- 2 pechugas de pollo (o 4 piezas de pollo deshuesadas)
- ½ limón
- 1 cebolla
- 2 dientes de ajo
- ½ pimiento verde
- 4 cucharadas de aceite
- ½ taza de salsa de tomate
- 6 lascas de queso
- Sal y pimienta al gusto
- 1 ramito de perejil fresco
Corte las pechugas en forma de filetes. En caso de que use piezas de pollo deshuesadas, macháquelas para que adquieran una forma plana. Salpimiente la carne a su gusto, añádale el jugo de limón y resérvela en el refrigerador.
Prepare un sofrito con la cebolla, ajos, pimiento. En este caso utilicé un procesador de alimentos para que quedaran bien triturados, pero también se puede hacer en un corte en brunoise pequeñito. Cuando tenga el sofrito casi a punto añada la salsa de tomate, remueva y deje cocinar por unos minutos hasta que esté densa y brillante la salsa. Apártela del fuego y resérvela.
En una sartén ponga a dorar las pechugas de pollo. No deben quedar demasiado hechas porque la carne de la pechuga suele ser seca y debe tener en cuenta que volverán a cocinarse al horno.
En una fuente resistente al calor del horno, coloque la salsa que tenía reservada. Luego incorpore las pechugas que acaba de cocinar a la plancha o en la sartén. Puede añadir una capa de celolla cortada en aros finos. Cúbralo todo con las lascas de queso y colóquelo en el horno a temperatura máxima durante 5 a 8 minutos, hasta que esté gratinado al punto de su preferencia. Recuerde que el tiempo siempre dependerá de las características particulares de su horno.
Retire la fuente del horno y lleve a la mesa, teniendo en cuenta todas las medidas de seguridad pertinentes. Este tipo de recipientes suelen guardar mucho calor y pueden dañar algunas superficies.
Antes de servir, añada el perejil cortado bien fino y si lo desea puede poner un chorrito de aceite de oliva y alguna otra hierva aromática que resalte las virtudes de este delicioso plato.
Espero lo disfruten y como siempre les digo… ¡Buen apetito!!