Grettel Trujillo bajaría de El Caballo para subirse a Brecht y Piñera en una Cuba soñada

No hay nada más real que aquello que vívidamente construimos desde la imaginación.

Grettel Trujillo (izda.) y Alina Robert; en los roles de Olga y Adria en El Caballo © Lilo Vilaplana
Grettel Trujillo (izda.) y Alina Robert; en los roles de Olga y Adria en El Caballo Foto © Lilo Vilaplana

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Este artículo es de hace 3 años

Grettel Trujillo (Santa Clara, 1972) interpreta a la guajira Olga en la película El Caballo, de Lilo Vilaplana una mujer angustiada por su única hija médico e internacionalista y por la escasez de champú, ropa y de casi todo en la Cuba de ahora mismo.

Olga, que es personaje secundario, ocupa toda la pantalla mientras tiende, cuela café, vigilia a la policía que persigue a todos y tiende la ropa, hablando con esa naturalidad de sus tías de Vueltas, el pueblo de Villa Clara, donde pasó vacaciones y fue metiendo en su cuerpo decires y andares de mujeres que sueñan con ser libres, sin abandonar la prudencia que impone sobremorir en la dictadura más antigua de Occidente.


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Grettel Trujillo es un actriz camaleónica capaz de conmover al espectador sin mover los labios, cantando o subiendo levemente el hombro izquierdo, sin aspavientos porque -como asegura el dramaturgo Raúl Alfonso- es "una actriz muy precisa, verosímil y emocional, sutil y a la vez apabullante, totalmente alejada, para salud de los espectadores, de esas actricillas chillonas que encandilan a los cursis y a los directores de trazo grueso”.

La entrevista la hicimos en tres días, cuadrando los horarios de Madrid y Miami, sus obligaciones laborales y como madre y esposa; pero aún asi tuvo la delicadeza de anunciar un viaje a España, cargada de dulce de guayaba, calabacitas chinas y pastelitos del Versailles, golosinas inevitables en el paladar de muchos cubanos.

Grettel Trujillo / Foto: Cortesía

El rodaje de El Caballo fue en tiempo récord, ¿cómo construiste tu personaje de Olga?

Desde que me dijeron que quedé en el personaje de la guajira Olga luego de hacer el casting, me emocioné. Hacer este personaje fue un deseo cumplido. Siempre he querido interpretar esos personajes bien cubanos y sinceros. Olga representa a esa mujer cubana, actual, con todas sus frustraciones, pero también con toda esa ingenuidad, amor y apego por su familia.

No fue muy difícil. Fue un pequeño homenaje a mis tías Clara y Osiris, de Vueltas, en la provincia de Villa Clara. Ellas son parte de lo que soy también. Allí pasé de niña y adolescente gran parte de mis vacaciones de verano. Mi familia son los Trujillo, que viven en la curva, a la salida de Vueltas

¿Has vivido en carne propia alguna de las angustias existenciales de Olga?

Salí de Cuba a los 29 años. Aún no tenía hijos, y ese dolor de Olga por el futuro incierto de su hija no era algo presente en mí, pero se proyectaba como una preocupación que podría aparecer inevitablemente en un futuro nada lejano. Eso, sumado a la improductividad de una tierra tan rica como la de Cuba, rodeada de mares y peces, a la desidia y al abandono, era algo que me provocaba y provoca un enorme malestar.

Desde entonces me irritaba y me irrita sobremanera el consabido teque de echarle la culpa al imperialismo de la falta de comida, en una isla bendecida por el clima y la naturaleza.

Grettel Trujillo en "Mamá", de Raúl Alfonso / Foto: Ernst Rudin

Sientes pasión por el teatro; ¿qué diferencias hay con el cine y qué personajes te han marcado en tu trayectoria sobre las tablas y el celuloide?

Mis personajes de teatro, que son los que he tenido la oportunidad de representar mayormente, me han marcado hasta el punto de formar a la persona que soy.

Todos ellos han tenido un denominador común: Hablan desde diferente perspectiva sobre la necesidad de ser libres. Electra Garrigó, El enano en la botella y Josefina la viajera lo hacen, los dos primeros desde el inxilio y la dominación, y el tercero desde el exilio. El enano y Josefina son supremos regalos de Abilio Estévez.

Otro personaje que amé mucho fue la Conchita, de Ana en el Trópico, de Nilo Cruz. Es difícil dejar de mencionarlos todos. Recuerdo gratamente mi primera experiencia profesional con la Clitemnestra de Marguerite de Yourcenar, con versión de Salvador Lemis o Mamá, de Raúl Alfonso.

El teatro es otra historia. Allí el cuerpo se magnifica para expresar con voz y energía.

Del cine espero muchos más personajes. Es un medio de contención, donde menos es más, donde la energía debe saber modularse con mucha habilidad. El poder de una mirada o la sutileza del gesto crean la magia. Ahí la gran diferencia con el teatro. Haciéndolo y mirando mucho buen cine, aprendiendo de los grandes se puede dominar. Creo estar preparada para personajes bien complejos. Este último personaje de Olga es, en mi corta carrera cinematográfica, el que más me ha gustado.

Ambos medios llevan el compromiso de la verdad, de la autenticidad. No hay nada más real que aquello que vívidamente construimos desde la imaginación.

¡Que prevalezca siempre el Arte! De eso se trata, de conectar con las almas desde la verdad, la belleza y el conocimiento. ¿Existe profesión más hermosa?

¿Cómo es la televisión hispana en USA, qué opciones tiene en ella una actriz talentosa como tu?

La televisión que hice estando en Cuba me aportó mucho. Aprender un papel, sin necesidad de apuntador; como se hace aquí, da mucha soltura.

Actualmente no me interesa mucho. Tuve opciones en la televisión antes como actriz aquí en Estados Unidos en cadenas hispanas, algunos unitarios de Univisión y tres novelas, gracias sobre todo a Arquímedes Rivero, director de Dramáticos de Venevisión, que confió en mi preparación; hice La Casa de Carlos, en América TV, pero actualmente es otra cosa, no confío en que confíen en mí.

No sé me da mucho el perfecto acento neutro; siento que es algo desnaturalizador en eso, ni aquello de las redes sociales y buscar seguidores...Sé que debo montarme en el carro de los tiempos modernos si quiero trabajar en este medio; y no lo critico, pero uno también tiene derecho a …

¿Qué personajes te gustaría interpretar y porqué?

Me encantaría hacer un musical en teatro. Siempre me ha gustado cantar. Del repertorio cubano me gustaría hacer alguna vez la Luz Marina de Aire Frío de Virgilio Piñera, ojalá fuera en esa Cuba nueva y democrática que muchos soñamos; Lady Macbeth de Shakespeare, o Puck de Sueño de una noche de verano; y me encantaría meterme en la piel de la prostituta Shen Te, ese personaje fascinante de El alma buena de Sezúan, de Bertol Brecht.

Debo leer más teatro del que se está escribiendo actualmente. En realidad mi predilección siempre estará en personajes complejos, son esos los que me gusta interpretar, los de varios caminos, los llenos de dudas, los locos, los tristes, las heroínas o los muy felices.

Una buena comedia o un musical también me llama mucho la atención. No quiero que se me encasille solo en personajes de carácter. Me fascina cantar en escena; vestida de personaje. Volvería a hacer otro clásico de Chéjov, haría con gusto lo mismo una Lady Macbeth que un personaje de Piñera, Eugenio Hernández Espinosa, Raúl Alfonso, Abelardo Estorino, Abilio Estévez, autores cubanos del exilio como Maria Irene Fornés o José Abreu Felippe.

Me encantaría volver a interpretar otro personaje de Nilo Cruz o hacer teatro costumbrista, sí. La mulata. Roberta Carreri, la actriz del Odín Theatre dijo en una entrevista que el teatro es un bosque lleno de árboles de diferentes especies y que todas ellas formaban parte esencial de ese ecosistema.

Quiero convertirme lo mismo en una enredadera que en un cedro o un baobab. Mis intereses son amplios como este mundo. Ojalá tuviera otra vida para experimentar todo tipo de teatro, para tal vez convertirme en una cantante o en músico. Amo el arte en general y la vida, y como tal quiero abrazarla hasta más allá donde me den los brazos y la imaginación.

Pero no tengo predilección por género alguno; siempre que haya sustancia, me gusta ponerle sazón a ese suculento menú que es la vida, porque en el teatro encuentro lo mejor de la vida.

Cuando tomamos conciencia de la realidad y la vivimos con ciertas pautas dirigidas por nosotros mismos, ya estamos formando parte del teatro de la vida. Y no lo digo yo, eh, lo dijeron Calderón de la Barca y Platón y muchos otros sabios. La vida es sueño; ¡así que a vivirla con ganas haciendo teatro y cine!

¿Cómo es tu día a día en Miami?

Trabajo en una escuela como maestra. Durante la pandemia hice una maestría en educación, con especialidad en español y literatura. Aún no trabajo a tiempo completo, lo que me permite trabajar en algunos proyectos, como la película El Caballo, de Lilo Vilaplana, donde compartí escenas con grandes actores cubanos.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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