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Si la palabra estampida les parece un poco exagerada, no le veo otro nombre a la cantidad de peloteros cubanos de toda la Isla que se han ido a probar suerte en otros “beisboles” del planeta.
Uno de ellos es el joven diestro capitalino Joel David de Paula, quien integró el staff de los Industriales, siendo muy jovencito y ahora se encuentra en México luchando por sus sueños.
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Me imagino que el deseo de competir al más alto nivel te condujo fuera de Cuba ¿cómo llegas a México?
Salí de Cuba en el 2018 en busca de abrirme paso en la Gran Carpa, algo que no pude alcanzar por varios factores adversos que no quiero divulgar.
Veo que has jugado en los Pericos de Puebla, los Charros de Jalisco, los Sultanes.
En México, en el 2020 empecé a jugar en plena pandemia con los Sultanes de Monterrey, en la pretemporada. Lamentablemente no pude jugar con ellos en la temporada regular porque admitían siete refuerzos y ya los tenían fichados.
Al siguiente año, 2021, tuve la oportunidad de estar con los Pericos de Puebla, Liga Mexicana de Béisbol. Estuve muy bien, fui un todo terreno, abrí, relevé. No me detuve y pasé a jugar la liga invernal mexicana; trabajé mucho, fuimos subcampeones nacionales, perdimos con Moncloa.
En el 2022 jugué la pretemporada con las Águilas de Veracruz pero también ellos tenían contemplados sus siete refuerzos por lo que me trasladé a la Liga Norte de México, en la cual nuevamente me utilizaron indistintamente como abridor, relevista intermedio y cerrador con excelente resultado: 5 victorias, 4 salvados, 2 perdidos.
Esa Liga Norte tiene calidad, hay muchos peloteros extranjeros, se batea mucho. Mi labor me valió para integrar el staff de pitcheo de los Pericos de Puebla en la liga invernal, en su último tramo. De hecho, ese equipo se tituló campeón al ganarle al Moncloa en tres juegos.
¿Lanzaste en ese play off?
Sí, en el segundo choque. Me fue muy bien.
Sin embargo, en el 2023 no fuiste contratado con ningún equipo.
No, pero mira Julita, los tiempos de Dios son perfectos y en ese 2023, pero al final, pude jugar con los Charros de Jalisco en la Liga Mexicana del Pacífico. Lancé bien, me vieron y en estos momentos espero una propuesta para hacer pretemporada y así ganarme un puesto para la liga.
Nada te ha sido fácil en la vida. Desde muy jovencito peleas contra los molinos de viento ¿eres feliz aún así?
Estoy contento de vivir en México; llevo aquí seis años viviendo con meras familias mexicanas. Vivo en Puebla con mi esposa Fátima y mi bebé Ahmed así como con mis suegros pero Cuba es Cuba y siempre se extraña la cuna que te vio nacer. Voy a cumplir seis años sin ver a mis padres pero confío en Dios. Espero algo bueno para mi familia y para mí. Usted estuvo aquí y sabe que Puebla es una ciudad muy bonita y alegre, así que soy feliz aquí.
Estoy entrenando, enfocado, mejorando todo lo que pueda. He trabajado en la perfección de mis lanzamientos. Trabajo más la slider, el cambio, la sinker y la curva. Estudio más al contrario: conocer sus deficiencias, saber qué envío hacer en cada momento. Juego una liga los domingos en San Juan del Río en Querétano con el equipo de Gallos. Una buena liga que me sirve de preparación para jugar la pretemporada de la liga azteca.
Varios jugadores cubanos, tras ver pasar sus mejores momentos en el béisbol profesional, van a competir por sus equipos provinciales en la Serie Nacional. Aunque no es tu caso por lo joven que eres y los objetivos que tienes ante ti ¿jugarías con los azules otra vez?
Como bien dices: ahora estoy enfocado en crecer en este béisbol; en mi mente no está jugar con mis Industriales. Mejor ni hablar de eso.
Inicios, primer entrenador, primer terreno que pisaste ¿siempre pitcher? Con tu estatura ¿no pensaste en otro deporte?¿Eres de la pirámide del alto rendimiento, EIDE, ESPA?
Tengo 26 años y desde los cinco juego pelota; empecé en el municipio de 10 de octubre en La Habana. Mi papá fue mi iniciador. A él le debo mi echar a andar. No puedes imaginar, cuando yo pasaba por los alrededores del estadio “Tomás Edison” en la Víbora, la emoción que me embargaba.
Así di mis primeros pasos. Recuerdo a Osvaldo, a Eduardo; son varios. Les agradezco a todos. Empecé como bateador. En las categorías inferiores jugaba tercera, primera, jardines; a veces ocupaba la receptoría. Entre los nueve y diez años me inculcaron el pitcheo. A los 11 tomé el camino definitivo de lo que sería mi vida: ¡ser lanzador!
Eduardo Rodríguez, que pitcheó por los Metros, fue el hombre que me inició en la mecánica del lanzar: cómo lanzar, cómo tirar cambios, la recta. Cuando tuve 13-14 años matriculé en la EIDE del Cotorro y allí permanecí por tres años bajo las orientaciones de Erlys Garrido, el difunto Robertico, Bastida, mi entrenador de pitcheo y Norge Heredia.
Allí fuimos campeones nacionales dos años consecutivos; primero como relevo después como abridor, en mi último año como juvenil. Formé parte de la preselección nacional al Mundial de Japón, pero no fui seleccionado para integrar el equipo. Lamentablemente fueron muy pocas las oportunidades que me dieron para demostrar mi clase: tuve una y la aproveché; lancé un juego de una carrera en trece entradas.
Empezaban los problemas desde muy temprano porque a pesar de yo destacarme, había un grupo preconcebido que era el que viajaba; sencillo, yo no entraba en los planes de ellos.
Con apenas 16 años entré en la preselección de Industriales, ya tú sabes, los leones de la capital. Javier Méndez estaba armando el equipo y siempre confió en mí. Excelente preparador y director, gran ser humano. También estaban Juan Padilla y como entrenadores de pitcheo Calet Campo y Frank Javier Menéndez.
¿Alguna anécdota de esa época?
Unas cuantas, pero te cuento una. Al ser eliminado del equipo a Japón, al otro día me presenté en el estadio “Changa” Mederos para comenzar la preparación con Industriales; Javier me recibió y me preguntó si estaba listo para pitchear al otro día. Le dije que sí y lancé en la Copa “Yadier Pedroso” contra Artemisa. Ese día no me fue bien y muy honestamente me dijeron: “hay seis pitchers y solo dos plazas”.
Más adelante vendría la Copa Antillana de Acero en el Cotorro y yo me propuse no fallar. Javier me dio la bola de nuevo, esta vez como apagafuegos contra la Isla y saqué a mi conjunto de apuros y ganamos.
Después en el terreno de Cuatro Caminos contra Mayabeque superé a Mayabeque y esa labor me dio el boleto hacia el staff azul. Yo en ese juego entré en el tercero, caminé el resto del partido. Al final Calet me dijo: “si sacas la entrada que falta estás en el equipo”.
Imagínate Lavandera, Denis Laza y Danger Guerrero que se la sacaban a cualquiera del parque. Los dominé y cuando llegué al banco grité: “ya estoy en el equipo”
Esa noche, mi familia y yo esperando la nómina que la daba Andy Vargas en la COCO, de paso un saludo para Andy, y mencionaban nombre tras nombre hasta que el pitcher 18 era Joel David de Paula. Empecé a reír, a llorar. Cumplí el sueño de mi padre.
¿Qué tiempo estuviste con los azules, que recuerdas? ¿Alguna vez te sentiste solo luchando contra el mundo?
Estuve en tres Series Nacionales; Javier depositó en mí toda la confianza. Mi primera victoria fue sobre Ciego de Ávila. No olvido aquel encuentro. Vine de relevo en el último juego de la subserie y trabajé desde la segunda entrada hasta la sexta y logramos el éxito. Ganamos la subserie. Mi balance del año fue 8 triunfos y dos fracasos.
Excepto una salida como abridor que no me fue bien, todas las demás fueron de relevo. Me especialicé en esa función. Me sentí bien.
Ese mismo año de mi debut jugué sub 23, el manager fue Jorge Heredia y pasé al roll de abridor. Me fue muy bien. Estuve entre los pitchers que más trabajó en el certamen. La labor en el sub 23 me ubicó de abridor en mi segunda Serie Nacional con un Industriales que no pudo clasificar a la post temporada.
Así las cosas me preparé para el sub 23 pero con resultados nada buenos; fue mi peor sub 23, casi me quedo fuera de los Industriales en la SNB. Fui muy criticado, por la afición, por la prensa, por todos pero no perdí la cabeza. Me enfoqué en lo que quería y jugué en el Industriales de Víctor Mesa. En una exhibición previa al inicio de campaña tiré 92 millas y Víctor me dijo: “estás en el equipo”
Sin embargo, tampoco te fue bien en la Serie.
Mira, en la pretemporada estuve bien pero ya en la serie, no. Tampoco tuve ese respaldo, esa oportunidad aunque cuando me daban la bola no lo hacía bien ¿qué pasó? Ni yo mismo sé. No le echo la culpa a nadie. Son cosas que pasan.
Hay que aprender a salir de los malos momentos; no pude aprovechar la confianza de Víctor Mesa. Quizás otro se hubiera amilanado, pero yo no. Continué mi preparación y tuve una muy buena serie provincial, la que gané con mi equipo 10 de Octubre.
Recuerdo el juego semifinal en el “Frank D´Beche” de Guanabacoa. No hit no run en 9 entradas. Reconozco que ese buen resultado se debió al apoyo de Lázaro de la Torre y de Alfredo González, que era mi entrenador de pitcheo en el sub23.
Específicamente en ese sub23 yo fui ascendiendo y terminé como primer abridor. Recuerdo las pésimas condiciones a las que hay que acostumbrarse o, sencillamente, no juegas pelota: la pésima alimentación, el transporte horrible, ninguna condición favorable para el atleta y así y todo palante. Lázaro de la Torre era una figura inspiradora y lograba sacarnos el máximo. En el sub 23 fui el mejor lanzador derecho del país.
Creo que como todo ser humano, la perspectiva de un futuro mejor está presente en Joel David de Paula. Lo felicito por esto. El triunfo se disfruta más si nos costó trabajo. Éxitos al joven lanzador que tanto impresionó a los aficionados de la capital cubana.
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