El Gobierno cubano reconoció, durante una reciente reunión de su Consejo de Ministros, el incremento sostenido de los delitos en el país y la falta de “integralidad” en el actuar de las instituciones responsables, cuestión que, según el primer ministro Manuel Marrero Cruz, “no es solo responsabilidad del Ministerio del Interior”.
“Se mantienen las mismas complejidades, no se logra la contención ni la reducción de los hechos”, admitió Marrero Cruz durante dicha reunión en la que especificó que esta es una prioridad para el gobierno cubano en lo que eufemísticamente han dado en llamar “proyecciones para corregir distorsiones y reimpulsar la economía durante 2024”.
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El primer ministro y el viceprimer ministro Ramiro Valdés Menéndez, comandante castrista, coincidieron en sus intervenciones que el discurso "se combate desde el barrio", que para ellos es el lugar donde se encuentran los “revolucionarios”.
Lo que llama la atención es que no ahondaron en la desprotección que tiene el cubano en su cotidianidad para enfrentar, como ellos quieren desde el barrio, la elevada inseguridad que vive el país y a la cual más allá de palabras detrás de un buró o encerrados en una oficina, le hacen falta acciones concretas.
“Hace falta más mano dura. Hace falta de ir arriba a la blandenguería, a la falta de exigencias, a la falta de control en las fábricas, en los almacenes, donde quiera que están los recursos”, pidió Marrero pero en un tono de cansancio.
Por su parte, la Contralora General de la República, Gladys Bejerano, para referirse al robo de combustibles, apuntó que “hay mucha indisciplina y mucha falta de respeto a lo normado”, debido a que según ella el control depende de la propia administración de cada lugar y que el país tiene indicaciones sobre ese tema.
En un reporte presentado por la Televisión Cubana, Marrero repitió una verdad gritada a voces: “el resultado está cuando se detenga el incremento sostenido de los delitos, de estas manifestaciones negativas, cuando empecemos entonces a reducirlos a partir de que nos sumemos todos a este combate”.
Lo cierto es que la inseguridad se ha apropiado de la realidad cubana, visible en distintas manifestaciones y sin un límite claro a corto plazo.
A manera de estadísticas, a los dirigentes cubanos les falta esclarecer muchos datos. A pesar de las informaciones que circulan por medios independientes a la oficialidad cubana, los números son ocultos y el gobierno se limita a hablar, sin denotar en cualquiera de las diferentes maneras de experimentar la violencia que pueda tener la ciudadanía.
Algunos ejemplos han sido debatidos entre los cubanos, como la proliferación de bandas criminales en Santiago de Cuba, una ciudad en la que los informes de asesinatos están preocupando a la ciudadanía.
Lo mismo sucede con los robos de motos eléctricas, por la que muchos choferes han dejado de salir a determinadas horas del día.
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