Adrián Mas: Un actor siempre es inconforme

Uno de los actores más camaleónico de la actual escena cubana.

Adrián Mas (drcha), como el guajiro Berto, en El Caballo. © Cortesía
Adrián Mas (drcha), como el guajiro Berto, en El Caballo. Foto © Cortesía

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Este artículo es de hace 2 años

Adrián Mas (Placetas, 1970) nació en una Cuba con hombres de caras tiznadas por el humo de los cañaverales quemados para intentar producir diez millones de toneladas de azúcar y se crió entre campesinos sinceros y ocurrentes, afanados en hacer bien su trabajo; cualidades que adornan su personaje de Berto, en la película "El Caballo", de Lilo Vilaplana.

Graduado de la ENIT de La Habana, su paso por los grupos de teatro Escambray y El Público convirtieron a Mas en uno de los mejores actores de su generación, alejado de todo vedetismo y convencido de que a cada papel hay que lanzarse con sinceridad y luego ir aportándole modos y guiños de actor respetuoso y convincente, capaz de huir de estereotipos para que el público se meta dentro de sus personajes.


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Educado y transparente, Mas no solo accederá sin titubeos a ser entrevistado, sino que agradece a CiberCuba la oportunidad de comunicarse con sus lectores porque -por encima de todo- Adrián es un hombre entrañable y cubanísimo.

El guajiro cubano está muy visto, ¿cómo construiste un papel tan convincente en El Caballo?

Cuando uno afronta un papel de guajiro, en el cine cubano, tiene los referentes de Reinaldo Miravalles y Salvador Wood; que hacía un guajiro muy bueno también; y en el humor a Antolín, el pichón; personajes que permanecen en la memoria del público y sabía que debía alejarme de esos modelos.

Tengo la ventaja de ser del campo y de haber trabajado en el grupo de teatro "Escambray", conozco bien al campesino cubano, un ser muy sincero, fresco, transparente y espontáneo -ingenuo a veces- pero con una sabiduría muy particular; junto a una agilidad mental con capacidad para generar respuesta a diferentes situaciones, cualidades que siempre me llamaron la atención, desde niño.

Lilo (Vilaplana, director) también me pidió un guajiro muy sincero y simpático y esas fueron las claves que usé para construir un campesino de mi edad, que también fue una ventaja a la hora de afrontar el personaje de Berto; el primer día de rodaje hice mi propuesta y Lilo me dijo, eso es lo que quiero y me dio libertad, que estableció una estrecha relación actor-director, aparte de que somos amigos, porque Lilo te libera cuando ve que das lo que pide y, si no lo estás dando, te lleva a lo que el quiere, sin que apenas se note.

El público verá a un campesino cubano auténtico, pero despojado de estereotipos como el machete y el tabaco, yo dejé flotar al personaje por el bohío y los alrededores, con la ventaja de trabajar con una actriz como Grettel Trujillo, con la que tuve mucho feed back, asi que agradezco a Lilo me haya dado la oportunidad de hacer un guajiro para el cine cubano actual.

Rodar la película en una semana es un reto; ¿qué recuerdos tienes del rodaje de El Caballo?

Del rodaje tengo muchísimos recuerdos, teníamos la ventaja que veníamos de "Plantados", nos conocemos todos, somos casi una familia unida por la vocación innovadora en el cine y la actuación en general, y sabíamos que debíamos rodar en pocos días y lo asumimos como un compromiso ante la oportunidad de contar una historia cubana desde Miami, en poco tiempo y escaso dinero. Lilo conoce bien este reto y compensa a los actores, respetando su tiempo y espacio, adaptando el rodaje a la disponibilidad y necesidades de cada uno.

Hubo días que empezamos a rodar a las seis de la mañana y la jornada transcurría contándonos chistes, en los descansos, y permaneciendo todos preocupados por todos. El tiempo de rodaje es un reto porque el actor siempre es inconforme; yo veo al guajiro Berto, que está siendo muy reconocido y me digo, esto pude haberlo hecho asi; en esta escena debía haber cambiado cosas; mientras el director, el luminotécnico, el director de fotografía, el camarógrafo quieren siempre la máxima calidad y cuando el tiempo escasea hay poco espacio para regodearnos en detalles.

El Caballo fue la última vez que actúe en cine con mi hermano Abel Rodríguez, que será siempre mi hermano; cuando parábamos, venía y me decía: ¡Guajiro, te está quedando maravilloso el trabajo, tu no sabes lo que estás haciendo! y yo le respondía, ¿tu crees, tu crees?...Sí, compadre, a mi me encanta...

Berto, guajiro pícaro y generoso en El Caballo / Foto: Cortesía

Te hemos visto en "Paraíso", "Jaque Mate", "La duda" y "Plantados", ¿cuál es tu secreto para interpretar roles tan diferentes?

"Paraíso" fue mi primera película y una experiencia inolvidable porque cada conversación con su director, León Ichaso, fue un aprendizaje,

Siempre me lanzo a abordar los personajes desde la sinceridad que poseen; cada personaje trae su mundo, su psicología y yo le doy libertad para ver cómo camina dramáticamente y empiezo a hacerle mis aportes, es como un trato entre el actor y el personaje, pero respetando siempre su historia y sus características porque cada ser humano tiene las suyas.

¿Qué dejaron en ti la Escuela Nacional de Instructores de Teatro (ENIT) y el grupo Teatro Escambray?

La ENIT me aportó muchísimo, no solo por el profesor Leopoldo Morales, sino por haber estudiado con bailarines, músicos, plásticos, actores de circo y eso me hizo crecer muchísimo porque aprendí como ven cada uno de esos artistas la vida.

Allí lo que más me gustaba era dirigir, pero después de dediqué a actuar y nunca más he dirigido; y siempre me ha quedado esa cosita ahí. El Escambray fue una gran escuela; me ayudaron mucho los actores Carlos Pérez Peña, Fernando Hechavarría, Jorge Luis Leyva y la propia dinámica del teatro de repertorio; ten en cuenta que allí se trabajaba todos los días y se hacían desde obras infantiles hasta los cuentos de Onelio Jorge Cardoso y Senel Paz, dramas; y todo se hacía en vivo, frente al público.

El Escambray es de las mejores cosas que me pudo pasar en mi carrera actoral y; luego, en el grupo "El Público", con Carlos Díaz, viví una etapa de extraordinaria importancia por lo que me aportó en el orden personal y actoral por su calidad humana y su forma de ver el teatro, diferente a la del Escambray, pero también muy enriquecedora. Carlos es mi familia, de mis hijas, y nunca hemos perdido el contacto.

¿Dónde podremos verte ahora?

En El Caballo, que es una joya de humor negro y en el teatro estoy haciendo "Las lloronas", junto a un reconocido elenco cubano y donde hago un personaje muy diferente al guajiro Berto.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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