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A sus 83 años, Luis Urbano Iznaga Morales, un jubilado del Ministerio del Interior (MININT) dedicado anteriormente a la seguridad personal, se ve obligado a barrer las calles del reparto Casino Deportivo, en el municipio habanero de Cerro, para poder subsistir.
Johanna Jolá Álvarez compartió en su muro en Facebook la historia “del abuelito laborioso que con amor y esmero cuida los jardines, parques y limpia las calles, del Reparto Casino Deportivo, para poder sustentarse en su vejez”.
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El actual panorama en Cuba, en medio de una agudización de la crisis económica, obliga que muchas personas de la tercera edad tengan que trabajar otra vez luego de retirarse, como única forma de subsistencia.
Según Álvarez, este señor mayor “ha dedicado la obra de toda su vida a ver un país mejor”, señalando que “merece el reconocimiento de todos”.
En la red social también sugirió que el régimen le debía mucho a este señor “al no poder garantizar a nuestros adultos mayores la vejez que necesitan y merecen”.
Por último, invitó a las personas a que no fueran insensibles ante la situación del anciano, que según sus propias palabras “todos los días se esmera por tener el barrio limpio a pesar de los pesares”, apuntando la escasez que vive hoy el país donde la basura se acumula y el gobierno se excusa en la falta de recursos dejando que la indiferencia y la negligencia ganen terreno.
Actualmente, algunos ancianos cubanos llaman la atención en las calles de La Habana mientras revisan la basura y acopian materias primas, para reunir un poco de dinero que les permita llegar a fin de mes.
El régimen en la isla ideó una iniciativa conocida como "Reciclo mi barrio" a la que se han sumado muchos ancianos, que han convertido el reciclaje, más que en una actividad ecológica, en una lucha diaria por la supervivencia en la capital del país.
La suerte de Ulises Pérez Cuevas, un cubano retirado de la Seguridad del Estado, ha sido diferente.
El señor denunció la precariedad en la que vive a pesar de haber dedicado sus mejores años a defender el llamado proceso revolucionario.
En un video compartido por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos en su cuenta de Twitter, el anciano relató que a los 14 años se incorporó a la clandestinidad, y que en 1959 lo enviaron para La Habana, donde se hizo agente de la Seguridad.
"Pero yo estoy pasando hambre, porque 1,500 pesos no alcanza para comer, todo está muy caro", recalcó.
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