Tras el desastroso paso del huracán Irma por las inmediaciones de Cuba, viene la recuperación: siempre lenta y difícil.
En la capital, algunos habaneros hacen el recuento de sus pertenencias en plena calle, y ponen a secar al sol los objetos personales que pretenden salvar a toda costa.
Poco a poco los residentes en La Habana intentan recuperar su rutina, sus trabajos y sus sueños; al mismo tiempo que arrastran también sus penurias y problemas.
Todo ello mientras miles de personas siguen a oscuras, navegando en la incredulidad de un desastre que se llevó demasiado, a pesar de no haber vivido la trayectoria del huracán directamente.
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