Medida surrealista en Santiago de Cuba: Estudiantes obligados a morder el pan para evitar la reventa

La medida se inscribe entre los grandes despropósitos de las autoridades para hacer frente a la escasez de alimentos, la inflación y demás síntomas de una crisis generalizada que amenaza a amplias capas de población en riesgo de inseguridad alimentaria.

Estudiantes de secundaria en horario de merienda en Cuba (imagen de referencia) © artemisadiario.cu
Estudiantes de secundaria en horario de merienda en Cuba (imagen de referencia) Foto © artemisadiario.cu

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En su empeño por combatir la reventa de la merienda escolar entre los estudiantes, las autoridades de la provincia de Santiago de Cuba implementaron una insólita medida que ha generado polémica y preocupación entre padres y educadores.

Ahora, los alumnos de Secundaria Básica deben morder el pan de su merienda antes de salir del aula, una acción que supervisa el personal docente de cada institución y que se inscribe por derecho propio entre los grandes despropósitos de las autoridades cubanas para hacer frente a la escasez de alimentos, la inflación y demás síntomas de una crisis generalizada que amenaza a amplias capas de población en riesgo de inseguridad alimentaria.


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Esta "solución", desvelada por el medio independiente Diario de Cuba, pretende frenar la práctica extendida de vender el pan, una actividad que los estudiantes santiagueros han adoptado para enfrentar la escasez y mejorar su situación económica, y que en ocasiones llevan adelante en complicidad con los profesores, en lo que constituye una muestra más de degeneración del sistema educativo en Cuba.

La reventa de la merienda escolar es un reflejo de la inseguridad alimentaria y la pérdida del poder adquisitivo que afecta a las familias cubanas. Muchos alumnos recurren a la venta de sus panes y bebidas para obtener dinero, que luego utilizan para cubrir diversas necesidades, desde el transporte y artículos de aseo hasta la diversión y el apoyo económico a sus familiares.

Esta práctica, aunque extendida, es vista por muchos como antihigiénica y perjudicial para la salud de los estudiantes. Sin embargo, los alumnos lo perciben como una oportunidad para obtener ingresos que destinan para satisfacer sus necesidades, o aportar a las precarias economías de sus familias.

Lisandra Ordoñez, estudiante de la secundaria Rubén Bravo, relató al citado medio cómo ella y sus compañeros comenzaron a vender los panes en octubre del año pasado. "Primero lo hacíamos los amiguitos más cercanos, luego el grupo completo. Todos los días uno solo de nosotros recibe los ingresos de la venta", comentó.

Para algunos estudiantes, como Liena Peñalver, esta venta les permite adquirir productos básicos como champú y productos de aseo, mientras que otros, como Elder Toledano, utilizan el dinero para transporte y actividades recreativas.

Opiniones encontradas entre los padres

La medida ha sido recibida con escepticismo y descontento por parte de los padres, quienes consideran que obliga a los estudiantes a comportarse de manera insólita.

Lidia Pacheco, madre de dos adolescentes, criticó la disposición, afirmando que "ataca las consecuencias y no las causas de un problema creado por la debacle de la economía y la agudización de la pobreza". Otros padres, como Odalis, la califican de "absurda y contraproducente".

El Dr. Rafael, quien tiene un hijo en esta enseñanza, señaló que "los daños provocados por el déficit de nutrientes en jóvenes a cuyos padres les falta dinero para asegurarles una dieta adecuada tienen múltiples consecuencias para su futuro". Argumentó que obligar a los adolescentes a comer la merienda no resuelve el problema de fondo.

Desde el pasado año, la calidad de la merienda escolar ha decaído significativamente. Nilsa, otra estudiante, explicó al citado medio que la merienda llega tarde y que el pan ya no incluye ningún acompañamiento, lo que la hace poco apetecible.

La falta de alimentos nutritivos en la merienda escolar se ha agravado debido al déficit de harina y la crisis alimentaria en la Isla, obligando a muchos estudiantes a salir de sus casas con apenas un bocado.

En 2002, se inició una política en la enseñanza media que buscaba garantizar condiciones alimentarias adecuadas para que los adolescentes pudieran permanecer en la escuela durante todo el día.

Sin embargo, la crisis actual ha desmantelado estos propósitos. La merienda escolar, que debería cubrir el 30% de las necesidades nutricionales diarias de los estudiantes, se ha reducido a un simple pan con agua, sin ningún valor nutricional significativo.

La medida de obligar a los estudiantes a morder el pan para evitar su reventa ha puesto de manifiesto la gravedad de la crisis económica y alimentaria en Cuba. Mientras los estudiantes buscan formas de aliviar sus necesidades básicas y ayudar a sus familias, las soluciones impuestas parecen no atacar las raíces del problema.

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