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La noticia de la muerte de la orca Lolita, también conocida como Tokitae, conmocionó este viernes al mundo, después de medio siglo de cautiverio en el Acuario de Miami.
La icónica ballena, que pasó más de cinco décadas en cautiverio en el Miami Seaquarium, falleció el viernes a causa de una afección renal, según informó el propio acuario en un comunicado.
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En los últimos días, Tokitae mostró signos graves de malestar, lo que llevó a su equipo médico a brindarle atención médica agresiva. A pesar de los esfuerzos por salvar su vida, la orca finalmente sucumbió a una afección renal. Esta noticia ha reabierto el debate sobre la ética de mantener a estos majestuosos animales en cautiverio.
Lolita fue capturada en 1970 y vendida al Miami Seaquarium por cerca de 20,000 dólares. Durante más de medio siglo, vivió en una piscina que, según activistas de defensa de los derechos de los animales, no era adecuada para un animal de su tamaño y complexidad.
Además, la soledad era su compañera constante, ya que no había otras orcas en el acuario. La única compañía que tuvo en cautiverio fue Hugo, un macho que también sucumbió a la desesperación y se quitó la vida en 1980.
Lolita era la última orca superviviente de las 45 que fueron capturadas y entregadas para exhibición en acuarios entre 1965 y 1973, una práctica que hoy en día es vista como cruel y poco ética. A pesar de los informes sobre su buen estado de salud recientes y la inversión en la mejora de sus condiciones de vida, la muerte de Lolita ha dejado en evidencia los problemas inherentes a mantener a estos animales en cautiverio.
La noticia de su fallecimiento llega justo cuando se estaba planificando su liberación en aguas del Pacífico estadounidense, su hábitat natural. La alcaldesa del condado de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, había anunciado en marzo pasado una "iniciativa histórica" para trasladar a Lolita de regreso a su hogar en el Pacífico Norte, un objetivo que lamentablemente no se ha podido cumplir.
Las orcas, como Lolita, son animales inteligentes y sociales diseñados genéticamente para vivir en libertad, migrar y alimentarse en grandes distancias en el océano. Mantenerlas en cautiverio, en piscinas relativamente pequeñas en comparación con su hábitat natural, ha sido objeto de críticas y controversia durante décadas.
Además de los problemas físicos asociados con la cautividad, como los daños dentales y el estrés, las orcas en cautiverio también enfrentan desafíos psicológicos debido a la falta de estímulos naturales y la interacción con su entorno original.
La muerte de Lolita marca un momento triste en la historia de la conservación de estos magníficos animales y resalta la importancia de continuar abogando por el bienestar de las orcas y su liberación de la cautividad. Su legado será recordado por generaciones de activistas y amantes de la vida marina que luchan por un futuro en el que estas criaturas puedan vivir en libertad y en armonía con su entorno natural.
A comienzos de agosto, el filántropo multimillonario Jim Irsay, consejero delegado de los Indianapolis Colts, afirmó que respaldaba un plan de 20 millones de dólares para liberar a Tokitae de su pequeño recinto en el Miami Seaquarium.
El plan consistía en subir a la orca de 2,000 kilos a un avión, cruzar Estados Unidos y liberarla en una bahía cercana a Seattle. "Amigos de Toki", el grupo activista que lideraba el traslado, declaró que el animal podía ser trasladado en un plazo de 18 a 24 meses.
El proyecto consistiría en cargar a la orca de seis metros de largo en un arnés y encerrarla en un tanque de cristal en el Miami Seaquarium.
Ese tanque se cargaría en un camión hasta el aeropuerto de Miami, donde se trasladaría a un avión de carga como un Hércules C-130, luego la orca sería llevada con sus cuidadores a través de EE.UU. en un viaje de 2,700 millas hasta el aeropuerto de Seattle, para después hacer un trayecto en camión hasta el Mar Salish.
Lamentablemente, la muerte llegó antes a su pequeña piscina para liberarla.
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