Las vidas de una madre cubana, sus tres hijos menores de edad y su anciana mamá corren peligro a causa de las precarias condiciones de la vivienda que habitan en Camagüey, que puede derrumbarse en cualquier momento.
“Mileisy Rosales Vázquez vive con sus tres hijos de 2, 11 y 12 años de edad, respectivamente, junto a su mamá, en una casa en peligro de derrumbe total”, reveló el periodista José Luis Tan Estrada en una publicación en redes sociales, donde reprodujo un testimonio de la mujer sobre el deplorable estado de la “edificación” donde pernocta con su familia.
Rosales, sus niños y su madre residen en la calle Piedra Imán #14 entre Fundición y Comandante Aguiar, reparto Juanito, de la ciudad de Camagüey.
“Yo duermo con un ojo abierto y otro cerrado, no tanto por mí, sino por ellos, mis niños”, confesó la mujer.
“La vivienda, fabricada de madera, con el paso del tiempo se ha podrido, lo que ha ocasionado que toda la construcción esté inclinada hacia un costado sin apoyo alguno y en cualquier momento se desplome”, aseguró.
“El otro día, mi mamá sintió un ruido en la sala y asustada fuimos a ver, y era la madera que traqueó”, fue uno de los aterradores detalles que reveló Rosales.
La madre contó al periodista que a los tres meses de haber nacido su hijo más pequeño los visitaron varias veces los trabajadores sociales: “Hicieron anotaciones de todo tipo, tanto de la vivienda como de los escasos artículos, pero nunca resolvieron ningún problema”, denunció.
Un año después volvieron a visitarla, porque “tenían que reanudar los papeles de la supuesta ayuda que estaban entregando” y aseguró: “Todavía no la he visto”.
“Pero ellos debían actualizar ese papel cada seis meses. Pasaban y pasaban, pero sin resolver nada”, subrayó la madre. “Hace alrededor de dos años, fue que me vinieron a entregar dos camas, de las tres que me tocaban, y dos colchones, de tres, porque el ‘papeleo se hizo mal’, pero nada de mi situación”.
Según explica Tan Estrada en su publicación en Facebook, la mujer lleva más de dos años “planteando su situación a todos los organismos encargados de darle solución a su caso, y explicando el riesgo que representa, principalmente, para la vida de sus hijos pequeños vivir en estas condiciones, pero la respuesta que recibe es ‘muela’, como ella misma dice”.
En sus declaraciones al reportero, Rosales recordó que escribió y llamó en reiteradas ocasiones a “Toque de Clarín”, un programa radial y televisivo de participación ciudadana, sin ningún resultado. “Ahí me dijeron que iban a visitarme, pero jamás vinieron”, afirmó.
“Luego fui hasta el gobierno, la misma historia, que esperara, porque, según ellos, yo era uno de los casos críticos priorizados, y todavía nada de ellos”, recalcó.
Añadió que cuando se produjeron las últimas inundaciones en la ciudad de Camagüey, visitaron la casa una especialista técnica de la Dirección de la Vivienda, junto a la trabajadora social y la delegada de la zona, quienes “observaron todo”.
Diez días después, la mandaron a buscar “para pasar por una comisión de la propia Dirección de la Vivienda, en la que, me dijeron que me iban a dar una ayuda porque los niños no podían continuar viviendo en estas pésimas condiciones, pero aún sigo sin recibir nada”.
El periodista explica, además, que la madre de Rosales es jubilada, recibe una exigua pensión al igual que su hija, por lo cual no disponen de recursos económicos suficientes para realizar por sus medios la reparación de, al menos, una parte del inmueble. Añade que, aun cuando quisieran hacerlo, las críticas condiciones de la construcción no lo permiten. “Si se toca un palo, se cae todo”, fueron las palabras que le dijo Rosales.
“En todo este tiempo, Mileisy no se ha cansado de batallar y exigir una solución a su crítica situación, a pesar de que, la única respuesta que recibe es la insensibilidad, el engaño y las falsas promesas de las propias autoridades en Camagüey”, denuncia el periodista.
Los casos de madres con hijos que no tienen una vivienda con las condiciones idóneas para habitar son recurrentes en el país, y se dan a conocer en redes sociales en los últimos años, en busca de respuestas que no ofrecen las instituciones oficiales del régimen cubano, responsables de atender y dar solución a estos problemas.
Muchas de estas mujeres, desesperadas por resolver su situación, ocupan locales estatales abandonados. Sin embargo, quienes acuden a esta “solución” transitoria corren el riesgo de ser detenidas, como sucedió recientemente a una madre de La Habana, o recibir amenazas de las autoridades de ir a la cárcel, como está a punto de ocurrirle a otra de Pinar del Río.
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