En una improvisada declaración en medio de la calle, que acaba convirtiéndose en tenso diálogo, un funcionario de Migración Colombia insta a los cubanos a que abandonen por sí mismos los albergues en que se encuentran en Turbo, y que, o bien regresen a los países de la zona donde tienen residencia legal (Ecuador, Venezuela u otros países sudamericanos) o que acepten, en su caso, la deportación a Cuba.
El intercambio sube de tono cuando los cubanos comienzan a preguntar al funcionario de Migración si su "invitación" real es a que penetren en la selva, y se pongan en manos de coyotes y todo tipo de traficantes, poniendo en peligro sus vidas.
Varios cubanos presentes intentan poner contra las cuerdas al funcionario, mientras otros más alterados insisten en que se está hablando demasiado, y en que no se irán de ninguna manera de Turbo.
Cubanos que han cruzado la frontera y llegado hasta México, de donde han sido deportados y vuelven a intentarlo, relatan que deben internarse siete días en la espesura del llamado "Tapón del Darién", con travesías de más de ocho horas diarias por caminos de herradura en el que encuentran cadáveres de personas que han perecido en la aventura.
"Esa trocha es casi imposible de pasar porque son días de sacrificio y te juegas la vida... Me ha tocado ver cadáveres a la orilla del camino, por eso le digo a muchos amigos que lo piensen, no me gustaría que nadie se quedara en esa selva", ha dicho recientemente Alier Artile, un joven que ya lo intentó dos veces.
El paso fronterizo fue cerrado para los inmigrantes ilegales por el Gobierno panameño, con lo cual a los cubanos que siguen llegando a diario a Turbo detrás del sueño americano no les queda más que esperar.
El cierre fue ordenado el pasado 9 de mayo por el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, en el marco de la "Operación Escudo" para "blindar" el país frente al narcotráfico y al paso de indocumentados.
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