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En la Guerra de Civil estadounidense, muchos cubanoamericanos tuvieron un papel protagónico. Entre ellos se destacaron varias mujeres que fueron espías, como Loreta Janeta Velázquez y las hermanas Sánchez.
Don Mauricio Sánchez y su esposa fueron un matrimonio de cubanos que se establecieron con sus cinco hijos, tres niñas y dos varones en Palatka, Sur de Jacksonville, Florida, en 1855.
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En los inicios de la Guerra Civil, Mauricio Sánchez, fue acusado por el Ejército de la Unión de ser espía, lo que quizás se debía a que uno de sus hijos varones era miembro del Ejército de Estados Confederados.
Don Mauricio era un hombre enfermo y de edad avanzada, pero aún así fue encarcelado en el Castillo de San Marcos. Esto provocó un profundo dolor en la familia y un posicionamiento a favor del Ejército de los Estados Confederados por parte de todos los hermanos Sánchez.
Eugenia, Francisca (Panchita) (1842-1931) y María Dolores (Lola) (1844- 1895) fungieron como espías confederadas. Entre ellas, Lola destacó por su participación en hechos concretos que cambiaron el curso de la historia de los Estados Unidos.
Tras encarcelar a Don Mauricio, los oficiales del Ejército de la Unión ocuparon la residencia Sánchez en Palatka y mientras allí estaban las tres hermanas hacían todos los servicios, además de cuidar a su madre enferma.
Entre las tareas debían servir la mesa para los militares y fungir como anfitrionas. El 21 de mayo de 1864 Lola fue testigo de la preparación de una redada contra los confederados que se realizaría al amanecer. Conversó el asunto con sus hermanas y obtuvo el apoyo de estas para cubrir su ausencia.
Cabalgó sola, de noche, durante una milla y media a través de bosques. Luego cruzó el río St. Johns en ferry y consiguió llegar cabalgando hasta el campamento del Capitán John Jackson Dickison, comandante de las Fuerza Confederada de la 2da Caballería de Florida en Camp Davis para ponerlo al tanto sobre el plan de sus contrarios.
Al regresar a casa las hermanas habían logrado que la ausencia de Lola no se notara, de manera que los oficiales de la Unión continuaban con sus planes y fueron a descansar para estar listos a la mañana siguiente.
El curso de la historia cambió, porque esa noche quienes no durmieron fueron el capitán Dickison y sus hombres. Las fuerzas confederadas sorprendieron a las tropas de la Unión en una emboscada y capturaron el buque de guerra USS Columbine.
Los hechos ocurrieron el 22 de mayo de 1864, en un episodio histórico conocido como "Battle of Horse Landing" (Batalla de Desembarco de caballos).
Este es uno de los pocos casos en los que un buque de guerra de la Unión fue capturado por las fuerzas terrestres de la Confederación durante la Guerra Civil. Sólo en este episodio de la historia una unidad de caballería ha conseguido hundir un buque de guerra.
Las hermanas Sánchez continuaron su actividad de espionaje durante mucho tiempo y nunca fueron descubiertas.
Panchita Sánchez, se presentó en el Castillo de San Marcos, ofreciéndose como prisionera de intercambio para liberar a su padre. Sin embargo, las autoridades de la región de San Agustín les permitieron a ambos volver a casa.
Al terminar la Guerra Civil, Eugenia, Panchita y Lola, se casaron con antiguos oficiales confederados. Las tres hermanas Sánchez, se convirtieron en miembros orgullosas de las Hijas Unidas de la Confederación, una organización diseñada para preservar la historia de quienes lucharon por el Sur de los Estados Unidos.
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