Sin novedad en el frente: a los cubanos les siguen cayendo frecuentes y prolongados apagones mientras la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) se mantiene incapaz de producir la energía que demanda el sistema electroenergético nacional (SEN), provocando a diario “afectaciones” superiores a los 1,000 megawatts (MW).
La empresa estatal no ceja en su estrategia de “informar” diariamente a sus clientes de las desgracias que le aguardan en la jornada, consiguiendo “normalizar” una situación crítica que provoca incontables sufrimientos a la población.
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Para este miércoles, la UNE prevé “una disponibilidad de 2,280 MW y una demanda máxima de 3,350 MW, para un déficit de 1,070 MW, por lo que de mantenerse las condiciones previstas se pronostica una afectación de 1,140 MW en el horario pico”.
La víspera, “la máxima afectación por déficit de capacidad de generación en el horario pico fue de 1,140 MW a las 20:00 horas”. Sin embargo, “se afectó el servicio por déficit de capacidad de generación las 24 horas del día”.
Este miércoles no es distinta la situación, y los apagones continúan desde primera hora del día. “La disponibilidad del SEN a las 07:00 horas es de 2,280 MW la demanda 2,450 MW, con 203 MW afectado por déficit de capacidad y 23 MW afectados por las malas condiciones del tiempo en el occidente del país”.
“En el horario de la media se estima una afectación por déficit de 550 MW”, añadió la UNE en sus redes sociales.
La falta de combustible sigue afectando a la generación distribuida y se encuentra en avería la unidad 8 de Mariel y la unidad 2 de Felton. En mantenimiento se encuentra la unidad 2 de Santa Cruz y la unidad 5 de Renté.
El gobierno de Miguel Díaz-Canel, especialmente su ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, y el director de la UNE, Alfredo López Valdés, lo tienen claro: detrás de la supuesta “transparencia informativa” se esconde la estrategia del régimen de ir acostumbrando a los cubanos a esta situación de pobreza energética, que salpican de vez en cuando con justificaciones del “bloqueo” y promesas de mejoría.
"Tenemos que darle luz a nuestra población antes de Fin de Año", dijo Díaz-Canel a mediados de septiembre. Quince días más tarde, De la O Levy confirmaba que el SEN seguirá igual de colapsado hasta fin de año y que, con suerte, los apagones seguirán hasta finales de 2025.
No es nada nuevo, forma parte de la lógica del poder dictatorial y totalitario de La Habana, el mismo que desde hace más de 60 años implantó una política de racionamiento generalizado y entregó a los ciudadanos una libreta de abastecimiento que controló el consumo de los cubanos y los habituó a esperar las dádivas de un Estado que, poco a poco, fue retirando productos de la canasta básica, que jamás volvieron a venderse de manera subsidiada.
La misma lógica es la que ahora emplea con la energía eléctrica. Día tras día, poco a poco, los cubanos reciben información de una empresa estatal que no consigue producir los megawatts que demandan sus clientes.
La situación excepcional se va “normalizando”, hasta que un buen día, los usuarios de la UNE descubran que los megawatts deficitarios ya no volverán, y la luz -como la carne- será un bien que aparecerá intermitentemente hasta que el régimen cree las Mipymes que la comercialicen.
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