Yaima Millares Cuesta está embarazada de seis meses y a esta hora está en Panamá temiendo que la devuelvan a Cuba.
Tiene 38 años y llegó este jueves a Trinidad y Tobago con sus tres hijos de 17, 8 y 5 años y en el aeropuerto de Puerto España las autoridades de Inmigración la deportaron a la Isla porque no se fiaron de su reserva de dos días en el hotel Caribbean Tourist Villa.
"Yo no quiero hacer daño. Solamente quiero que me ayuden porque no quiero volver a Cuba. Yo quiero irme a la embajada americana, que me ayuden. No hemos comido nada. Mis hijos no han comido nada. Me quieren mandar para Cuba otra vez. Yo quiero que me ayuden, por favor", grita desesperada delante de sus hijos antes de ser deportada de Trinidad y Tobago, donde fue grabado el vídeo.
De rodillas en el aeropuerto de Trinidad y Tobago, Yaima Millares denunció que la Policía cubana había detenido violentamente a su hijo de 17 años. "Eso lo sabe todo Cienfuegos. Le dieron golpes y le desmontaron los brazos", dijo entre sollozos a la agente de Inmigración que intentaba deportarla.
"¿Usted tiene hijos?, preguntó a la funcionaria de Trinidad y Tobago que le pide que se quite de en medio. "Yo no puedo volver a Cuba. El pueblo pasa hambre y por eso la gente roba", dice entre lágrimas.
Hoy viernes, a pesar de sus súplicas, la subieron a un avión sin pasaportes, con destino a Cuba, junto a su prole, y en la escala en Panamá ella se quedó en la zona de pasajeros en tránsito y no subió al avión. Allí está a esta hora con temor a que la devuelvan con su familia a la Isla.
Yaima Millares Cuesta fue detenida en Cuba, cuando hace tres años se plantó con una pancarta frente a la recién estrenada embajada de Estados Unidos en La Habana. El cartel decía: "Señor embajador, ayúdenos. Siete niños con hambre". Se refería a sus tres hijos y a sus sobrinos.
Tres años después esta cienfueguera consiguió reunir el dinero para salir de Cuba con sus tres hijos y el que viene en camino. Ahora corre el riesgo de regresar deportada a un país, donde asegura que vive acosada porque si difícil es desafiar al Gobierno en La Habana, más difícil es hacerlo en una ciudad donde todo el mundo se conoce.
En Cuba, Yaima Millares no tiene casa porque la vendió para marcharse del país. Tampoco tiene trabajo y no sabe qué será de su vida. Por eso su última opción será pedir clemencia en Panamá y que finalmente no la deporten a Cuba.
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