Balbina Ponce Matías y su hijo, un joven cuadripléjico de 33 años, hicieron una dura travesía migratoria para escapar de Cuba y establecerse en Uruguay.
Dejaron la isla en 2022, en medio del mayor éxodo de las últimas décadas. Esperan solicitar la residencia permanente uruguaya, pero el gobierno de ese país impuso nuevos requisitos de visa y el estatus migratorio de los cubanos en ese país está en peligro.
Balbina explicó en entrevista a Al Jazeera que abandonó Cuba porque no tenía forma de alimentar y mantener a su hijo. Su calidad de vida era muy mala.
"No hay medicamentos, no hay pañales para discapacitados; la ropa y los zapatos son difíciles de conseguir. Hay hasta cinco horas de cortes de electricidad por día. No puedes encontrar sillas de ruedas, no puedes encontrar nada. Así que nos dijimos, busquemos una segunda oportunidad de vivir", confesó la cubana.
Vendieron todas sus pertenencias y optaron por emigrar al sur, a Uruguay, como otros miles de cubanos, cruzando fronteras por rutas irregulares.
"Tuvimos que prácticamente regalar cosas. Estaba vendiendo por lo mínimo, por tan solo cuatro pesos cubanos", dijo Balbina. El viaje costó alrededor de $ 4,000 dólares y fue de más de 6000 km, con 20 horas de autobús por junglas de Guyana hasta la ciudad de Boa Vista en en norte de Brasil.
"Fue terrible. Hubo momentos en los que no podíamos continuar debido a las difíciles condiciones del camino, y tuvimos que desembarcar y volver a embarcar, lo cual fue particularmente duro con la silla de ruedas de mi hijo. Unos traficantes nos abandonaron en medio de la selva; la gente estaba enferma, vomitando durante todo el viaje debido a las carreteras en mal estado", contó la mujer.
El tránsito por Brasil tardó cerca de un mes. Viajaron en carros y en avión hasta la frontera Brasil-Uruguay, donde solicitaron asilo en la ciudad de Rivera.
Los solicitantes de asilo en este país reciben documentos de identidad temporales que permiten trabajar y tener acceso a los servicios públicos, como educación y salud. Estas tarjetas duran dos años y son renovables por un año más. Es el período establecido para esperar a la decisión final sobre su estatus.
La ley uruguaya permite a los solicitantes de asilo pasar al estatus de refugiados y tener la residencia permanente, pero desde enero exigen a los migrantes que muestren en sus pasaportes los sellos de entrada y salida de Brasil.
Esto es imposible para muchas personas que, como Balbina y su hijo, ingresaron al país por rutas irregulares. Alberto Gianotti, miembro de la ONG uruguaya Red de Apoyo al Migrante, explicó que el requisito deja a cerca de 10 mil cubanos en el limbo migratorio.
En un publicación en Facebook el año pasado Balbina confesó que la travesía fue dura pero valió la pena para ellos. Ahora madre e hijo están dispuestos a resistir en Uruguay "hasta el final", porque no creen que puedan "considerar comenzar de cero en otro lugar nuevamente".
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