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La reciente decisión del Ministerio de Comercio Interior de permitir que los clientes tomen fotografías de precios y artículos en las tiendas y establecimientos de comercio no resuelve el principal problema de los consumidores de la isla.
Si bien desde la óptica del expresidente Raúl Castro, para buscar soluciones a los múltiples problemas que tiene la economía hay que “reducir gastos no imprescindibles”, para no pocos cubanos el sector requiere de una fuerte inyección de capital para acabar con la carencia de productos de primera necesidad.
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A tenor con la jubilada Esther, de 52 años, las necesidades más urgentes de los cubanos persisten porque el salario no alcanza para subsistir dignamente y ni con dinero se encuentra lo indispensable para vivir.
“Como los cuentapropistas no tienen un mercado mayorista, ya no se sabe quién quiere acaparar para revender y quién no, y nos han metido a todos en el mismo saco. Ahora nos venden dos pomos de aceite y solo seis latas de cerveza por personas. ¿Por qué ese régimen? 'Eso está establecido'. ‘'A mí me dan la orden así y punto'. Eso responden los dependientes.
“Hay muchas personas que hacen las colas cientos de veces donde venden la mercancía de forma normada para luego revenderla, pero hay otros que no, que lo quieren para el consumo de su familia. Cada vez que encuentro un producto demandado y tengo dinero compro bastante porque no sé si se perderá o por cuánto tiempo lo hará. Así pasa, por ejemplo, con el papel sanitario, el jabón, el aceite, el pollo, el huevo y el detergente.
Hay muchas personas que hacen las colas cientos de veces donde venden la mercancía de forma normada para luego revenderla, pero hay otros que no, que lo quieren para el consumo de su familia
“Sin embargo, todo el mundo no puede hacer eso. Existen mercados, paladares, tiendas, pero solo un pequeño por ciento de la población puede darse el lujo de gastarse el salario de un mes en un saco de papas, una caja de pollo o una cena en un restaurante. Incluso los cubanos que reciben dólares desde el exterior a veces tienen que comer malamente”, asegura la otrora profesora de Español-Literatura.
De acuerdo con el Código Penal vigente en Cuba, se sanciona con privación de libertad de tres meses a un año o multa de cien a trescientas cuotas o ambas, al particular que adquiera mercancías u otros objetos con el propósito de revenderlos para obtener lucro o ganancia.
No obstante, en palabras del joyero Rafael, “ni las medidas penales ni las fotos de productos caros solucionan los graves problemas que tenemos hace décadas. El desabastecimiento solo se acabará con una mayor producción y la economía cubana está que solo genera escasez. ¿Hasta cuándo oiremos hablar del bloqueo, la falta de divisas o los pocos recursos?
“¿Cuántos productos no se importan y después ni se ven en la tienda porque están vendidos desde que entran en el almacén? ¿Hasta cuándo tendremos que lidiar con una política de precios injusta? ¿Además de correr detrás de productos de primer orden hay que comprarlos con un impuesto del 240%?
Habrá que ver si en la práctica no nos seguirán maltratando y hasta botándonos de una instalación porque queremos fotografiar las vitrinas vacías ya que la peladera que hay es evidente
“Habrá que ver si en la práctica no nos seguirán maltratando y hasta botándonos de una instalación porque queremos fotografiar las vitrinas vacías ya que la peladera que hay es evidente. Ya no se encuentran ni las cervezas nacionales y hasta los paquetes sellados de muslo de pollo vienen adulterados. Cuba se hunde por la corrupción y el hambre que el Estado no sabe arreglar”, explica con tristeza.
Según afirma la bogada Amanda, de 30 años, “es difícil comer con lo que dan por la libreta, pero peor sería no tenerla. Hay mucha gente que sobrevive gracias a ella. Hemos institucionalizado la necesidad y seguimos sin poder tomar ni leche cuando nos levantamos. Ya no hay espacios que libres del racionamiento y las privaciones.
“Con las pequeñas porciones de arroz, pollo, picadillo, azúcar, leche, aceite, huevos, frijoles y pan que se suministra por la libreta y que han ido decreciendo significativamente es difícil sobrevivir. Muchas familias utilizan estos alimentos como base y les agregan los productos que deben comprar a elevados precios en las tiendas en divisas, los mercados agrícolas o las redes clandestinas de comercios. ¿Qué pasa entonces si también en esos lugares se topa la cantidad de mercancía que podemos comprar?”, resalta la jurista.
Datos oficiales plantean que el Estado gasta más de mil millones de pesos anuales en subvenciones a los alimentos de la canasta básica que apenas alcanzan para comer, mientras importa cerca del 80% de los alimentos que consume el país.
Tal como refiere el ingeniero Norberto, de 44 años, “el Período Especial hizo que el mercado paralelo llegara para quedarse, más cuando el 77% de los cubanos emigrados envía ayuda a sus familiares y los cuentapropistas elevan a diario su nivel de vida.
“Tenemos una sociedad cada vez menos igualitaria, pero las diferencias no se resuelven con más racionamiento. Para garantizar una canasta de productos básicos asequibles para todos los cubanos, necesitamos más oportunidades, más comida y mejores pagos”, concluye.
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