A comienzos de agosto, únicamente un loco se habría atrevido a presagiar que Ciego de Ávila, el vigente subcampeón de la pelota nacional, estaría a estas alturas del evento caminando por la cuerda floja de una eliminación tan humillante como inimaginable.
Octavos en la clasificación con 20-19 y sin juegos suspendidos -como sí tienen la mayoría de los equipos del campeonato-, desde que se reanudó el certamen tras el paso del huracán Irma los Tigres han perdido cinco subseries consecutivas: primero cedieron por barrida ante Industriales, y posteriormente cayeron 1-2 ante Mayabeque, Las Tunas, Villa Clara y Camagüey, por este orden.
Es decir que el mejor equipo cubano de los últimos años (tres títulos y dos segundos lugares) ha perdido 11 de 15 encuentros. Para colmo, la inmensa mayoría de esos fracasos aconteció en sus predios, ante la mirada estupefacta de una afición que no concibe lo que está sucediendo.
Su mentor, Roger Machado, lo explica de este modo:
“Simplemente, no nos salen las cosas. Los muchachos están sin problemas físicos; lo que ocurre es que no se ha dado el hit oportuno en varias ocasiones, hasta el punto de que no son pocas las veces en que hemos dejado las bases llenas. Para colmo, cuando los pitchers nuestros han trabajado bien, no han podido evitar el batazo a la hora buena”.
El timonel avileño admite que más de veinte de sus jugadores fueron afectados de una u otra manera por el huracán, pero no considera que eso tenga consecuencias en el rendimiento de los mismos. Además, niega de plano cualquier posibilidad de divisiones internas en el grupo que dirige.
“Lo que sí está muy claro –señala vía telefónica- es que ahora tendremos que ganar de cuatro a cinco juegos como visitantes en Isla de la Juventud y Pinar del Río. De no conseguirse ese propósito, no podremos colarnos entre los equipos que irán a la discusión de los play offs de comodines”.
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