Los nuevos avisos han comenzado a llegar en reuniones de núcleos, reuniones de CDR y avisos en los centros de trabajo: hay que prepararse para una nueva crisis del petróleo en Cuba.
La última vez que Cuba admitió que el suministro de petróleo proveniente de Venezuela estaba sufriendo consecuencias alarmantes, fue en 2016, cuando el propio Raúl Castro dijo en un discurso que la “convulsa situación en la República Bolivariana de Venezuela llevaría a que Cuba trazara nuevas estrategias de ahorro y maximización de los recursos”.
En las últimas semanas, diversos territorios de Cuba han comenzado a prepararse ante esta nueva amenaza que se conoce demasiado bien: apagones interminables, menos transporte, menos uso de tecnología y aires acondicionados.
Según cuentan los propios cubanos, las explicaciones están a cargo de los cuadros del Partido que visitan a cada centro laboral y “explican” que los convenios con Venezuela peligran cada vez más y que el país se debe preparar para un posible corte total en el suministro.
Venezuela, a quien el FMI le proyecta que alcance niveles récord de inflación cercanos al 13.000% en 2018, y cuya economía decreció en un 14% en el último año, se presenta como el aliado menos indicado para sostener un subsidio cubano que en sus mejores momentos llegó a alcanzar los 110,000 barriles de crudo diarios.
En los últimos años ese acuerdo, firmado por Hugo Chávez y Fidel Castro, se redujo a casi la mitad hasta 2016, y aunque no hay cifras oficiales reveladas por ninguna de las dos naciones durante el último año, el investigador de la Rice University (Houston) Francisco Monaldi recién declaraba a BBC que en 2017 todo el petróleo subsidiado a América Latina no pasó de 100,00 barriles. Cuba podría estar alcanzando apenas un cuarto de esa cantidad.
El panorama, para los cubanos, es aterrador.
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