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Una de las esculturas más emblemáticas de La Habana se encuentra en la Terminal de Ómnibus de la Avenida Independencia o Boyeros, como también se le conoce. Esta obra pertenece al artista cubano José Florencio Gelabert (1904-1995).
La Velocidad es una escultura alegórica, dedicada al transporte. Fue realizada en l960, con el procedimiento que caracterizó buena parte de las obras de Gelabert, el uso del hormigón armado. La imagen femenina es el centro de atención de una fuente, aunque pocos cubanos recuerden haber visto agua alguna vez allí.
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La estructura es de acero, hecha con cabillas. Se rellenó con concreto, utilizando una mezcla particular de cemento, arena y piedra. El modelado final se realizó con una fórmula suave de cemento blanco y sílice. Pertenece al mismo período de las icónicas esculturas del Hotel Riviera.
Gelabert fue un destacado músico, escultor, dibujante y pedagogo. Nació en Caibarién, pero su vida profesional se desarrolló en La Habana.
Durante su infancia aprendió de los obreros de un astillero cercano a su hogar, algo que cambiaría su vida. Le enseñaron a visualizar las potencialidades de un recurso, a imaginar el barco con solo ver un viejo tronco de madera.
Debatiéndose entre su pasión por la música y la necesidad de expresarse a través de la plástica, comenzó a estudiar en San Alejandro. En 1938 consiguió una beca en la prestigiosa academia.
Se le vincula con músicos como Amadeo Roldán y Alejandro García Caturla, así como al destacado pintor Wifredo Lam con quien entabló una profunda amistad en Europa a fines de la década de 1930.
Este período fue crucial en la vida de Gelabert pues el movimiento de la plástica europea tuvo una profunda impronta en su obra artística.
La primera exposición del artista, con esculturas fundidas en bronce, ocurrió en 1948, en el Palacio de Bellas Artes de México. Fue muy bien recibida por la crítica y le abrió a Gelabert un camino de posibilidades en el ámbito de la pedagogía.
Uno de los elementos que caracterizan la obra de este prestigioso artista cubano es el uso del concreto en el modelado de esculturas. Partía de una estructura en acero que recubría con hormigón, sin necesidad de procesarla en barro.
Otro de los aspectos que lo definen es el ritmo que imprimía a sus obras, algo que en su criterio estaba directamente vinculado a su pasión por la música y su concepción de las artes plásticas.
Ambos elementos se pueden apreciar en La Velocidad, a pesar del deterioro del paisaje urbano en que se encuentra y de las precarias condiciones de mantenimiento a las que ha estado sometida en la institución que la acoge.
Otras obras importantes de Gelabert ubicadas en espacios públicos en Cuba son el Monumento al General Quintín Bandera, la fuente del Hotel Atlantic, el mural de la heladería la Ward en Avenida Santa Catalina y el Cangrejo Gigante colocado a la entrada de su pueblo natal, Caibarién.
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