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Decenas de personas se congregaron este martes en El Calvario, en La Habana, para intentar adquirir una balita de gas licuado, un producto cada vez más escaso en la isla y vital para la cocción de alimentos.
Imágenes compartidas por redes sociales y el medio independiente El Vigía de Cuba mostraron a residentes del municipio Arroyo Naranjo, con cilindros vacíos en mano, esperando bajo el sol y en condiciones precarias, en una escena que refleja la grave crisis de suministro que afecta al país.
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La situación no es nueva. En diciembre de 2024, el régimen cubano anunció la reanudación de la distribución de gas licuado a nivel nacional tras superar problemas financieros con los proveedores internacionales.
Sin embargo, aunque el gobierno asegura que el producto alcanza a “todas las provincias”, las largas filas en lugares como El Calvario evidencian que el suministro sigue siendo insuficiente para satisfacer la demanda.
Además, el precio del gas licuado fue incrementado en un 20% a principios de 2024, medida que se justificó como necesaria debido al aumento de costos en el mercado internacional y la crisis económica interna. Este ajuste no solo ha afectado el bolsillo de los cubanos, sino que también ha incrementado la indignación, ya que no se traduce en una mejora del servicio ni en una distribución más equitativa.
En 2023, el régimen implementó un paquete de medidas económicas ("ordenamiento") que ya incluía aumentos en los precios de productos básicos como el gas, argumentando la necesidad de "sostener la economía del país".
Estas medidas, lejos de aliviar la situación, han generado mayor incertidumbre y dificultades para las familias que dependen del gas licuado para cocinar en medio de constantes apagones eléctricos y el desabastecimiento de alimentos.
Las colas para adquirir gas licuado no son un fenómeno aislado. En octubre de 2024, se reportaron esperas de hasta tres días en varias localidades de La Habana y otras provincias, donde las personas durmieron en las calles junto a sus cilindros vacíos para asegurar un lugar en la fila.
Los retrasos en la distribución son atribuidos a problemas logísticos, incluyendo la falta de combustible para transportar el gas a los puntos de venta.
Para muchas familias cubanas, el gas licuado representa la única opción viable para cocinar, ya que las cocinas eléctricas no son funcionales debido a los frecuentes cortes de electricidad y las hornillas de carbón son poco prácticas y peligrosas en entornos urbanos.
Sin embargo, el acceso al gas es cada vez más limitado, y la incertidumbre sobre cuándo llegará el próximo abastecimiento es una constante que afecta a miles de hogares.
El régimen cubano insiste en que está haciendo todo lo posible por garantizar la distribución, pero la realidad muestra un sistema ineficiente y desbordado por la alta demanda. Además, la falta de transparencia sobre las operaciones de distribución y la escasez de información oficial agravan la desconfianza de la población, que no ve soluciones concretas a corto plazo.
En localidades como El Calvario, las colas no solo reflejan la crisis económica y social de Cuba, sino también el deterioro de la calidad de vida en el país.
Con un costo elevado y una disponibilidad incierta, conseguir una balita de gas se ha convertido en un desafío cotidiano para los cubanos, quienes enfrentan largas esperas con la esperanza de llevar a casa un recurso básico para sus necesidades diarias.
Mientras tanto, la situación sigue siendo crítica, y cada cola es un recordatorio de la incapacidad del régimen para garantizar los bienes más esenciales, en un país donde incluso lo más básico se ha convertido en un lujo inalcanzable para muchos.
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