La odisea que viven residentes en la ciudad de Santiago de Cuba con los servicios funerarios fue denunciada por una cubana, quien aseguró en redes sociales que “hasta para morir pasamos trabajo”.
“No basta que la vida de un cubano sea la más sufrida, difícil e injusta del mundo entero, de eso no les voy a hablar. Hoy les contaré de la odisea que hay que atravesar si se te muere un familiar por lo menos en Santiago de Cuba”, apuntó este jueves en el perfil de Facebook del grupo “Revolico Santiago de Cuba”, la usuaria Yamilka González.
Entre las vicisitudes que pasan mencionó que “la caja es de cartón papel, muy frágil, sin cristal. Te ponen un cristal sucio que lo van rotando sin lavar de muerto en muerto y te lo ponen opaco y sucio”.
También apuntó que “la funeraria está llena de moscas, no ponen el aire acondicionado para ahorrar y que hay “calor y tremenda peste en esos baños podridos”.
Asimismo, refirió que “el santiaguero perdió el derecho de ser enterrado en Santa Ifigenia, después que pusieron la piedra. Te mandan para el Caney, Juan González, Icaco, y un montón de lugares con tal de echarte fuer”.
Además, dijo, “tienes que guardar bastante dinero para ese momento de la muerte de algún familiar. Ejemplo, para que te encuentren un lugar en Santa Ifigenia debes pagar 4,000 pesos a los corruptos de la funeraria. Es un negociazo la muerte”.
Tampoco, comentó, “hay servicio de taxis. Ni siquiera uno. Así que imagínate debes salir y alquilar en la calle una máquina mínimo 3,000 pesos solo hasta el cementerio para tres personas. No todo el mundo tiene estos 7,000 si vas sumando”.
“Es decir, no tenemos derecho de morir. No quiero contar que caen como moscas por la falta de medicinas y la pésima alimentación. Lo dejo hasta ahí imagínense el dolor y demás”, concluye González en su publicación.
En mayo último, también trascendió que familias santiagueras se enfrentaba a situaciones lamentables y desagradables con los servicios funerarios, en medio de la escasez de recursos en Cuba.
José Borrero Sotomayor, director provincial de Servicios Comunales en Santiago de Cuba, reconoció la crisis, pero aseguró que trabajaban para garantizar los servicios.
Admitió en esa ocasión que el crematorio de la provincia aún estaba sin funcionar, por problemas técnicos, pero se esperaba que comenzara a operar en junio con el apoyo de la Empresa de Automatización Integral.
Otro problema que preocupaba a la población fue el de la disponibilidad y calidad de las cajas fúnebres, y según Borrero, la fábrica encargada de producir los sarcófagos contaba con los materiales necesarios y diariamente fabricaban unos 30 féretros.
Sin embargo, reconoció que hace unos meses se quedaron sin madera y se vieron obligados a tomar medidas para continuar la fabricación.
Borrero mencionó que no tenían suficiente capacidad para asumir los enterramientos y para ello se encontraban creando nuevos nichos en el cementerio de Santiago.
En cuanto a los coches fúnebres, dijo, que había escasez de partes y piezas para su correcto funcionamiento, y para enfrentar el problema contrataron el servicio de empresas privadas.
El funcionario igualmente negó la privatización los servicios necrológicos y aseguró que continúan siendo subsidiados por el Estado.
“Los servicios funerarios continúan siendo subsidiados por el Estado. Se cobra lo reglamentado por Resolución: los traslados interprovinciales tienen un precio de $4.00 por kilómetros recorridos, la cremación 340.00, la exhumación 156.00 y los arreglos florales -coronas y ramos- de acuerdo con la solicitud del doliente”, aseguró el funcionario.
En marzo también trascendió que Santiago de Cuba solo tiene 10 carros fúnebres para toda la provincia, seis menos de los que había hace un año.
Con un tercio de su parque motor, la empresa estatal de Servicios Comunales debe ofrecer servicios necrológicos a más de un millón de habitantes, la mitad de ellos residentes en la ciudad cabecera.
En Santiago de Cuba, también hay problemas con los enterramientos y la capacidad de los cementerios, lo que muchas veces provoca disgustos en las familias que no son propietarias de bóvedas.
Uno de los inconvenientes es que la inhumación no pueden hacerla donde desean, porque se depende de la capacidad que haya en las necrópolis.
Por esa misma fecha, el activista santiaguero Yosmany Mayeta Labrada denunció que un familiar fue velado en su casa porque nunca llegó el carro fúnebre, además de la incertidumbre de cuándo sería llevado al cementerio.
“Si no tienen carro fúnebre, pongan su carro, que es el 'carro del pueblo', para que los féretros y en este caso, el del fallecido Carlos Bicet, sea enterrado en el cementerio Santa Ifigenia”, escribió el joven en Facebook.
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