Remember Girón: Cuba y Ucrania en paralelo

La CIA concibió la invasión a Cuba como operación encubierta, a pesar de que no se podía encubrir de ningún modo. El Pentágono concibió la guerra en Ucrania contra Rusia de manera igual de contraria a la lógica.

"El bombardeo del 15 de abril 1961", lienzo de Servando Cabrera, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. © MNBA/Cuba
"El bombardeo del 15 de abril 1961", lienzo de Servando Cabrera, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. Foto © MNBA/Cuba

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Este artículo es de hace 1 año

Sin mucho alboroto pasó otro aniversario de la fallida invasión a Cuba por Bahía de Cochinos, pero ciertas claves de aquel trance histórico cobran actualidad, como los llamados informes de inteligencia con que engatusaron al presidente John F. Kennedy para dar luz verde a la operación.

En marzo de 1961, la CIA había estimado que “menos del 20 porciento de la población” apoyaba a Fidel Castro y que del “75 al 80 por ciento de los milicianos desertaría". A principios de abril reportó que “la moral de las milicias decaía” y el ejército mismo “había sido penetrado con éxito por grupos de oposición y no combatiría”.


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De igual manera, los servicios de inteligencia rusos embaucaron a Vladimir Putin con que la invasión a Ucrania sería guerra relámpago, las tropas rusas iban a ser recibidas como libertadoras y Volodomir Zelenski se vendría abajo por simple presión militar sobre Kiev. A su vez los servicios de inteligencia de la OTAN engañaron a todo Occidente con que Rusia colapsaría bajo las sanciones económicas y Putín sería derrocado.

Prensa sensacionalista

La cobertura periodística de la guerra ruso-OTAN-ucraniana guarda otro acentuado paralelo con la historia de Cuba. Rusia logró afianzarse ya detrás de la orilla sur del río Dniéper para enlazar a Crimea y Donbás por tierra, además de ir ocupando gradualmente las provincias de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhia. No obstante, Ucrania está ganando la guerra en Internet, televisión, radio y periódicos. Lo mismo pasó con el episodio de Girón.

El 18 de abril de 1961, la Brigada de Asalto 2506 estaba ganando en los periódicos y los cables. Según The Miami Herald, había “penetrado en el interior de Cuba” y se dirigía hacia la carretera central para “cortar la isla en dos”. La agencia UPI reportó quehabía asestado “un duro golpe a las fuerzas de Castro en el asalto inicial” tras desembarcar“ en playas de cuatro de las seis provincias de Cuba”. Por esa cuerda mediática, ese mismo día un ataque aéreo causó 1,800 bajas a Castro.

La CIA concibió la invasión a Cuba como operación encubierta, a pesar de que no se podía encubrir de ningún modo. El Pentágono concibió la guerra en Ucrania contra Rusia de manera igual de contraria a la lógica. Si la escalada de la OTAN llegara eventualmente a que Rusia se viera perdida, entonces Moscú recurrirá al arma nuclear táctica para borrar a Kiev de la faz de la Tierra. Y si la OTAN respondiera de igual forma, Rusia recurriría entonces al arma nuclear estratégica.

Tal como Fidel Castro instó a Nikita Jruschov en 1962 a que acabara con el mundo antes que ceder un ápice en la Crisis de los Misiles, Zelenski no vaciló en instar a la OTAN a declarar la guerra directa a Rusia, transfigurando en agresión de Moscú el impacto de un misil ucraniano descarriado contra una granja en Polonia.

Por muy odioso que sea, Donald Trump enunció el mejor teorema de la guerra como continuación de la política exterior de Estados Unidos: una guerra que nunca termina es mal negocio. Washington manifiesta su irracionalidad por no sacar el colorario de que también es mal negocio enzarzarse en una guerra que no se puede ganar.

Y tal como empujó definitivamente a Cuba hacia la órbita soviética, la política de Estados Unidos con Ucrania tiene ya el resultado contraproducente de la alianza entre China y Rusia, que por territorio, población, economía y poderío militar cambia la correlación mundial de fuerzas geopolíticasen contra de USA y su OTAN.

Historia mínima

Desde que Putín ordenó hace ya más de un año la invasión a Ucrania, casi toda la prensa dominante viene anunciando armas maravillosas que sellarían la derrota de Rusia: Javelines antitanques, Howitzer, HIMARS, tanques no sé qué y aviones no sé cómo. Entretanto Kiev no publica sus bajas, sino las rusas. Y lo hace al compás inflacionario delconteo de muertos del precitado ataque áreo en Girón, pero acaba de ser desmentido con los papeles del Pentágono que, por obra y (des) gracia del especialista cibernético de la Guardia Nacional en Massachusetts Jack Teixeira, circularon por redes sociales.

Aunque el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, largó públicamente que los invasores rusos muertos en acción pasaban de 100 mil, el informe hasta ahora secreto estima entre 16 mil y 17,500 en el bando de Putin y de 61 mil a 71,500 en el bando de Zelenski al cierre de marzo de este año. Así, Teixeira irá también a la cárcel porque mostró que tanto el Pentágono y la Casa Blanca como los líderes demócratas y republicanos del Congreso mentían.

Al cabo la historia después de la II Guerra Mundial revela que Estados Unidos ha entrado en guerras y más guerras sin conseguir los objetivos políticos previstos. Ni en Corea (1950-53) ni en Vietnam (1964-75) ni en Irak (2003-11) ni en Afganistán (2001-21). Washington no ha podido tumbar desde 2011 al dictador Háfez al-Ássad en Siria y aún pondera derrocar a Putin, en paralelo con aquel corrillo de 1960 previo a la invasión por Bahía de Cochinos: A Castro le quedan seis meses.

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Arnaldo M. Fernández

Abogado y periodista cubano. Miembro del grupo Cuba Demanda en Miami.


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