Buena Fe regresa a Cuba y rechaza “agasajos y honores” ofrecidos por el régimen

A la vuelta de su accidentada gira por España, Rojas reconoció “pérdidas económicas”, pero rechazó el trato privilegiado del régimen porque “no queremos capitalizar estos sucesos para beneficio personal”.

Buena Fe a su regreso a La Habana © Twitter / @ronquillobello
Buena Fe a su regreso a La Habana Foto © Twitter / @ronquillobello

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Este artículo es de hace 1 año

El dúo Buena Fe regresó este domingo a Cuba luego de su atribulada gira por España, donde activistas cubanos rechazaron sus actuaciones y manifestaron el sentir de la sociedad civil independiente que reclama derechos y libertades a las que se opone el régimen que defiende Israel Rojas.

En una publicación de su Facebook, el cantante consideró que la denostada gira por España fueron los días “más difíciles de nuestra carrera” y achacó el desprecio mayoritario que provocó su presencia entre exiliados cubanos a “dos despreciables, con conciencia de serlo y amplificada por personas y plataformas que mienten con total convicción y maldad”.


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“Nos han ofrecido recibimiento en Cuba con los protocolos que se les prodigan a atletas que regresan de grandes victorias. Nos han ofrecido hacer un gran concierto masivo en la Habana. Nos han ofrecido agasajos y honores. Nosotros, agradecidos de tan buena vibra y la admiración que quizás provoca en algunos, esta tozuda voluntad de defender la música, que es nuestra manera de defender lo que para nosotros es Cuba. Pero hemos dicho que NO”.

A pesar del empeño del dúo de aparecer desvinculados del régimen totalitario cubano y su institucionalidad oficialista, las anteriores palabras son la prueba de que Buena Fe pertenece al universo propagandístico de la dictadura cubana, que ha salido en tromba en su defensa, desde el gobernante Miguel Díaz-Canel, hasta las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Sus declaraciones son la evidencia de que reciben un tratamiento similar al de aquellas personalidades que el régimen utiliza para sus objetivos propagandísticos, con agasajos, privilegios y baños de masa. Sin embargo, Rojas agradece ese trato, pero lo rechaza porque “no queremos capitalizar estos sucesos para beneficio personal”.

“Hemos obedecido a la voz de nuestras conciencias. Como siempre. Y hay heridas, claro que las hay… Y también hemos tenido pérdidas económicas. Por su puesto”, reconoció el músico al que los activistas cubanos denunciaron ante salas de conciertos y patrocinadores como partidarios de una dictadura violenta, logrando la cancelación de varias de sus actuaciones.

Todavía sangrando por la herida, el líder de la agrupación afirmó que ahora tienen “más seguidores en España que nunca antes”. También se dirigió a los “alabadores de la derrota, la rabia y el llantén lastimero” para advertirles que, a pesar de no creer en criterios numéricos, igual sorprenden con un concierto realmente masivo y no con cuatro gatos de público, como los que dio en España. “Después no quiero excusas”, amenazó.

“Fueron días de muchos consejos y sugerencias de regresar a Cuba y salir del ojo de tal huracán mediático”, desveló Rojas, quien reiteró su “desprecio inmenso, inolvidable, imperdonable a los que cultivan ese odio”.

Entre quienes le dieron la bienvenida a Cuba, y quizás algún consejo para salir del “ojo del huracán mediático”, estuvo el presidente de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), Ricardo Ronquillo Bello.

“Ya en Cuba con toda su Buena Fe. Gracias por esa dignidad que tiene la fuerza poética de su poesía”, dijo Ronquillo Bello, dejando para la historia uno de los pleonasmos más elocuentes de la vacuidad que anida en las mentes de la “continuidad”.

Después del rechazo experimentado por el dúo cubano en su gira por España, Israel y Yoel Martínez llegan a Cuba escaldados y dicen que rechazan recibimientos especiales, conscientes de que no tienen épica alguna que celebrar.

“Queremos llegar al abrazo de nuestras madres, de nuestras parejas, nuestros hijos y familiares, que tanto han sufrido. No queremos alterar la programación normal de conciertos que están pactados. No queremos capitalizar estos sucesos para beneficio personal. No es necesario. Nada hemos hecho extraordinario. Solo hemos sido nosotros mismos”, dijeron.

Sin embargo, la palabra de Rojas es maleable y su ánimo voluble, como cuando dijo una vez que no rechazaba ni presumía de haber estudiado en escuelas de militares y represores, algo que luego ha quedado en entredicho por repetidas declaraciones suyas en las que se ha deshecho en alabanzas hacia sus años de formación castrense.

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