Cubanos llevan las bicicletas chinas hasta Miami

"Es nuestra infancia".


Michel Acosta, un cubano residente en Estados Unidos, ha compartido en TikTok varios videos de bicicletas chinas de las que se popularizaron en Cuba en la difícil década del 90, que él ha comprado en afán coleccionista.

En imágenes compartidas en la citada red social, Acosta se ha mostrado entusiasta con los ciclos, que defiende por las buenas condiciones en que están a pesar de ser antiguos y de fabricación china.


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Una de las bicicletas que mostró, y por la que confesó haber pagado mucho dinero, es una Forever de hombre que todavía conserva la pintura original así como los rótulos y piezas de fábrica.

El cubano, que al parecer se dedica a la reparación y restauración automotriz, se defiende de las críticas de quienes lo tildan de “comunista” por gustarle las bicicletas chinas a pesar de vivir en EE.UU., y apela a los recuerdos que esos vehículos evocan en él.

"Señores, comunistas son ustedes.... atrapados en su propia desgracia mental", afirmó.

“Es nuestra infancia”, dijo antes de enumerar el amplio uso que los ciudadanos de la isla se vieron obligados a darle a los conocidos popularmente como "chivos".

A quienes le dicen que si le gustan las bicicletas del gigante asiático ahora las puedes conseguir modernas y mejores, también de fabricación china, Acosta replica que "estas son las que nosotros tuvimos".

En el apartado comentarios de sus varias publicaciones sobre el tema, decenas de internautas se mostraron nostálgicos de las bicicletas chinas, y algunos incluso dijeron estar interesados en saber cómo se pueden conseguir en Miami.

"¡Qué recuerdos! Queramos o no esto fue parte de nuestro pasado", afirmó uno de tantos comentaristas que dijeron entender la emotividad que evocan esas bicicletas en algunos cubanos, a pesar de que paradójicamente tales emociones están asociadas a años muy duros.

Otros en cambio arremetieron contra el joven al que instaron a "despertar".

"Despierta. Son arrastres del maldito Fidel. Vamos a vivir en prosperidad. Sé que es difícil cambiar desde una mente de miseria, pero ya pasó"; criticó alguien.

"¡Qué clase de atraso! ¿Qué recuerdo puede tener un tareco de esos? A mí lo único que mes recuerda eso es que siempre quise tener y tuve una del Yuma", apuntó otro.

Hay que recordar que el colapso de la Unión Soviética en 1991 significó un corte total de la fuente de petróleo para Cuba, y el transporte prácticamente se paralizó junto con el resto de la economía cubana.

El plan de austeridad de Fidel Castro durante el llamado “Período Especial en tiempo de paz” incluyó la compra de cientos de miles de bicicletas para reemplazar los vehículos consumidores de gasolina.

El primer envío de 200,000 Flying Pigeons de un solo engranaje llegó al país en noviembre de 1990. Estaban además las Forever y Phoenix.

En el lapso de un año, unas 530,000 bicicletas chinas circulaban por las calles de La Habana. Los trabajadores pagaban 125 pesos -casi la mitad del salario de la época- por tener una, mientras que los estudiantes pagaban 65 pesos. Al cierre de 1992 casi la mitad de los hogares tenían una o más bicicletas, según presumía por esa época el diario Granma.

En la pasión gubernamental por impulsar el uso de los ciclos, se crearon carriles para bicicletas incluso a lo largo del Malecón; las lanchas que cruzaban la bahía de La Habana estaban equipadas para bicicletas y se introdujeron ciclobuses para transportar ciclistas a través del túnel de la Bahía.

Superado lo peor del Período Especial, muchos acabaron renegando de ellas y considerándolas símbolo de los años duros, otros más benévolos no consiguen desligar esos recuerdos de una parte importante de sus vidas, a la que no quieren renunciar.

No son las bicicletas chinas la única nostalgia que ha emigrado con algunos ciudadanos cubanos, también están los nostálgicos de los autos rusos Lada y Moskvitch así como quienes no se han resistido a tener su MZ alemana en pleno Miami, piezas de museo en medio de la modernidad y el confort de la industria automovilística norteamericana.

Sin embargo, para gustos colores.

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