - mantenía, además, fuertes conexiones con mucha gente importante de la industria. Específicamente, con una de las compañías de publicidad más ricas, renombradas, e importantes de París, QUAD PRODUCTIONS y toda su directiva.
* Luego de propiciar y distribuir nuestro filme, su talentosísimo productor, se convirtió en uno de los más cotizados del cine francés, sobre todo, después de su exitazo de taquilla, con esa excelente película que es: LOS INTOCABLES
Y, empezamos a vislumbrar, entre ambos, la posibilidad de hacer, en Cuba, una película musical.
Thierry, el otro productor, también hizo esfuerzos ingentes por continuar la saga de nuestro trabajo iniciado con NADA.
La segunda parte de la trilogía, NUNCA, está escrita, especialmente*, pensando en Nikita Mijalkov y Daisy Granados, que es la única intérprete con la que propusimos repetir presencia en las siguientes películas, haciendo distintos personajes.
* Tal como NADA lo fue para Thais Valdés.
Thierry le dio a leer el guion a Pierre Richard - sí, el mismísimo rubio alto del zapato negro - y a éste le encantó. Lo cual, nos lo hizo saber, sentados en el piso de un restaurante hindú. Él debía terminar de rodar un filme - no recuerdo si en Estonia, Letonia o Lituania - y al regreso, se ponía a nuestra entera disposición.
Salimos de aquel encuentro muy contentos con su aprobación, pero…, con una duda inmensa.
Porque - a pesar del entusiasmo y la admiración recibida por alguien a quien admiré siendo más joven - no es lo mismo que un francés interprete a un ruso y no tiene la misma connotación para con la historia, ficticia, en el filme; ni real, con nuestro país.
¡Además, un musical es un proyecto que siempre tienta y aún ardo en alucinaciones por realizar!
Regresamos a Cuba y nos concentramos a trabajar con el mejor de los cómplices posibles, Manolito Rodríguez*, con quién ya habíamos escrito NADA y NUNCA.
* Nuestra colaboración fue tan estrecha, que no pudiéramos delimitar, a ciencia cierta, qué idea es de uno u otro. Confieso que nunca más tuve un coautor creativo igual. Nuestra mezcla fue tan explosiva que salpica aún, de bondades, las horas actuales.
Y, en quince días, surgió un proyecto, muy divertido, al que titulamos CANDELA. *
* La historia de una telefonista que le prende fuego en la central telefónica de Santiago de Cuba - para los más jóvenes, los teléfonos, antes, no estaban al alcance de la mano, o adheridos a la vista - enfurecida - la definición exacta es empin… - por un engaño, puramente, sentimental y deja a toda la ciudad, en pleno carnaval, sin comunicaciones.
Empezamos a hacer un casting internacional entre La Habana, París, Barcelona y Madrid. *
* Que incluyó el encuentro con seres adorables, como Laura Ramos, Sergi López, Sarita Montiel, Marujita Díaz, Terele Pave, Jorge Perugorría, Litico Rodríguez, Asseneh Rodríguez, Roldán el de Orishas; un jovencísimo, ya muy talentoso, por ese entonces, Descemer Bueno y el conocer a Ramón Suárez - ¿quién es?, se dirá usted - pues, el director de fotografía de esa película medular de la cubanidad, en que se convirtió MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO. Un ser simpático, cariñoso e inolvidable.
Todo iba viento en popa, excepto, por la acogida del ICAIC.
Que, puso como primer reparo el ¿por qué hacer un musical en Santiago de Cuba? *
* Pero, no por cuestiones de producción. Pues, con unos pocos exteriores reales filmados, hay muchas cosas que se pueden falsear haciéndolas en La Habana. Si no, porque la ciudad oriental era “la cuna de la revolución”. Jamás entendimos la relación entre el culo y tomate, por más que argumentamos que lo era, también, de la conga, el son y otras chicas del montón.
Cuando empezaron así los disparos, nos percatamos que, por ese camino no íbamos a llegar a ningún lado, pues, a los que decidían, evidentemente, no les había gustado, para nada, NADA y todo era reparos para ponerse de acuerdo con la parte francesa.
Así que, en un acto de encabronamiento iluminado, renunciamos al ICAIC. * y nos fuimos pá afuera, pá la calle.
*¡Casi acabado de llegar de Cannes!
¡Que de mejores lugares nos han botado!
¡Y hemos vuelto!
¡Bendita hora!
Porque, el enojo* nos hizo desear hacer algo que el ICAIC se lamentara de no haber hecho.
* Otra vez; la palabra más exacta, ¿no es empin…?
Y, como habíamos estudiado, exhaustivamente, toda la historia del cine cubano, nos percatamos que, aunque, existían ejemplos de películas para niños- sobre todo, animaciones - no se había producido, con anterioridad, un largometraje con niños, como únicos protagonistas.
¡Bendita y atinada inspiración que agradecemos todavía!
Estábamos conversando con mi madre en el comedor, frente a la televisión encendida y en medio del disgusto, sonó la lira de esa idea, que pronto tocó a rebato, e incubó un ardiente arrebato productivo.
Y que, asimismo, se entroncaba con toda la tradición de trabajo con, para y por los niños de nuestra familia.
A pesar de todo lo avanzado con el proyecto musical - solíamos hacer el chiste de que “por haber hecho NADA, nos habíamos metido en CANDELA y no nos iban a dejar hacer jamás, NUNCA”, la negativa del ICAIC a colaborar en su producción y la costosa decisión de filmar, a toda costa, CANDELA en República Dominicana, decidimos volver a París y proponer la sustitución de un proyecto por otro.
QUAD recibió con agrado la idea, pero, nos ofrecieron la posibilidad de realizar una filmación sólo de seis minutos de la trama.
Nos negamos. Realizar tanto esfuerzo por sólo seis minutos nos parecía muy poco.
Estábamos haciendo escala de unos días, camino al Festival Internacional de Cine de Locarno, en Suiza, que estuvo dedicado, en esa ocasión, a Cuba.
Por lo cual, se había invitado a una numerosa delegación de cineastas de la isla, para propiciar el encuentro con distintos productores internacionales, interesados en ayudar a desarrollar el cine cubano.
Los productores franceses me miraron un poco desconfiados, aunque, no nos desanimaron a intentar esa vía.
- ¿Crees que puedas encontrar un príncipe suizo para tus delirios? - preguntó, con afable confianza, uno de ellos.
- Si algo sobra en Suiza, es dinero - respondimos - ya veremos a ver, cómo solventar nuestros sueños.
Y para allá nos fuimos.
Pero…
El cuento de Locarno es largo y tendido.
Y se los dejamos para una crónica aparte.
Que continuará.
Próximamente.
¡No se la pierda!
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