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La presencia de mercenarios cubanos en Rusia, dispuestos a combatir con el ejército de este país en su invasión a Ucrania, sigue acaparando titulares en prestigiosos medios de prensa internacionales como POLITICO, que en días recientes se sumó a investigar sobre este asunto y recabar testimonios de jóvenes reclutas de la Isla.
Un extenso artículo publicado el lunes en dicho medio por la periodista holandesa Eva Hartog (editora en jefe de The Moscow Times entre 2017 y 2019) volvió a poner el foco en los esfuerzos de reclutamiento transcontinental entre dos países que fueron aliados de la Guerra Fría, y cuyos regímenes actuales forjan nuevos vínculos desideologizados al calor de sus respectivos intereses y la ambición común de perpetuarse en el poder.
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Bajo el título “Trato 'con el diablo': conozca a los cubanos que se han unido a la guerra de Rusia contra Ucrania”, POLITICO se sumó a la lista de medios internacionales que recaban testimonios de cubanos reclutados por el Ejército de Rusia.
“Si este es el sacrificio que tengo que hacer para que mi familia salga adelante, lo haré”, dijo César (nombre ficticio para proteger su identidad). “Puedes ser físico nuclear y aun así morir de hambre aquí. Con mi salario actual apenas puedo comprar cosas básicas como papel higiénico o leche”.
Pedro, un recluta de unos 40 años en la ciudad rusa de Tula, dijo que le prometieron un trabajo como conductor “para trabajadores y material de construcción”, pero que al llegar a Rusia lo estaban preparando para el combate, arma en mano. “Firmamos un contrato con el diablo”, dijo al recordar el momento en que se alistó “para tener una vida mejor”, como muchos otros. Pero, “el diablo no reparte dulces”, admitió.
"Cuba y la Unión Soviética lucharon lado a lado en Angola y otros lugares, pero por razones ideológicas", dijo al citado medio Christopher Sabatini, investigador principal para América Latina del prestigioso think tank Chatham House. "Ahora se ha reducido a los términos más feos y mercenarios, dándole una cualidad transaccional que va en contra de décadas de amistad".
Para el investigador principal del Centro de Análisis de Políticas Europeas (CEPA), Pavel Luzin, con grandes pérdidas en Ucrania, Rusia “necesita carne de cañón”. Según este experto, "sin hablar el idioma, conocer el terreno local o el entrenamiento adecuado para la guerra moderna, los matarán rápidamente y eso es todo".
De los cuatro reclutas actualmente en Rusia que compartieron sus historias con POLITICO, tres dijeron que habían llegado en avión desde Cuba este verano. Uno dijo que tenía experiencia militar profesional. Otros dos habían completado dos años de servicio militar obligatorio estándar.
Cada uno de ellos dijo que habían llegado en avión desde Varadero junto con varias docenas de hombres más. Dijeron que sus pasaportes no estaban sellados al salir, y que al entrar a Rusia sus tarjetas de migración decían “turismo” como el propósito de su estadía. Tras un chequeo médico en “un edificio escolar vacío” cerca de Riazán, los cubanos firmaron un contrato con el Ministerio de Defensa ruso.
“Cuando nos entregaron el uniforme y nos dijeron que fuéramos a entrenar, me di cuenta de que no se trataba en absoluto de construcción”, dijo un recluta. Sin embargo, para entonces ya había caído en la trampa.
Su testimonio -parecido al de otros tantos jóvenes cubanos que accedieron a firmar contratos con el Ejército ruso- pone el foco sobre un turbio asunto que no ha sido aclarado por las autoridades de ninguno de los dos países, que intentan desligarse de unos hechos que ya han sido comprobados por diversos testimonios recabados por prestigiosos medios internacionales.
Se trata del futuro que les espera a todos los cubanos que estamparon sus firmas en el contrato militar. Un asesor legal muy conocido dentro de la comunidad cubana de Rusia le dijo a POLITICO el mismo duro mensaje que ha trasladado a decenas de reclutas cubanos que le habían pedido ayuda: "Una vez que has firmado el contrato, desertar equivale a traición".
El Ministerio de Defensa de Rusia no respondió a una solicitud de comentarios del citado medio.
No todos los cubanos que hablaron con POLITICO dijeron que habían sido engañados para unirse a la guerra. “Nadie les puso un arma en la cabeza”, dijo Yoenni Vega González, de 36 años, un migrante cubano en Rusia, sobre sus conocidos en Ucrania. "El contrato deja claro que vas a la guerra, no a jugar a la pelota ni a acampar".
“Vine aquí para darles a mis hijos una vida mejor, no para matar”, dijo Pedro por su parte. "No dispararé ni una sola bala", afirmó rompiendo a llorar.
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