Rubio y la "política rigurosa" de la administración Trump hacia Cuba: La incertidumbre pica y se extiende

Activistas y opositores cubanos empiezan a ver un cambio de rumbo contrario a sus expectativas, con una administración Trump que se aleja de su tradicional alianza con las democracias occidentales y estrecha lazos con el régimen autocrático de Vladimir Putin.

La activista cubana Rosa María Payá y el entonces senador Marco Rubio (2017) © victimsofcommunism.org
La activista cubana Rosa María Payá y el entonces senador Marco Rubio (2017) Foto © victimsofcommunism.org

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Tras asumir en el cargo, el Secretario de Estado Marco Rubio y la administración de Donald Trump reiteraron su compromiso con una política "rigurosa" hacia el régimen cubano.

Bajo el título de “Restableciendo una política firme hacia Cuba”, el Departamento de Estado publicó el 31 de enero una declaración de Rubio en la que expresó el rumbo de la nueva administración del republicano, marcada por acciones contundentes como la reactivación del Título III de la Ley Helms-Burton y la ampliación de la lista de entidades cubanas restringidas.


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Sin embargo, las recientes declaraciones del embajador Richard Grenell, el diplomático que viajó a Venezuela a finales de enero como enviado especial del presidente Trump para una reunión con Nicolás Maduro, las dudas acerca de cuál será el rumbo de la política exterior hacia las dictaduras de América Latina empiezan a manifestarse de forma creciente.

En ese sentido, la comunidad de exiliados cubanos, así como los votantes venezolanos y nicaragüenses que respaldaron a Trump bajo la promesa de una postura dura contra las dictaduras de la región, empiezan a mostrar signos de preocupación.

Captura de pantalla Facebook / Embajada de Estados Unidos en Cuba

Donald Trump no busca un cambio de régimen en Venezuela

Entrevistado el sábado 22 de marzo en el programa "American Thought Leaders", de The Epoch Times, Grenell afirmó que el mandatario estadounidense no busca cambios en el régimen venezolano.

"Miren, estamos muy claros sobre el gobierno venezolano y Maduro, pero Donald Trump es alguien que no quiere hacer cambios en el régimen. Es alguien que quiere hacer todo lo que podamos para hacer a las personas americanas más fuertes, más prósperas. Y en eso es en lo que nos centramos ahora", expuso en la entrevista.

Agencias de prensa habían afirmado, tras la toma de posesión de Trump, que su equipo estaba perfilando una estrategia que buscaría poner fin a más de dos décadas de chavismo en Venezuela.

Una de las primeras medidas en consideración sería la revocación de la licencia que permite a la petrolera estadounidense Chevron operar en el país sudamericano. Otras fuentes aludieron que la estrategia incluía una salida negociada para Maduro hacia el exilio, posiblemente en Moscú, similar a la situación del líder sirio Bachar al Asad.

No obstante, aunque Grenell alertó este sábado que todavía tienen asuntos que tratar con el régimen de Maduro, no adelantó de qué se trataba. Sus palabras, más que tranquilizar o dar esperanzas a los exiliados venezolanos, no han hecho más que encender las alarmas de las sociedades civiles de Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Activistas y opositores de estos países empiezan a ver un cambio de rumbo contrario a sus expectativas por parte de una administración Trump, que se aleja de su tradicional alianza con las democracias occidentales, y estrecha lazos con el régimen autocrático de Vladimir Putin.

Teniendo en cuenta la fuerte alianza de Rusia con las dictaduras cubana, venezolana y nicaragüense, los demócratas de esos países se preguntan cómo Estados Unidos será capaz de promover sus intereses en la región, al tiempo que se inclina a favorecer los de Moscú.

Un inicio prometedor, pero con dudas en el horizonte

Las declaraciones de Rubio, enfatizando el restablecimiento de la Lista Restringida de Cuba y la permanencia de la isla en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, parecían en línea con la política de mano dura que prometió la administración.

Según Rubio, "el Departamento de Estado promueve la rendición de cuentas del régimen cubano por oprimir a su pueblo y rechaza la interferencia maligna de Cuba en las Américas y el resto del mundo".

Este discurso resultaba coherente con la visión del senador republicano, quien desde su posición dentro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, fue durante años un duro crítico del régimen totalitario de La Habana, denunciando la represión, la violación de derechos humanos, la corrupción y la naturaleza del poder de la dictadura, basado en un entramado familiar empresarial que engloba a la cúpula militar y del partido comunista.

Junto a sus colegas María Elvira Salazar, Mario Díaz-Balart, Carlos Giménez, Rick Scott y otros, el senador Rubio criticó la política exterior de la administración Biden hacia los regímenes autocráticos de la región y prometió un cambio hacia una política de mano dura una vez llegase Trump a la Casa Blanca.

En diciembre, el congresista Díaz-Balart aseguró que Trump pondría fin a las dictaduras en la región, una afirmación que resonó entre sus votantes.

En declaraciones pasadas, Rubio calificó al régimen cubano como una amenaza para la seguridad de EE.UU., mientras que ahora sus acciones parecen limitarse a medidas administrativas sin un impacto directo en el desmantelamiento del sistema represivo cubano.

Al mismo tiempo, aseguró que la dictadura cubana "no podrá sostenerse mucho tiempo más", y Díaz-Balart celebraba la llegada de Trump al poder ironizando con su repercusión en La Habana, Caracas y Managua. “Deben estar nerviosos”, dijo, pero la realidad parece no darle la razón, pues en esas tres capitales se respira una tensa calma a la espera de ver cuáles serán los siguientes pasos de Washington.

Señales contradictorias desde la Casa Blanca

Mientras todo indica que Trump estaría considerando un posible giro en su relación con el chavismo en Venezuela, crece el número de los que temen que esta sea la tónica predominante en la relación estadounidense con el régimen cubano y el de Daniel Ortega en Nicaragua.

Exiliados y analistas políticos que confiaban en un endurecimiento de las sanciones y un mayor compromiso con la restauración de la democracia en la región, ahora miran alarmados hacia el Departamento de Estado, temiendo un cambio de prioridades en el actual contexto geopolítico.

Por otro lado, las expectativas de los cubanoamericanos con respecto a Rubio, quien fue celebrado en noviembre por su nombramiento como Secretario de Estado, ahora también se ven empañadas por la falta de medidas concretas contra La Habana.

Las dudas sobre la consistencia de la política exterior podrían aumentar el desencanto de los votantes latinos de Trump. La incertidumbre sobre la política hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua podría tener repercusiones políticas en la base de apoyo del Partido Republicano en el sur de la Florida.

Muchos votantes cubanos y venezolanos respaldaron a Trump con la esperanza de una acción decidida contra estos regímenes. No obstante, los recientes movimientos han provocado un creciente escepticismo.

El tiempo dirá si la administración Trump realmente mantendrá la "política rigurosa" prometida, o si las señales de un cambio de estrategia se confirman, generando una posible fractura en el apoyo de la comunidad exiliada.

Mientras tanto, la incertidumbre pica y se extiende entre quienes confiaron en un giro decisivo que, hasta el momento, no se ha concretado.

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