Poco más se puede decir de Sandro Castro. Sus redes sociales recogen toda su “producción intelectual” para la historia de la infamia en Cuba.
Este lunes, luego de sus habituales parrandas de fin de semana en su bar EFE del Vedado habanero, el bobo-influencer de turno alumbró nuevo contenido en su Instagram. Consciente del “éxito” de su serie chupasangre, Sandrito rodó otro capítulo dedicado a enseñar “cómo reanimar a un vampiro”.
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Tendido sobre el asfalto de una calle (posiblemente la avenida 23 de la capital, donde guarda su ataúd en estancias secretas de su bar), el guanajo representó una maniobra de reanimación cardíaca, en la que uno de sus pajes le aplicaba dos botellas de Cerveza Cristal al pecho, a modo de desfibrilador.
Con ‘Llamado de Emergencia’ de fondo, un tema de Daddy Yankee de 2008, el “moribundo” vampiro resucita al beber un trago de Cerveza Cristal, echando espuma por la boca.
Habría que preguntarle a Eduardo Lacerda, director de Cerbuco Brewing Inc., o a Nelson Arias Moreno, presidente de la Corporación Alimentaria S.A. (CORALSA), ambos responsables de la empresa mixta Cervecería Bucanero S.A., si les parece bien que Sandro Castro publicite la Cerveza Cristal en sus redes sociales, con “ocurrencias” que ofenden la dignidad de los cubanos.
O quizás la pregunta deba ir dirigida a Alberto López Díaz, ministro de la Industria Alimentaria de Cuba, de quien depende CORALSA. O quizás pueda responder a esta cuestión Alejandro Castro Espín, coronel de la Inteligencia del ministerio del Interior (MININT) y tío del joven “emprendedor”, que quizás sepa lo que pasa entre las orejas de su sobrino.
Está claro que Antonio Castro Soto del Valle, tío de la criatura, no será quien responda por la verborrea de su sobrino, pues sus neuronas están al límite tratando de conseguir "hoyo en uno" e intentando “manichear” el béisbol cubano en las Grandes Ligas desde un yate en las islas del Mar Egeo.
Y en cuanto a su padre, Alexis Castro Soto del Valle, no se puede ocupar de todo en esta vida. Ya tiene suficiente con pedir explicaciones al primer ministro Manuel Marrero Cruz por los "errores cometidos", exigirle respuestas al ministro de Agricultura, Ydael Pérez Brito, teorizar sobre el significado de "revolución" y otras proezas mentales regadas con Ribera del Duero. El pobre, ¡cómo no va a anunciar su retiro de las redes sociales!
El nieto del dictador Fidel Castro ha demostrado fehacientemente que su cerebro está carcomido por la tara familiar que supone pertenecer a la “familia real” que tiraniza a los cubanos desde hace 66 años.
Más de medio siglo de vida lujosa, montañas de privilegios, desconexión con la realidad y desprecio al pueblo han dejado huella en Sandrito, quien se cree empresario y “rey de la noche habanera”, y considera como súbditos a los cubanos sin derechos que pueblan la faz insular.
Como buena alimaña hematófaga, el guanajo con colmillos ya ha probado sangre y le ha cogido el gusto a eso de provocar y burlarse de los cubanos en las redes, justo cuando más vulnerables y desprotegidos están por el hundimiento del régimen que construyó su abuelo.
No va a parar, seguirá cloqueando sus idioteces hasta que un día le toque ese baño de realidad donde echará de menos los pelos erradicados con depilación láser. Como diría Daddy Yankee, “control, necesitamos asistencia en el área / lo estamos perdiendo, lo estamos perdiendo, control /se nos va, se nos va…”. Sandrito se nos fue.
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