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Las relaciones bilaterales entre Canadá y Cuba están estancadas debido a los ataques sónicos sufridos por diplomáticos canadienses en La Habana y el apoyo del castrismo a Nicolás Maduro; circunstancia que complica la labor de la embajadora Josefina Vidal Ferreiro.
A falta de sintonía efectiva con el gobierno Trudeau la embajadora cubana se ha enfrascado en una gira por provincias y se apoya en John Kirk, profesor del Departamento de Estudios Españoles y Latinoamericanos de Dalhousie University, al que diversas fuentes señalan como un veterano Agente de influencia de Cuba en Canadá.
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Canadá nunca ha entendido por qué sus diplomáticos en La Habana fueron víctimas -junto a sus homólogos estadounidenses- de ataques sónicos (2016-2018); pese a que Ottawa nunca se sumó al embargo de Washington contra la revolución castrista, y el Gobierno conservador del Primer Ministro Stephen Joseph Harper facilitó una sede discreta para los contactos entre Cuba y Estados Unidos que desembocaron en el deshielo Obama.
El actual Primer Ministro, el liberal Justin Trudeau, hijo de un buen aliado de Fidel Castro en los años 70 del siglo pasado, tampoco entiende la persistencia del tardocastrismo en su apoyo a Nicolás Maduro, principal responsable del colapso de Venezuela, y ha decidido conceder un bajo perfil a las relaciones bilaterales; pese a los reiterados intentos de La Habana y su embajadora por reanimarlos.
En una extraña maniobra, que desconcertó a propios y extraños, incluida la Unión Europea, Vidal pidió al gobierno canadiense que transmitiera a la Casa Blanca que Raúl Castro apostaría por Maduro hasta el final; pero Ottawa no mordió el anzuelo y ha impedido -sin estruendo, pero con firmeza- el desembarco de médicos cubanos en Canadá para cobrar por atender enfermos de coronavirus.
El Gobierno cubano, que parece desconcertado con la posición de Ottawa, apeló a los descendientes de indígenas canadienses y recibió a Jerry Daniels, uno de los Grandes Jefes de Manitoba, que se entrevistó con el ministro de Salud Pública José Ángel Portal Miranda y recorrió hospitales habaneros de la mano de Marcia Cobas, la vicetitular del MINSAP a cargo de los negocios de venta de servicios médicos y medicamentos.
La maniobra tardocastrista no es inédita, así ha actuado en otros países, incluida España, donde políticos de izquierda de Valencia y Cataluña lo intentaron, campaña a la que se sumó un alcalde del conservador Partido Popular, de la región de Castilla y León (norte centro español).
La cruzada para intentar movilizar a la opinión pública canadiense la encabezó John Kirk, profesor universitario al que varias fuentes señalan como un veterano Agente de influencia del castrismo en Canadá y al que Josefina Vidal ha tenido que recurrir ante su frustración por no conseguir mejorar los vínculos bilaterales.
"Quizá el primer ministro (Trudeau) no sea tan inexperto políticamente como La Habana creyó ni tan procastrista como creen los radicales de Miami, que hasta fantasean con una posible paternidad de Fidel Castro", dijo a CiberCuba una fuente del gobierno canadiense.
La dinámica bilateral, complicada para Cuba por su tradicional dependencia del turismo canadiense, que se había reducido antes incluso de la llegada del coronavirus, ha provocado que la embajadora Vidal Ferreiro desempolve el manual del MINREX y haya desplegado una intensa gira por provincias y regiones de Canadá, donde sigue constatando que Venezuela y los ataques sónicos son piedras en su camino.
Pero sus cuitas no acaban en el ámbito político y diplomático porque la ruina de Sherrit -considerado durante años el banco de Fidel Castro- ha sido la guinda del pastel amargo que Canadá depara a la Embajadora Vitalicia, título concedido a Vidal Ferreiro, en 2018, en un guiño norcoreano del tardocastrismo.
La ley Helms Burton eliminó las opciones en Cuba de Sherritt International Corporation, y sus acciones que valían cinco dólares, hoy valen centavos; según los ratios de S&P/TSX, la bolsa de Canadá, que este miércoles valoraba las acciones del consorcio en 0,14 centavos de dólar y avisaba de un desplome de casi un 43% del valor, en un año.
"La embajadora Josefina quería intensificar sus contactos con empresas petroleras canadienses, pero están en bancarrota total por el desplome de los precios del petróleo", aseguró una experta en Bolsa de Canadá, que rehusó ser identificada.
La empresa estatal cubana de electricidad Energas S. A. tiene una deuda de 150 millones de dólares con Sherritt por negocios conjuntos y un préstamo para la ampliación de instalaciones en Boca de Jaruco, provincia de Mayabeque.
Sherritt que lleva más de veinte años con negocios con el castrismo en los ámbitos del níquel, cobalto élite, petróleo y gas, regaló a Fidel Castro Ruz 100 acciones de la compañía para que "las administrara en nombre de la República de Cuba", pero ni así consiguió librarse de los vaivenes del Palacio de la Revolución, siempre receloso de que una empresa extranjera acumule mucho poder.
En 2012, tribunales cubanos condenaron por corrupción a doce altos funcionarios de la empresa estatal Cubaniquel, incluidos tres ex viceministros de la Industria Básica, que intervinieron en la ampliación de la planta Pedro Soto Alba, de extracción de níquel y cobalto en Moa, nororiente de Cuba, mediante una empresa mixta con Sherritt.
CiberCuba intentó conocer la versión de la embajadora de Cuba en Canadá, llamando y escribiendo a la embajada, pero nadie contestó en Recepción, Oficina de Prensa y Cultura ni en el despacho de la propia Josefina Vidal Ferreiro, pese a que la web indica que los jueves son días de atención al público.
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