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El veloz jardinero y primer bate granmense Raico Santos se encuentra en México concertando su próxima participación en la liga profesional de ese país. Amable como siempre, el pimentoso guardabosques accede a conversar para los lectores de CiberCuba.
Ya eres conocido en México...
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Pues, sí. Mi primer contrato fue a los 24 años. Después de lesionarme en República Dominicana, donde había optado por ser firmado para la MLB, protagonicé una tremenda Serie Nacional cuando bateé más de 340 y más de 100 hits. Luego, de refuerzo con Matanzas, terminé campeón. Me fui a Nicaragua, como parte de la selección cubana, para realizar topes amistosos, y también me destaqué ofensivamente.
Precisamente, en la final del play off de Matanzas, se me acercó el gerente de la novena de Olmecas de Tabasco de la Liga Profesional Mexicana del Pacífico, mostrando interés en mí.
Fue así que iba a jugar en 2019 mi primera temporada en tierras mexicanas con el Tabasco, pero lamentablemente llegó el covid y no hubo acción ni ese año ni el siguiente.
Despejándose la pandemia, juegas por Cuba el Preolímpico de las Américas en 2021
En efecto, y después no pude regresar a México por las prohibiciones finales de la pandemia. Sin embargo, los Tigres de Aragua de Venezuela me reclutan. Era mi primer contrato profesional. Linda experiencia.
Regreso a jugar en Cuba y soy llamado nuevamente por los Olmecas de Tabasco, una vez liberadas las restricciones del covid. Ahí estuve la temporada 2021-2022.
La próxima contienda invernal en México, tras competir en Cuba por Granma, la hago con los Venados de Mazatlán, Sinaloa, desde donde me transfieren para Mayos de Navojoa, ambas selecciones comprendidas en la Liga Mexicana del Pacífico.
Por lo que veo, tu presencia en tierras mexicanas es extensa, pues en la temporada veraniega de 2023 jugaste con los Tigres de Quintana Roo.
Cierto, los Tigres pertenecen a la liga independiente azteca. Este año estoy escuchando proposiciones para decidir con cuál conjunto juego.
Primeros pasos en la vida de Raico Santos...
Nací en un poblado de Buey Arriba, que se llama Virey, en la provincia de Granma. Siempre amé el béisbol. Mi primer entrenador fue Wilber Castro; mis respetos para él. Fue un gran maestro, me enseñó el abecé de este deporte, me formó como ser humano.
Mi familia siempre me apoyó. A los cinco años, mi papá se apareció en casa con un regalo muy especial: ¡un batecito plástico!, y mi hermano fue de gran ayuda, pues me enseñó cómo usarlo.
Fue a los siete años que pisé por vez primera la grama de un estadio, jugando en la categoría 7-8 años en una competencia en Buey Arriba.
De mi mamá, decirte que me educó para ser un buen hombre y un buen cristiano, y eso siempre lo tengo presente.
¿Eres de la pirámide del alto rendimiento?
Pues, sí. Desde los siete años, mis características, desarrolladas con el paso del tiempo, fueron la velocidad, el juego agresivo; eso que se conoce como “pelotero explosivo”. Esto facilitó que a los 12 años fuera del interés de los profesores para entrar en la EIDE, aunque, en la elección final se decidieron por un jugador de la ciudad. Vaya, dejaron al guajirito afuera, pero por esas cosas de la vida el otro chico decidió no becarse, y ahí mismo “me colé” yo. Mis padres no perdieron tiempo y logré matricular.
A partir de ahí, fui escalando por todas las categorías, desde 13-14, 15-16 hasta juveniles y ya como adulto, jugar en Series Nacionales que eran, hasta hace poco, un gran aliciente para cualquier pelotero joven.
¿En cuántas Series Nacionales interviniste? En la actual, jugaste los dos primeros desafíos con Granma y ahora ya estás en México con la mirada puesta nuevamente en el béisbol profesional.
En total suman siete SNB, aunque hay que tener en cuenta que he estado tres años en México. Le doy gracias a Dios porque cuando yo empezaba hubo una persona que desde el sub23 me ha estado apoyando y es mi primo Roel Santos, gran pelotero, como un hermano. Siempre voy a hablar de él por lo que ha significado en mi vida como beisbolista.
Me enseñó muchas interioridades del juego, qué hacer, cómo reaccionar en una situación dada, y logísticamente fue un gran apoyo, pues yo llegué sin nada a las SNB y él me regaló un bate, un par de spikes, una guantilla, una sudadera.
Así, los dos juntos hacíamos una buena dupla; aprendí muchísimo de Roel, excelente pelotero, del cual estoy eternamente agradecido. Nosotros compartíamos habitación en los hoteles durante la competencia, entrenábamos y competíamos juntos. Fue un gran compañero, muchos pensaban que éramos hermanos.
Dicen que detrás de un buen deportista siempre hay un gran entrenador. Además de Wilber Castro, ¿qué otros técnicos han hecho mella en ti?
Carlos Martí, quien me llevó desde el principio y confió en mí; Guillermo Carmona, el manager de los Industriales, y Pedro Mere, mentor mexicano de los Olmecas de Tabasco, muy humilde y talentoso que me hizo sentir muy bien.
Sé que Martí te recibió con los brazos abiertos tras tú no poder jugar en la Gran Carpa. ¿Cómo fue la cosa?
En efecto, estuve un año en República Dominicana, que -como sabes- es la antesala de las Grandes Ligas; incluso, estuve a punto de firmar con los Phillies de Filadelfia. Tuve una oferta de 300,000 dólares. Tenía 24 años. No se me dio porque me fracturaron el peroné de un pelotazo. Eso provocó en mí un gran pesar, estuve cerca de tres meses muy triste, deprimido, y entonces decidí regresar.
Sabes como es eso; muchos no te miran con buena cara, pero Carlos Martí dijo: “Él siempre va a ser bienvenido aquí”. Eso nunca lo olvidaré. Mi regreso al equipo Granma fue normal, jugué como cualquiera. No hubo ningún problema.
¿Y qué pasó con Carmona?
Mira, Julita, mis respetos para Carmona, el director de Industriales, el equipo insignia. Buen entrenador y mejor persona. Conduce una escuadra modelo, simplemente profesional. Lo conocí cuando jugué como refuerzo de los azules. Aprendí muchísimo con él durante los meses que estuve bajo su mando.
Según las estadísticas de Yasser Vázquez, el zurdo Raico Santos promedia 334 en siete SNB con 829 imparables y 339 carreras anotadas; sus jonrones suman 26 y 253 son sus impulsadas. El OBP es de 446 y sus bases robadas, 45. Su average defensivo es 983. Resultó campeón nacional cuatro veces con Granma y una con Matanzas, como refuerzo.
Hablando de béisbol y la importancia del primer bate, ¿te gusta ocupar esa posición? Para ti, ¿cuáles son los grandes hombres proa de la pelota cubana?
Sí, me gusta ser primer bate, hay que tratar de embasarse para que te impulsen y hacer score. Debes ser explosivo, veloz, mover rápido el bate, hacer del toque de bola un arte; tengo las condiciones para esa posición en el line up. Soy oportuno, tengo nervios de acero, bateador de contacto con poder ocasional. Soy robador de bases.
Mi defensa en los jardines es impecable, hacia los lados, hacia adelante y hacia atrás.
He trabajado la fuerza y conecto batazos largos, pero me sigue gustando ocupar las primeras posiciones ofensivas. En esos turnos puedo aprovechar más los robos de bases, la velocidad puesta en función de la ofensiva con bateo y corrido.
Cuba ha tenido excelentes hombres proa: el matancero Wilfredo Sánchez, el cienfueguero Reemberto Rosell, el camagüeyano Luis Ulacia, el capitalino Enriquito Díaz… son algunos de ellos. Mis respetos para todos y otros que harían muy larga la relación.
Entre ellos, para mí está mi primo Roel. Su constancia, su permanencia, sus características puestas en función del juego colectivo lo colocan en tan privilegiada lista. Yo lo sustituí en el equipo Granma en tan difícil posición cuando él fue a jugar al exterior, y apliqué todo lo que me enseñó.
¿Qué recuerdes de tu paso por Series Nacionales?
Yo he sido un pelotero tranquilo; nunca he tenido problemas con nadie. He tenido la suerte de ser pedido por otros conjuntos, cuando Granma no clasificaba. Así jugué con Santiago de Cuba, excelente compañerismo; Industriales, tremenda experiencia jugar con la novena de la capital, y Matanzas (SERIE NÚMERO 59). Todos recuerdan el un-dos mío con el cienfueguero César Prieto jugando por los Cocodrilos, que ese año se coronaron campeones. Éramos una regadera de hits y aportamos mucho a ese triunfo. Nos convertimos en ídolos de la afición matancera.
Equipo Todos Estrellas del béisbol cubano para Raico Santos
Esa pregunta se las trae porque Cuba tiene béisbol para hacer varios equipos Todos Estrellas, pero bueno, aquí va uno, el mío. Receptor: Ariel Pestano, inicialista: Alexander Malleta, segunda: Antonio Pacheco, campo corto: Eduardo Paret, tercera: Yuli Gurriel, jardinero izquierdo: Frederich Cepeda, center field: Roel Santos y right: Alexei Bell, lanzador derecho: Norge Luis Vera, lanzador zurdo: Adiel Palma, relevista: Yolexis Ulacia, designado: Orestes Kindelán, “El Tambor Mayor”. Esos son los verdaderos caballos de la pelota cubana, Pacheco, Kindelán, Paret, Cepeda, el Yuli, Bell, Pestano, Vera... ¡en fin! Manager: Carlos Martí.
En las Grandes Ligas, que tiene en sus rósters a muchos cubanos, ¿cuál es tu preferido?
Como dices Julita, hay unos cuantos que sobresalen, unos como Yordan Álvarez por encima de otros, pero te respondo tu pregunta; para mí, el Yuli Gurriel, quien a sus 40 años sigue batallando, sigue brillando; el pelotero más mediático del béisbol cubano. Ese es mi preferido.
¿Qué es para ti el béisbol?
Un juego, una diversión, una pasión, un medio de vida, una lucha constante por hacer las cosas bien. Ser feliz y hacer feliz a los tuyos, a la afición, a todos los que lo amen. El béisbol es felicidad, es amor. Cuando haces bien las cosas, duermes bien, disfrutas; cuando te salen mal... ¡uff! Pero la pelota es un juego y como juego, es para divertirse.
Raico, tú siempre que has sido convocado, has jugado por Cuba. ¿Qué significa esto para ti? Otros se niegan.
Siempre lo he hecho y lo voy a seguir haciendo. Es fundamental por mi mamá y mi papá; ellos dicen que la única bandera a representar es la cubana. Claro, respeto a aquellos que no lo quieran hacer, su decisión también es tenida en cuenta. Sus motivos tendrán. No me meto en eso. Cada persona es un mundo, cada cual tiene su modo de pensar; ahí radica la libertad de pensamiento, de hacer y decir.
Aspiraciones de Raico Santos a sus 30 años…
Seguir jugando béisbol, hacer felices a mis seguidores y buscar el confort de mi familia. Por cierto, aquí, junto a mí en México se encuentran mi esposa Marien y mi pequeñita de tres años, Valentina. En Cuba está la mayor, de 11 años, Emily Liyenis. Por ellas y por mi familia lucho y seguiré jugando pelota hasta que Dios me lo permita.
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