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En un 8 de marzo marcado por la crisis energética, el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) de Cuba vuelve a mostrar su fragilidad con un déficit estimado de 1,469 MW en el horario pico, lo que provocará prolongados apagones en la mayoría del país.
Mientras el régimen intenta maquillar la conmemoración del Día Internacional de la Mujer con discursos vacíos, la realidad cotidiana de las cubanas se ve marcada por la precariedad energética, el colapso de la infraestructura y la carga desproporcionada de la crisis sobre sus hombros.
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Según el informe de la Unión Eléctrica (UNE), el país amaneció con una disponibilidad de solo 1,800 MW frente a una demanda de 2,085 MW, lo que ya generaba una afectación de 338 MW.
Para el mediodía de este sábado, se esperaba que la cifra aumentara a 850 MW, mientras que en el horario pico se estima un déficit de casi 1,500 MW, superior al de la víspera, y con posibilidades de alcanzar una cifra mayor ante la inestabilidad del sistema.
El informe técnico detalla que las principales termoeléctricas del país operan con serias deficiencias. Entre las unidades fuera de servicio por averías se encuentran la Unidad 5 de la CTE Nuevitas y las Unidades 1 y 2 de la CTE Felton, que volvió a sufrir una avería inesperada en su caldera, a pesar de los múltiples intentos por solucionar sus debilidades en esa zona.
A esto se suma el mantenimiento programado de varias plantas como la CTE Mariel, CTE Santa Cruz y CTE Cienfuegos, además de severas limitaciones térmicas y la falta de combustible que mantiene inactivas 47 centrales de generación distribuida y tres motores de la patana de Melones, con un impacto total de 312 MW.
Las cubanas, las más afectadas por la crisis energética
La crisis eléctrica en Cuba no solo significa oscuridad y calor insoportable. Para muchas mujeres, implica una carga adicional en su rutina diaria: cocinar sin electricidad o gas, cuidar de ancianos y niños en condiciones adversas, y buscar alternativas para mantener el sustento familiar en un país donde la escasez y la inflación golpean sin piedad.
A pesar de los discursos oficiales sobre igualdad de género, las cubanas son quienes más sufren el peso de una crisis provocada por décadas de mala gestión y corrupción estatal.
Sin acceso estable a electricidad, enfrentan mayores obstáculos en su vida laboral, educativa y personal. Mientras en otros países se avanza en derechos y condiciones dignas para las mujeres, en Cuba se les condena a sobrevivir en un sistema fallido.
Un futuro sin soluciones reales
El régimen cubano sigue sin ofrecer respuestas estructurales a la crisis energética. En su lugar, insiste en excusas técnicas y culpabiliza a factores externos, sin asumir su responsabilidad en el deterioro progresivo del SEN.
La falta de inversión en infraestructura, la obsolescencia de las termoeléctricas y la dependencia de importaciones de combustibles han sumido a Cuba en una espiral de apagones sin solución a la vista.
Este 8 de marzo, las mujeres cubanas no celebran avances ni conquistas. Celebran, si acaso, la resistencia ante un sistema que las ha condenado a vivir en la penumbra, no solo eléctrica, sino también económica y social.
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