LA HABANA, 12 jul (Reuters) - En Cuba, la ausencia de tiendas mayoristas, así como los gastos y la escasez de materias primas han obligado a los diseñadores de ropa y artículos para el hogar a ser más creativos. Muchos recurren a la reutilización y al reciclaje de los materiales que tienen a su alcance.
Los pioneros del incipiente sector privado en la isla dicen que están convirtiendo una desventaja competitiva en un activo, al producir diseños únicos y respetuosos con el medio ambiente.
Un ejemplo de ello son las lámparas de sal confeccionadas por Olaff Alejo, diseñadas para purificar el aire. Para confeccionarlas, el diseñador cubano debe hurgar en contenedores de basura y encontrar en las aceras restos de madera y obsoletos dispositivos eléctricos.
"No es nada fácil conseguir las materias primas pero eso nos hace adaptarnos e improvisar mucho, siempre estamos improvisando", dijo Alejo, de 37 años, cuyas lámparas contienen sal y cristales.
"Entre 50 y 60 por ciento es material reciclado", apuntó.
Alejo dijo que con frecuencia pregunta a carpinteros por los restos de los marcos de ventanas y puertas que usan y son desechados, y que a él les sirven como bases de madera para sus lámparas. Además, rescata interruptores, enchufes y cables de equipos eléctricos viejos.
"Son muy difíciles de encontrar. No hay un abastecimiento en las tiendas", dijo. Y añadió que su empresa Luzvi todavía debe importar algunos insumos como bombillas con un brillo más ligero, pues en Cuba son totalmente blancas para ahorrar energía.
Las nuevas lámparas se venden entre 25 y 50 dólares, un precio relativamente elevado en un país donde el salario promedio mensual del Estado es de alrededor de 30 dólares.
Menores costos de insumos permitirán a Alejo reducir los precios, según dijo.
El Gobierno ha autorizado que más cubanos establezcan sus propias empresas en los últimos años como parte del plan para impulsar su frágil economía de estilo soviético y recortar las plantillas infladas del Estado.
La cifra de trabajadores independientes en Cuba se triplicó, llegando a más de 500.000 a finales de 2016, según datos oficiales.
Algunos empresarios se quejan, en cambio, de que el Gobierno no ha seguido adelante con las reformas. Por ejemplo, las pequeñas empresas de la isla caribeña no tienen acceso a un mercado mayorista.
Las materias primas con frecuencia son escasas y caras. La Habana sostiene que el principal obstáculo para su desarrollo es el embargo comercial que le impone Estados Unidos hace más de medio siglo.
Caridad Limonta, cuya empresa familiar Procle vende vestimentas y artículos para el hogar, dijo que compró la mayoría de los textiles mediante ropa de segunda mano o cortinas de hotel y sábanas en el Estado que luego recicla.
"Los pantalones los convierto en bolsos. Como las espaldas de las camisas no se rompen tanto, las corto y las pego y así hago sobrecamas de parches", dijo.
Si bien Limonta dijo que deseaba que fuera más fácil comprar textiles en Cuba, tampoco quiere que el país adopte el mismo tipo de "Moda Rápida" que prevalece en las economías consumistas donde la ropa es barata pero a menudo desechable, generando gran cantidad de desperdicios.
"En otros países se echa (tira) la lámpara y se compra otra", dijo la diseñadora Gretel Serrano, de 32 años, quien trabaja en el Vintage Bazar, del barrio El Vedado, y que actualmente labora en un gran lote de lámparas para un hotel.
"Aquí (las lámparas) se llevan a la tienda y se restauran, queda una lámpara nueva", señaló.
Reporte de Sarah Marsh, Traducido al español por Nelson Acosta, Editado por Juana Casas; REUTERS NAB JIC/
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