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El insalubre estado del Río Quibú en La Habana

Islotes de basura, ratones, mosquitos, mal olor, aguas putrefactas, el vertido de aguas albañales y desechos sólidos constituyen todo un clásico en las viviendas condenadas a sobrevivir en las márgenes del río Quibú.


Este artículo es de hace 5 años

Un grupo de vecinos ofrece su testimonio en este reportaje sobre los graves problemas de contaminación ambiental e insalubridad generados por los desechos de todo tipo que contaminan el río Quibú, en sus casi 20 kilómetros de recorrido a la largo de la zona oeste de La Habana.

Bajos niveles de inspección, pocas multas a quienes arrojan basura, desinterés estatal y una casi nula aplicación de las raquíticas leyes ambientales de la Isla, han convertido el río Quibú en uno de los focos más problemáticos de salud pública, en una ciudad muy castigada por epidemias de dengue y zika.

Islotes de basura, ratones, mosquitos, mal olor, aguas putrefactas, el vertido de aguas albañales y desechos sólidos urbanos constituyen todo un clásico en las viviendas, que durante décadas han estado condenadas a sobrevivir en las márgenes del río, situación que se acentúa por las altas temperaturas que se registran en La Habana durante casi todo el año.

Algunos de los barrios que atraviesa el río Quibú (Fuente: Google Maps)

Además de los desechos sólidos vinculados a los residentes en los cuatro municipios capitalinos que atraviesa el río, el Quibú también sufre los embates de la mala gestión de empresas estatales de la zona.

En mayo de 2006, las aguas sucias del río cubrieron casi todo un barrio, un hecho que trajo como consecuencia la ampliación del lecho con el financiamiento de la estatal Dirección Provincial de Recursos Hidráulicos. Sin embargo, como bien destaca una vecina en este reportaje, la solución fue parcial para un mal demasiado importante.

"Aquí llegó este río / con su carga de argumentos / Y en la costa se ha formado el descontento. / Si usted se contamina de este río basurero
vaya a bañarse a Varadero....", coreaba en los años ochenta el trovador Frank Delgado. Desgraciadamente, muchos años después, la maldición continúa.

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