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La Unión Europea (UE) está desconcertada ante la actitud de Cuba de preferir a Canadá como interlocutor preferente en la actual coyuntura política de enfrentamiento con Estados Unidos y cuando La Habana ha transmitido a Ottawa y Bruselas que apostará por Nicolás Maduro “hasta el final”, dijo a CiberCuba una fuente diplomática del Viejo Continente que pidió el anonimato.
“Cuba prefiere tener a Canadá como interlocutor antes que a Europa”, aseguró la fuente, que definió como “desconcierto y perplejidad” la reacción de Bruselas que ha asumido una postura más beligerante ante Trump en el tema cubano, aunque el endurecimiento de su postura obedece a las sanciones de la administración norteamericana a Europa y a la defensa de los intereses de empresarios europeos en la isla.
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Francia, que ha sido el interlocutor europeo preferido por Raúl Castro Ruz, mantiene un discreto silencio para no incordiar a La Habana y proteger los negocios de Bouygues Batiment, socio preferente del entramado militar empresarial de GAESA.
Hace unos días, sesionó en Bruselas –a puertas cerradas– la reunión UE-Cuba sobre derechos humanos, de la que apenas han trascendido detalles, excepto que reforzarán la cooperación en materia de Internet y en la lucha contra la violencia de género.
La Habana ni siquiera envió a un vicecanciller a la cita con la UE, en la que estuvo representada por el Director General de Asuntos Multilaterales, Rodolfo Reyes Rodríguez.
Cuba habría pedido a Canadá que haga de interlocutor en sus relaciones con Estados Unidos, no sin antes avisarle que ha decidido apoyar a Nicolás Maduro “hasta el final”, circunstancia que aludió recientemente el canciller Bruno Rodríguez al avisar que con presiones y sanciones no le arrancarían ni una sola concesión; aviso que causó extrañeza en círculos diplomáticos porque abría la opción a hacer concesiones mediante el diálogo.
“Nuestro gobierno se siente cercado por Trump y por las dificultades internas y nadie debe esperar que renunciemos a la defensa de nuestra soberanía”, indicó a CiberCuba un diplomático cubano jubilado, que habló con la condición de mantenerse en el anonimato, y que aseguró no conocer el alcance del acuerdo con Canadá.
El exfuncionario, con una larga carrera a sus espaldas, recordó que Canadá siempre ha mantenido un perfil propio en sus relaciones con la isla, como ha demostrado en el tema de los ataques sónicos.
Recientemente, Ottawa animó a sus ciudadanos a volver a viajar a Cuba, uno de los destinos invernales preferidos por canadienses, especialmente los jubilados; tras dar por bueno un informe de una institución científica que atribuyó los trastornos en la salud de sus diplomáticos en La Habana al uso de un potente plaguicida.
La Embajada canadiense en la capital cubana ha reabierto la tramitación de visados, pero no se ha producido un anuncio oficial sobre un retorno a la normalidad ni del número de funcionarios que hayan retornado a sus puestos o sustituidos por otros nuevos, tras la resolución favorable de varios casos de canadienses encarcelados en Cuba por delitos de tráfico vial y por una supuesta violación de menores.
De momento, Bruselas mantiene silencio sobre la decisión de La Habana, que ha sabido aprovechar la ofensiva de Trump frente a Europa en materias de defensa y comercio para mejorar el diálogo con la UE, de la que parece no fiarse del todo; aunque el gobierno español en funciones insista en un probable viaje de los Reyes a Cuba, en noviembre próximo.
Canadá siempre fue un objetivo prioritario de la diplomacia y la Inteligencia cubanas por su vecindad con Estados Unidos y por su peso específico y su sintonía con Europa, a partir de coincidencias ideológicas en el ámbito de la socialdemocracia; y Raúl Castro eligió a Josefina Vidal como embajadora en Ottawa, tras la inesperada e incómoda victoria electoral de Donald Trump para los intereses del tardocastrismo, que había saboteado el embullo Obama, creyendo que ganaría Hillary Clinton.
Algunos funcionarios cubanos atribuyen toda la ofensiva Trump a la influencia de políticos cubanos americanos en Washington, como es el caso de Mauricio Claver-Caroné, que se desempeña como Director de Asuntos del Hemisferio Occidental en el Consejo Nacional de Seguridad.
Pero fuentes diplomáticas europeas, latinoamericanas y de la OEA restan importancia al papel preponderante que La Habana atribuye a los políticos estadounidenses nacidos en Cuba o de padres cubanos y creen que el desacuerdo principal está en Venezuela, donde la dictadura cubana ha cerrado filas con Maduro debido a su dependencia del petróleo venezolano y los ingresos por colaboración civil y a su temor a que un gobierno de salvación nacional, donde estarían chavistas menos proclives al castrismo, acabe asumiendo el poder en Caracas y reduzca la dimensión de las relaciones bilaterales que dibujaron Fidel Castro Ruz y Hugo Chávez Frías.
En el fondo, aunque nadie lo dice abiertamente, Cuba no se fía de la Unión Europea y apuesta por Canadá y por altos cargos y legisladores del Partido Demócrata y Republicanos moderados para vivir frente a Trump, que ha cambiado cualitativamente las relaciones con La Habana, persiguiendo a su casta militar, a su gobierno y prohibiendo la entrada en territorio norteamericano a Raúl Castro Ruz y sus hijos.
La prensa pagada por el Buró Político del Partido comunista, siempre prolija en contar desgracias y desventuras de Estados Unidos y otros adversarios, lleva meses con un bajo perfil respecto a Canadá y evitando sobresaltos bilaterales para no abrir el frente adverso que implicaría vivir enfrentado a Washington y Ottawa al mismo tiempo y sabiendo que Europa tiene escaso margen de movimiento porque está dolida con Trump.
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