Los migrantes cubanos se han convertido en la mano de obra favorita de los propietarios de bares en la frontera sur de México.
“Aproximadamente el 98 % de los que han pasado por este negocio a trabajar son cubanos, hemos tenido uno o dos venezolanos, algunos que ya están de base son hondureños. Los migrantes en sí son cubanos, hemos tratado de darle esa oportunidad con asesoría, incluso de migración”, comentó a EFE Antonio Armas Hernández, director el Marinero Men’s Club, en Tapachula, quien lleva cinco años contratando cubanos.
En agosto solamente unas 150 personas han llegado a trabajar en este club, entre ellas en la última semana unas 15 mujeres cubanas.
“Mi meta es llegar a Estados Unidos, voy para Texas y allá quiero trabajar porque este trabajo me sirve de una base, aquí aprendemos muchísimo, para (después) poder trabajar allá y ayudar a la familia en Cuba y sacarlas del país. Estudiaba enfermería y lo dejé”, dice Valeria, una migrante cubana de 30 años que trabaja de comisionista en el Marinero.
Este trabajo le permite pagar la renta, alimentos, servicios y sus trámites migratorios mientras permanece en Tapachula y además envía a su familia mensualmente unos 1,500 pesos mexicano (aproximadamente 88 dólares).
Los migrantes cubanos tienen una fuerte presencia en la ciudad fronteriza de Tapachula, en el estado de Chiapas, al sur de México.
A inicios de agosto, por ejemplo, se conocía que migrantes cubanos rescataron a un niño hondureño de cuatro años que fue olvidado por su madre en la estación migratoria de Tapachula, en la frontera sur de México.
Los cubanos contaron que el menor estaba desesperado y llorando.
Cuando le preguntaron si andaba solo les respondió que su madre subió a un autobús y que no sabía hacia dónde se había dirigido.
Entonces los migrantes lo entregaron en una caseta de la policía municipal, la cual hizo los trámites para que las autoridades competentes resguardaran al pequeño.
En febrero, más de tres mil inmigrantes cubanos en Tapachula esperaban recibir su permiso de tránsito por el país para llegar a la frontera sur de Estados Unidos.
A pesar de los radicales cambios de la política migratoria estadounidense en enero, con el cierre de la frontera para cubanos, nicaragüenses y haitianos, el flujo de inmigrantes no se ha detenido en México.
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