La escasez extrema de alimentos en Cuba conduce a un aumento en la caza y comercialización ilegal de carne de gato en territorios como Guantánamo.
La denuncia de esta desagradable y peligrosa práctica fue documentada en un artículo de Food Monitor Program
que refleja cómo la penuria alimenticia en la región oriental del país, orilla a sus pobladores a consumir carne de gato, poniendo en riesgo la salud pública y violando leyes de bienestar animal.
Lo que alguna vez fue una práctica escondida, ahora se materializa con preocupante regularidad. La carne de gato se está convirtiendo en una alternativa alimentaria en la desesperada lucha por la supervivencia.
La prominencia de este comercio clandestino en la provincia de Guantánamo obedece a diversas razones que, en conjunto, esbozan un cuadro de extrema necesidad.
En primer lugar está la dificultad económica para adquirir carne convencional, donde precios exorbitantes y suministros insuficientes. En segundo lugar, ya comienza a extenderse una creencia popular de que existen supuestos beneficios curativos de la sopa de cabeza de gato.
Los vendedores no hacen distinciones y avanzan con su captura indiscriminada de gatos, sin importarles si son mascotas o animales callejeros. Esta situación, abre heridas profundas en la comunidad.
Tanto los animales como los procesos de sacrificio y preparación de la carne para su venta quedan lejos de cualquier norma sanitaria. Esto eleva los riesgos de transmisión de enfermedades como la toxoplasmosis y la rabia a los posibles consumidores.
El sombrío escenario trae a la mente de los cubanos las crudas épocas del Período Especial, donde la escasez de alimentos llevó a acciones desesperadas de supervivencia.
Sin embargo, ahora la cosa va mucho más allá de lo vivido otrora pues algunas personas aseguran que el comercio de carne de gato se encuentra visible incluso en plataformas de venta en línea como el grupo "Revolico Guantánamo".
La proliferación de este "producto" en el mercado negro subraya la inacción y el fracaso de las autoridades en garantizar la seguridad alimentaria y el cumplimiento de la ley de bienestar animal, el Decreto-Ley número 31/2021, que aunque establece penalizaciones para el maltrato, persisten las violaciones a lo largo de la isla.
El temor entre los dueños de mascotas crece ante la normalización colectiva del consumo de carne de gato en algunos sectores de la sociedad cubana, donde la urgencia de combatir el hambre sobrepasa las consideraciones éticas y sanitarias.
La comunidad internacional y las organizaciones de protección animal han puesto el foco en esta alarmante situación, pero la respuesta del régimen es inexistente.
El hambre en Cuba está llevando a los ciudadanos a tomar medidas extremas en contravención de la ley y la moral pública.
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