En un trabajo firmado por Mónica Castillo, e ilustrado con una foto en primer plano de la actriz Lola Amores, protagonista del filme, el periódico The New York Times elogió Santa y Andrés como una obra que muestra el triunfo de la amistad por encima de las diferencias políticas, a la manera de Fresa y Chocolate, el filme que en 1993 presentó una temática similar.
La crítica se refiere al encuentro entre los dos protagonistas en una Cuba nada paradisiaca y distante de la propaganda turística, en una Cuba enmarcada por la belleza natural de las montañas silvestres, y el verde infinito, y las costas bordeadas de arenas blancas; en una Cuba rural y pobre, aislada e ignorante.
Los dos protagonistas, Santa (Lola Amores) y Andrés (Eduardo Martinez), al principio desconfían del otro, y Santa prefiere mojarse bajo la lluvia que compartir el techo con un enemigo de la Revolución, pero eventualmente comienzan a conocerse, a sentir compasión uno del otro y a compartir sus dramáticas historias de vida.
La crítica expresa que la relación central del filme no es romántico, aunque el espectador la siente como si lo fuera, mientras Carlos Lechuga, el director y guionista, transforma en una suerte de escape de la contingencia los instantes que pasan juntos estos personajes: ella le trae pequeños regalos, él le enseña sobre determinados temas que ella desconoce.
“La cámara en mano del director de fotografía Javier Labrador se enfoca en los más pequeños gestos de los personajes, mientras capta el cambiante paisaje del fondo. El efecto es cautivador mientras que la narración en torno a esta pareja singular se vuelve conmovedora. Porque Santa y Andrés comienza como un filme sobre el dolor y la separación, pero luego se transforma en un filme sobre amistad y sanación”, concluye diciendo la entusiasta crítica de The New York Times a propósito de este filme cubano, uno de los pocos procedentes de la Isla que han sido estrenados comercialmente en Estados Unidos.
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