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Es una de las más grandes cantantes cubanas del momento; ha sido y es una referencia generacional, canta para conmovernos y conmoverse. Lleva la vida como un beso. Aymée Nuviola nació en el barrio de San Leopoldo en el corazón de Centro Habana en 1973. En el aire estaban la música, la poesía, el piano.
Se sube a un escenario de la mano de su hermana Lourdes, nada menos que interpretando el tema “Libre de Pecado” de Adolfo Guzmán y es que esta mujer canta de toda la vida. A los siete años aprendió con su mamá a hacer la segunda voz, la música era la dueña de su hogar. Allí se escuchaban las D'Aida, José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz.
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Muchas veces la genética es determinante en el sendero de nuestras vidas. en tu caso ¿La compresión de la música, el amor a la creación, sólo te viene por tu mamá? ¿Sentiste alguna vez inclinación por otra profesión?
De pequeña sentí y sigo sintiendo mucho amor por el ballet; me fascina. De hecho mi mamá nos puso a mi hermana y a mí en unas clases de ballet cerca de la casa. La música estaba ahí pero no es hasta mi entrada en la Escuela de Arte que me enamoro de la música.
Siempre tuve una extrema sensibilidad por la música; mi mamá sabía que mi oído era prodigioso aunque fuera un tanto ronca para mi edad. Mi padre biológico, Nelson Nuviola, amante de la música, le encantaba cantar; mi padrastro también era super musical, componía canciones, yo las canté todas. Mis tíos y mi mamá tocaban piano así que saca tus conclusiones por qué vía soy así… jajajaja
¿Andares de las Nuviola antes de llegar a Estados Unidos?
Antes de llegar a Norteamérica, mi hermana y yo decidimos hacer nuestro grupo y partimos hacia Costa Rica, etapa muy difícil pues ese país desconocía por completo la música cubana de los años 90. Sólo tenían en sus mentes la de los años 50: cha cha chá, mambo y ciertas canciones como Son de la Loma. Por primera vez en mi vida escuché a alguien pedirme "Juan Talavera" refiriéndose a la mundialmente conocida "Guantanamera". ¿Te imaginas?
No existía la más mínima posibilidad de decir: “llegué a un lugar donde se conoce la música cubana, no la mía sino la cubana en general”. Fue muy frustrante. Después de participar en el Carnaval de Limón no hacíamos nada allí; esa región atlántica se inclinaba a la música del Caribe anglófono, incluso se habla patuá. Decidimos probar suerte en San José, la capital; cantamos en un centro de un cubano, el Tobogán, pero estuvimos poco tiempo.
Así las cosas, regresa una parte de mi grupo; nos quedamos mi hermana y yo con el pianista Guanche y nos unimos a músicos de otros grupos que decidieron permanecer en Costa Rica. Al unirnos en un solo formato decidimos interpretar la música que conocía el tico, no la nuestra.
Conseguimos un trabajo fijo en un hotel de Playa Tambor, lugar muy alejado de la capital. Fue un comienzo desde cero tras el cual echamos a andar, fue el empujón para un futuro mejor. Llegamos a México, terreno ya conocido. La puerta de entrada fue Cancún. Nuevamente los hoteles y la música de covers, entre los cuales intercalábamos nuestra música pero bajo los cánones de la salsa, el merengue.
¡No fue fácil! Te confieso que fueron largas horas en el hotel montando canciones en mi mente, con una grabadora, a puro oído, instrumento por instrumento en la mente… sin un piano. Cantaba la música de Celia Cruz, con sus instrumentaciones, pero con mi particularidad; cantábamos en inglés, ampliamos el repertorio.
En la primavera y el verano llegaban olas de muchachos jóvenes estadounidenses y adaptamos el repertorio a ellos con hits de esa época y algunos tradicionales, muchas en su idioma y otras latinas.
A nuestras funciones llegaban cubanos que vivían en Estados Unidos y se empapaban de nosotros, lo que nos abrió una imaginaria puerta hacia un nuevo horizonte; mientras, cada vez más las Hermanas Nuviola dejaban de escucharse en Cuba. Ni la tele ni la radio nos divulgaban, nos “desaparecieron” artísticamente.
Cada vez entrábamos menos a Cuba, los problemas con el Ministerio de Cultura, el entregar el pasaporte, el permiso para trabajar en el extranjero, el explicar qué iba a hacer, trabas y más trabas ajenas al arte: engranaje desgastante psicológico, agónico... ¡hasta que tomas una decisión: venir hacia Estados Unidos!
¿Qué representó Norteamérica, esos primeros pasos siempre difíciles?
Crucé la frontera de México y puedo decirte que inicia para mí el tercer comienzo, muy esperanzador pues en Estados Unidos existe una comunidad cubana enorme, gran parte de la cual se acordaba de mi hermana y de mí.
A eso únele los músicos y artistas que ya vivían aquí así como camarógrafos, coordinadores, productores, directores del ICRT que trabajaban en canales locales y nacionales, los cuales me abrieron una puerta para empezar nuevamente de cero.
Fuimos a programas televisivos, cantamos en restaurantes que tenían shows como el Havana Drink, que me dio muchas bendiciones. Pudimos revivir el dúo de las Hermanas Nuviola pues Lourdes vino seis meses después de yo llegar. Dios me iluminó y supe que este era mi lugar a pesar de opiniones adversas que decían que Miami era el cementerio de los músicos cubanos. Bueno, entonces a esta muerta es a la mejor que le ha ido en este cementerio ¡jajajajaja!
Después vendría el club Ashé, lugar que me restauró la presencia escénica pues era más teatral, concepto de cabaret, me instó a seguir pensando a lo grande. Y simultáneamente trabajaba en el emblemático Hoy como Ayer, para mí un lugar muy importante; crecí con Fabio, el dueño y allí conocí a mi esposo y mánager, Paulo Simeón, persona que viene a reorganizar mi carrera, a darme un sentido artístico, una visión de lo que yo quería hacer. Y, por supuesto, encontrar el amor que se me había hecho esquivo.
Ha habido que luchar muchísimo, todavía lo hacemos pero Estados Unidos me ha dado grandes oportunidades, grandes bendiciones sin yo haberle dado nada. Sí te puedo decir que he trabajado con muchas organizaciones sin fines de lucro, benéficas, hacemos aportes pero en mis inicios lo único que hice fue recibir de este gran país que sólo me dio apoyo moral, económico, de salud, de estudios.
Cada Grammy, cada premio, la Llave de la Ciudad, cada condecoración los recibo con un agradecimiento eterno. Me siento bendecida de vivir aquí.
En una compilación de imágenes de tu vida ¿cuáles no pueden faltar?
Imagínate ¿mezclar poesías de Martí en una actividad de la escuela porque se me olvidó la letra e inventé (el popurrí de Martí), el ganar con 14 años el programa de la TVC Todo el Mundo Canta que nos hizo famosas; famosas pero en guagua, famosas pero sin zapatos acorde con la presentación que íbamos a hacer, famosas pero tratando de resolver un pedazo de tela para hacer dos vestidos.
De una saya de Farah María nos hicieron dos a nosotras. No tener nada que comer cuando salíamos de los cabarets, ir a pie para la casa, no tener nada que comer en tu casa, arrastrar los instrumentos en una carretilla, con mi hermano Pupy y yo en bicicletas en medio del peor de los tráficos, luchando por un piano que, una vez comprado uno de uso, había que luchar cuando se rompía ¿quieres más imágenes? Cuentos de horror y misterio.
Tengo muchísimas anécdotas de Costa Rica, de Miami, el convertirme en ciudadana americana, recibir la Llave de la ciudad de Miami y no tener la de La Habana (ni siquiera puedo entrar al país donde nací), mi personaje de Celia en la telenovela, mi primer Grammy y su significación, los dos que vinieron a continuación más diez nominaciones; el Grammy americano, importantísimo pues lo gané con nuestra música cubana… uff ¡sería interminable esta entrevista! Imágenes que deben seguir sobreviniendo porque todos los días se escribe una historia diferente.
Mención aparte constituye el haber podido regresar a La Habana en el 2015.
Precisamente ¿qué representó para ti volver a ese estudio EGREM, donde muchos de los campeones olímpicos de la música cubana, entre ellos Celia, el Benny, Cachao, Bebo, Chapotín difundieron su arte? ¿Pensaste que habría una apertura para ti en tu país natal?
Regresar a La Habana, respirar ese aire tan mío, sentir la gente, esa energía de los lugares donde yo comencé mi carrera como cantante. Ese estudio de la EGREM donde Celia había iniciado su carrera (me refiero a las instalaciones porque ese no era su nombre original), incluso antes de ser solista en la Sonora Matancera, compartir con tantos músicos de los mejores del mundo. ¡Resultó espectacular!, máxime que fue en ese estudio donde mi hermana y yo grabamos por vez primera cuando comenzamos nuestra carrera.
En el documental se puede ver mi emoción como también mi tristeza al constatar el deterioro total de los estudios, la falta de condiciones, el carecer de un baño apropiado ni siquiera para los artistas de otros países, el aire acondicionado chorreando churre por todos lados, las consolas en mal estado, no había los micrófonos adecuados; muchas cosas se tuvieron que llevar.
Mira, gráficamente hablando, fue un piñazo en pleno rostro, un nocaut, que te muestra la cruda realidad que vive el cubano; una siente vergüenza ajena, ver los alrededores del estudio: el pésimo estado de las calles, de las casas, de los balcones, de la propia gente.
Por un lado, sabes que estás haciendo algo tremendamente importante con músicos que no puedes reunirlos fácilmente, por otro lado ¿cómo puede germinar ese tipo de artistas talentosos en un medio tan hostil? Increíble. Entonces, si pensaste que de una u otra forma puedes ayudar… te cortan las alas.
Vinieron de la televisión a entrevistarme, pero no se podía hablar del proyecto que estaba haciendo en ese momento porque contenía música de Celia Cruz. ¿Tú sabes lo que es pretender hablar de un proyecto mío de hace años obviando el actual, que era producido por el conocido director Sergio George?
Pero además ¡con Sergio presente! Mira, aquello era tan poco ético, tan “infantil” tratar de anular un proyecto por el simple hecho de que era para homenajear a Celia. No tengo que decirte que NO acepté la entrevista; si no puedo hablar de Celia Cruz no hablo y punto.
Ignorar a un productor del calibre de George y a Celia Cruz, la artista latina más grande de la historia, me corroboró que mientras en Cuba exista el sistema político que impera, no se renueven las ideas y no se le de libertad a las personas todo es difícil, imposible que ni siquiera puedas pensar en hacer algo.
Me di cuenta que lo que iba a hacer allí era lo que iba a hacer y nada más; incluso, era algo milagroso poder hacerlo pero que no iba a pasar de allí. Yo, te soy sincera, tampoco tenía el interés de que pasara de ahí. A mí no me gustan las cosas a medias. Hasta donde se hizo estuvo bien, pero ir más allá, no hubiera sido sano ni para mí ni para ellos.
Te han comparado con Celia Cruz, incluso vestiste su piel en la serie colombiana… ¿te honra? Sé que intercambiaste aretes con ella en un efímero encuentro. ¿Pudieras decirme qué te impresionó al tenerla tan cerca?
Tuve dos encuentros, el primero en una boda donde intercambiamos como tú dices, los aretes. Ella fue muy amable. Lo que más me impresionó de ella fue su amabilidad, su manera de mirar, su cariño, sus consejos, muy apreciados de una experimentada cantante a una muchacha joven: “no trasnoches, cuídate, no hagas disparates, no fumes". Ella me alertó de lo que no podía o debía hacer. Se lo agradezco eternamente porque mi vida se ha parecido a la de ella: organizada, sin locuras, sin vicios, sin cigarros, sin drogas.
La segunda ocasión fue en un Festival de Cancún y nuevamente fue un intercambio sano y ameno. De ella lo que más me impresionó fue su humanidad y por supuesto su AZUCÁ que levantaba a todo el auditorio; ver a aquellas personas bailar, saltar, brincar por las paredes.
Representarla fue un gran honor, un reto inmenso, una oportunidad indescriptible, teleserie que se ha visto en más de 50 países y que indiscutiblemente resultó algo muy bueno para mi carrera como cantante y actriz. La gente me descubrió muchísimo más, me buscaron más en las redes.
Agradezco a Dios, a Colombia; he sido bendecida por poder representar a esa mujer tan cubana tan auténtica, a ésa que decía: “yo soy la bandera que canta” a pesar de que en Cuba la borraron, la silenciaron, la quisieron eliminar.
A ella no le pudieron arrancar su cubanía. Donde quiera que ella iba no era la Celia Cruz de Nueva York ni de Miami ni de Estados Unidos… Ella era la Celia Cruz de Cuba y era Cuba.
Yo creo que la función del arte, en particular de la música, es estar a la escucha del mundo para devolver poesía. ¿Crees que vivimos en un universo excesivamente ruidoso? Hablando de ruido ¿qué opinas del reguetón y sus letras?
Definitivamente vivimos en un universo ruidoso. El ruido no viene siempre a partir del sonido, es como una interferencia que lo mismo puede llegarnos por las redes, por la televisión, por amistades, por anuncios.
Hay ruidos que nos contaminan, ruidos desagradables. Hay ruidos peligrosos. El silencio debe ser un ejercicio que se debe practicar y más los creadores. Yo necesito a veces aislarme de esos ruidos que te mencioné. Me centro en la música aunque sin aislarme totalmente. Es difícil porque tienes que estar al tanto de lo que pasa en el mundo.
Mira, yo no estoy de acuerdo en que el reguetón sea una música mala porque hay todo tipo de música mala en todos los géneros, pero sí se ve hoy día en lo urbano la vulgaridad, la tiradera entre colegas y la simplicidad extrema a la hora de crear la música. Hay que esforzarse.
Por eso el silencio es tan necesario, sobre todo para escuchar más a Dios, al cual muchos han dejado de oír.
Tú que has sido tan versátil como músico, que has ido del bolero a la trova, el jazz, la balada, el bossa hasta el son ¿te has sentido incapacitada para interpretar algún género o estilo musical?
Jajajajaja. No me veo cantando ópera la verdad, aunque me gusta y creo que es un género que hay que cuidar. Respondiendo a tu pregunta, sí, me gusta coquetear con todos los géneros; en mi estilo, yo los fusiono un poco siempre respetando, en una versatilidad creíble no circense. Con seriedad lo hago. La música hay que respetarla, buscar dentro de tu estilo lo que cada género aporta, siempre sin dejar de ser yo.
Paulo Simeón, tu productor discográfico, tu mánager y director artístico… ¡tu esposo! ¿Es Paulo en tu vida un jonrón con bases llenas?
Yo digo que en mi vida está primero Dios y luego él. Tengo testimonios de vida para situarlo en ese lugar cimero. Tengo una confianza en él absoluta. La manera en que lo conocí, la destreza que tiene para motivar a las personas en los proyectos, su organización, como aporta ideas y las desarrolla. Como profesional es un bastión donde apoyarme. Yo creo fervientemente en ese hombre humilde, desinteresado, emprendedor.
Así que sí, es mi cuarto bate: el hombre de mi vida, el hombre que amo, la cabeza de mi familia. Ambos creemos en Dios de una forma cercana y eso nos ha unido mucho más.
Cuando decidiste no regresar a Cuba ¿qué te llevaste?
Me la llevé conmigo. Cuba siempre estará en mi corazón. Físicamente una dice “me fui tal día” pero es que yo me había ido hacía mucho tiempo. Yo tuve el privilegio de viajar muchísimo cuando era adolescente, vi mundo, pude hacer comparaciones; además, a mí me tocó la época en que los cubanos no podíamos disfrutar de cosas que estaban permitidas solo a los extranjeros: no podíamos entrar a un hotel, era humillada en cualquier momento, el dólar no era para gente como yo, Varadero era “Alicia en el País de las Maravillas” inaccesible para el cubano.
Tenía algunas improntas, imágenes como el Malecón, el Prado pero cada vez me aislaba más; me llevé mi cubanía, momentos lindos que pasé con mis amigos, mi familia. Nunca tuve en la mente partir ni quedarme en ningún lugar sin mi familia pero gracias a Dios que me dio el valor para ser libre, me fui y triunfé; eso es importante.
Recientemente el dúo Buena Fe fue repudiado en Madrid, a Haila no la dejan cantar en Miami. Los defensores del gobierno cubano salieron en su apoyo y yo me pregunto. ¿Cuándo se defendió a Celia, a Gonzalito, a Bebo Valdés, a Paquito de Rivera, Arturo Sandoval, Willy Chirino… a ti?
Vamos por partes. Buena Fe va a España a cantar las canciones de su repertorio, no tienen que cambiar nada, pueden hablar maravillas de la Revolución. No están limitados. Allí hay libertad de expresión, es un país democrático. Ellos cantan en determinado lugar al que asisten ciudadanos libres que tienen derechos y no aprueban la presentación de ellos, a los que consideran aborrecibles por defender lo indefendible del gobierno cubano.
Y esos cubanos reciben golpes, empujones, insultos por parte de un personal de la Embajada de Cuba en Madrid, algo bochornoso si tenemos en cuenta que los que repudian a Buena Fe solo hacen uso de su derecho a no estar de acuerdo con sus canciones y lo que defienden. El próximo concierto lo suspende el que lo había organizado en evitación de lo ya ocurrido. Para nada fue el gobierno español.
Con Haila, igual. Ella viene a Estados Unidos con una visa y cuando se va a presentar, la gente protesta. El promotor de la presentación opta por no hacerlo; no fue el gobierno estadounidense. En otros casos, aunque haya protestas, hay muchos que bailan y se divierten y no les importa la ideología ni el sufrimiento del pueblo cubano. ¿Interviene el gobierno? Para nada porque Estados Unidos es un país libre.
Ahora en Cuba ¿cuándo el gobierno va a permitir que Willy Chirino cante? ¡Nunca! En el supuesto que lo dejen, no van a dejarlo cantar “Ya vienen llegando”. ¿Ves la diferencia? A mí me pasó cuando canté “Que le den candela” de Celia y me borraron del programa de la tele al que había sido invitada. No es cuento ¡me pasó a mí! y la persona que lo hizo y me trató con mucho despotismo fue Irma Larín, quien ahora, por cierto, vive en Miami.
Entonces, claro que van a rechazar y nunca nos van a aprobar ni a mí, ni a Gonzalo Rubalcaba, ni a Willy Chirino ni a ninguno de los que mencionaste, incluida Celia aunque ya no esté físicamente. ¿Por qué? Porque nosotros no le hacemos el juego a la dictadura.
El gobierno cubano apoya a gente como Buena Fe o Mala Fe que son unos cotorrones, ajenos a las penurias que vive el pueblo; el gobierno cubano es una dictadura que avasalla, humilla, castiga a todo el que se va de Cuba y los artistas no somos la excepción.
¿Eres de las que piensa que la cultura pudiera salvarnos de la barbarie en la vive esta Isla? ¿Qué pueden hacer los artistas, tanto los que están aquí como en el exterior?
Como cristiana opino que la cultura no salva a nadie. El salvador es Jesucristo. Ahora bien, la cultura puede ayudar en muchas cosas. En muchos países hay programas culturales, ya sea de pintura, de música, de danza que sacan a los niños de las pandillas, de las calles, les dan un espacio donde puedan crear.
En Cuba la cultura ha existido desde mucho antes de la dictadura. Ahora hay mucho talento tirado, muy buenos músicos con muy malos instrumentos, muy buenos bailarines con muy malas zapatillas, los pintores luchando por conseguir los lienzos; los escritores, papel, tinta, laptops.
Por eso ¿qué cultura va a salvar la Isla? Mira, independientemente de Jesucristo, lo que puede salvar a Cuba es que cambie el gobierno, que la democracia impere, que pueda haber libertad de expresión, que la gente pueda tener negocios propios y no ser acosados, puedan tener esperanza, puedan vivir.
Que se puedan rentar las salas, los teatros, los arreglen, den funciones. Cada día se pierden más, los derrumbes abundan. Con un gobierno democrático no sólo va a cambiar la cultura; va a cambiar la medicina, la educación, el deporte.
Ahora prevalece una degradación total: los médicos no tienen guantes ni inyecciones, las maestras diciendo malas palabras en las aulas que ni libretas hay. Todo eso es el reflejo de una sociedad decadente y desorientada.
Precisamente, cuando escuchas a los representantes del gobierno cubano hablar sobre “la perfección de la vida del cubano” y luego palpas la triste realidad que se vive, tú que eres una cubana de Centro Habana ¿qué te viene a la cabeza?
Lo que me viene a la mente es la repetición por años de las mismas mentiras con las que yo nací; todos vienen con el mismo librito. Los dirigentes, todos con el mismo librito de hace más de 60 años; el pueblo, escuchando lo mismo. No sé cómo no reaccionan. Hace muchos años yo recuerdo que mi mamá nos decía “trae la jaba para ponerla debajo del televisor para cuando venga el Noticiero recoger viandas, frutas, vegetales; es donde hay de todo”.
Ahora, lo mismo. Nosotros mantenemos a mi padre desde aquí: comida, medicamentos, productos de higiene, dinero. Y la inflación cabalgando sobre escuálidos Rocinantes que son los jubilados con sus míseros sueldos, después de haber entregado toda su vida. Esa es la realidad, no otra. Y entonces ¿de quién es la culpa? Del bloqueo, de los Estados Unidos. El mismo discurso década tras década.
Acabas de llegar de unas presentaciones por Europa ¿qué proyectos tienes?
Gracias a Dios siempre los hay. Recién salió el Havana Nocturne, álbum muy importante en mi carrera, idea inicial de Paulo, en el que mezclamos feeling y jazz latino producido y con arreglos musicales de Kemuel Roig, excelente pianista cubano americano.
Estamos terminando otro álbum con música afro, antillana, cubana con timba, urbano, sonoridades modernas. Hemos sacado algunos sencillos, el último “No me parece”, con tremenda acogida. También saldrá un nuevo videoclip ahora en agosto.
Iremos a Uruguay y Paraguay; luego, tras regresar, nos encaminaremos a Canadá. Después cantaré en el Festival de las Naciones en Estados Unidos. Paralelamente a esto continúo, por tercer año consecutivo, un proyecto con el maestro Gonzalo Rubalcaba que ya se extiende a más de 79 presentaciones en Asia, Europa y aquí.
Precisamente acabamos de regresar de Italia; volveremos al Viejo Continente en noviembre para culminar con una gran presentación en la Ópera de Viena, en la sala Mozart, el día 14, lo que será muy importante para mi carrera. Allí cantaré sin micrófono pues así lo exige la instalación que tiene una acústica específica. Estoy conmovida por esta oportunidad.
Aymée Nuviola es pianista como su madre, una cantante versátil y sin par, ganadora de tres Premios Grammy, vistió la piel de Celia Cruz en la serie colombiana dedicada a la gran artista cubana, con una discografía y videografía extensas, protagonista del documental “El regreso a La Habana”, intérprete de “Double Play”, dirigida por Ernest Dickerson, y que ha compartido escenarios con grandes cantantes del planeta. Recientemente cantó junto al español Melendi “Pan para Yolanda”, sutil crítica al sistema social imperante en la Isla.
Buen futuro y excelente presente para la exuberante cubana que ha sabido defender a Cristo, sus principios y su condición de cubana.
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