La dinámica demográfica en Cuba refleja el impacto que está teniendo la crisis económica y migratoria en una sociedad que se descapitaliza de jóvenes, mientras crece su población anciana en un contexto económico de inflación y aumento de la pobreza extrema.
La última reunión de la Comisión Gubernamental para la atención a la Dinámica Demográfica, celebrada este martes, puso sobre la mesa un dato significativo y revelador: los ancianos constituyen el único grupo poblacional que crece en Cuba.
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Un reportaje de la Televisión Cubana que informó sobre la reunión se encargó de revelar el dato sin hacer énfasis alguno en sus implicaciones demográficas. Según la reportera del medio oficialista, el primer ministro Manuel Marrero Cruz "insistió en la responsabilidad de los gobiernos locales de garantizar el mayor bienestar posible a las personas de la tercera edad, único grupo poblacional que crece en Cuba".
Sobre la responsabilidad de los gobiernos locales abundó el reportaje, tal y como corresponde a la misión de la prensa oficialista, considerada como altavoz del gobierno y el Partido Comunista de Cuba.
La estrategia de trasladar la responsabilidad a los gobiernos locales viene siendo implementada desde la designación de Miguel Díaz-Canel como gobernante de Cuba, por obra y gracia del dictador Raúl Castro.
Desde entonces, el Palacio de la Revolución viene desplegando unas políticas y una estrategia comunicacional que refuerza el mensaje que libra de responsabilidad al gobierno central, y machaca la idea de que la alimentación, el transporte y los servicios públicos deben ser una prioridad garantizada por las entidades locales, a pesar de tener Cuba una economía centralizada y planificada con fuerte presencia del sector estatal.
En la actualidad, 117 municipios del país cuentan con hogares de ancianos y 51 no disponen de este servicio. A propósito de ello, Marrero Cruz mencionó deficiencias que lastran este servicio público, como la mala calidad en la elaboración de los alimentos, o el deterioro constructivo de numerosas instalaciones.
“Si nosotros seguimos viendo todos estos temas como estadísticas, y no con la sensibilidad que conlleva, no vamos a resolver esto. Y aquí hay responsabilidad. Yo no sé cómo se puede convivir con tantos problemas que se pueden resolver ahí de inmediato, en el mismo municipio”, amonestó el primer ministro.
Por su parte, la viceprimera ministra Inés María Chapman Waugh se preguntó por qué persisten estas deficiencias “si hay un presupuesto para esto”. Según Chapman Waugh, “hay que comprobar que el presupuesto destinado para comprar todos los recursos se esté utilizando adecuadamente, porque ¿adónde va el dinero entonces?”.
En febrero de 2023, el vicejefe de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) de Cuba llamó a no dramatizar el envejecimiento de la población en la Isla.
Juan Carlos Alfonso Fraga, directivo de la entidad, reconoció en entrevista con AP que la caída en el número de nacimientos "no es un tema menor", pero expresó que tampoco era para "flagelarse".
"Con eso tenemos que trabajar y con eso tenemos que desarrollar el país. No dramatizarlo ni flagelarnos", afirmó. Por su parte, en diciembre de 2021, Marrero Cruz destacaba que en Cuba había 2,4 millones de personas mayores de 60 años -la edad jubilatoria-, lo que representaba algo más del 20% de la población total de la isla, y se espera que en 2030 este grupo etario supere el 30%.
Durante la entrevista, Fraga reveló que al cierre de 2022, la cifra oficial de cubanos era de 11.089,500. Sin embargo, el dato no tomó en cuenta los más de 330,000 cubanos que entraron a Estados Unidos por su frontera sur entre octubre de 2021 y diciembre de 2022. En contraposición a los datos ofrecidos por el vicejefe del organismo estatal, otros expertos creen que actualmente en Cuba hay algo más de 10 millones de habitantes.
Investigadores latinoamericanos alertan de las consecuencias que trae el aumento de la población de adultos mayores, indicando que esta dinámica demográfica “está caracterizada por una alta incidencia de la pobreza, aguda inequidad social, baja cobertura de la seguridad social y probable tendencia hacia el deterioro de las redes de apoyo familiar”.
Según Cardona y Peléz, “las repercusiones en la seguridad social se expresan principalmente en los sistemas de pensiones y jubilaciones, aumento en la necesidad de asistencia médica, psicológica y socioeconómica, debido al incremento en la presentación de enfermedades crónicas, incapacitantes y degenerativas que requieren servicios especializados, de alto costo y atención multidisciplinaria”.
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