Por patético que puedan parecerles a algunos, los deseos de los cubanos para el Año Nuevo, que piden salud y prosperidad, se enfocan en la necesidad de poder alimentarse apropiadamente. “Terminamos el año fajándonos por comida y así seguiremos éste”, dice un anciano vendedor de caramelos.
De acuerdo con el ama de casa Caridad, de 54 años, “nos refugiaremos en la familia lo mejor que podamos en el año que recién comienza, pero la realidad no es muy alentadora. No solo se trata ya de que haya mucha gente sin un peso en la cartera, sino de que incluso teniendo dinero tengamos que luchar para poder comprar algunas cosas y la mayoría de las veces no lo logramos.
“Los primeros días de enero todavía ves en algunas cuadras banderitas cubanas como una manera de celebrar el triunfo de la Revolución como si de verdad hubiera algo que festejar. La mayoría de las calles han estado oscuras y tristes y así seguirán mientras no tengamos pan, ni carne (da lo mismo si de cerdo, pollo o pavo, por no hablar de la langosta y el pescado), ni aceite, ni huevos, ni leche, ni harina, ni cerveza. Las tiendas y los mercados están más pelados que en los años noventa. No encontramos manera de satisfacer nuestras necesidades”, afirma quien vive en Centro Habana.
Es como una versión 2.0 –online- del Período Especial, según refiere Pedro Brito en el sitio web de Cubadebate. En la misma plataforma Yamila responde de forma esperanzadora: “No olvidemos abrazar y besar a nuestros seres queridos en todo momento porque no sabremos cuando nos falten. No lo olvidemos ni por el estrés con el que vivimos, los malos salarios, la falta de harina, los precios de la comida y el internet tan caro (…) estamos vivos, y como buenos cubanos siempre saldremos adelante”.
Por otro lado, explica el trabajador estatal Alberto, de 41 años, que “el 2018 fue un año negro, pero éste promete ser peor. Todo lo que vimos, sobre todo en los últimos meses, fue más racionamiento y desesperación. Nos siguen mintiendo. Nos prometen soluciones, pero no cambian la fórmula. ¿Quieren darnos bienestar mientras continúan aplaudiendo la mentalidad rígida, el oportunismo y la mediocridad? ¿A quién quieren engañar?
“En mi cuadra incluso ayer se fue la corriente eléctrica dos veces, una de ellas faltando dos minutos para que terminara el 2018. Se trata de un chiste de humor negro. El verdadero cambio que necesitamos está en acabar con la doble moral y eso solo se logra con una reforma total del sistema. Hace mucho exigimos salarios justos, que se elimine la doble moneda, que se liberen las fuerzas productivas, que dejen que invirtamos en el país, que se atienda y respete lo que opinamos. Hemos empezado un año que promete ser tan triste y opaco como el que terminamos”, afirma.
A tenor con lo que expresa el cuentapropista Michel, “seguimos en lo mismo con lo mismo y a nadie le duele eso. Uno siempre pide por que el Año Nuevo nos traiga mejoras, pero ocurre lo contrario. Hemos ido involucionando. Llevamos años planificando y nada sale como queremos. El 2018 se fue a puro dolor y el 2019 promete ser de más restricciones y retrocesos. ¿Tenemos que conformarnos con que se pronostique un mejor panorama para el 2030? De aquí a allá nos matan las carencias y la indolencia.
“Ni siquiera con un nueva Constitución resolveremos nuestras penurias porque nos atan de manos y pies. Los dirigentes le temen a que dejemos de ser un pueblo económicamente pobre porque eso pone en peligro su poder. Ni siquiera trabajar mañana, tarde y noche en Cuba te garantiza una vida cómoda y pacífica. Nos hacen vivir con miedo, con incertidumbre y eso le rompe los nervios a cualquiera. Damos un paso adelante y diez para atrás. Si ahora mismo trajéramos a Cuba un medidor de estrés explotaría”, concluye el arrendatario privado.
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