La cubana Amelia Calzadilla, esposa y madre de tres hijos, realizó una directa en la que se lanzó a aguas profundas de temas relacionados con la libertad de los presos del 11J, el cambio político en la isla, además de abogar por la unidad de los cubanos dentro de la isla para hacer posible una mejor nación.
Desde el Paseo del Prado en La Habana en su última directa pidió que no confundamos más Gobierno y Partido con Patria, porque “la Patria somos cada uno de nosotros con nuestras diferencias, con nuestras capacidades y con nuestras dificultades también”.
Apuntó, además, que en Cuba “no necesitamos un líder”, porque “no nos hace falta. Lo que hace falta es llenarnos de indignación”.
Asimismo, recordó que hace dos años muchas personas el 11 de julio salieron a las calles porque “ya había perdido las esperanzas, porque ya no podían más con la frustración. Salieron porque entendieron que con este sistema no iban a resolver sus problemas, porque les perdieron la confianza”.
“Han pasado dos años y siguen lejos de sus familias. Ellos salieron para pedir por nosotros también. Lo único que nosotros podemos hacer por ellos, que parece poquito, pero es mucho si nos unimos todos, es pedir que le den la libertad, pedir que regresen con sus familias”, dijo Calzadilla, quien solo se considera una cubana más que se interesa por su nación.
Dijo, además, que “lo único que va a resolver que esos muchachos, esos hombres y mujeres, regresen con sus familias es que todos nosotros lo pidamos, porque estamos conscientes que lo que en principio hizo que ellos salieran a las calles es algo que todos sufrimos, porque la inmensa mayoría de los cubanos que estamos aquí adentro estamos sufriendo”
Amelia dijo que quería que “alguien entrara ahora mismo a la directa y me dijera que aquí es feliz, que es pleno, que no siente la necesidad de abandonar la tierra que lo vio nacer para ser feliz. Esas personas en Cuba no existen”.
Comentó que ella no es más patriota que nadie, aunque tiene un amor inmenso por su país, pero aseguró que este debe ser reconstruido, que debe ser llenado de ambiciones e ilusiones y que deben de “haber personas dispuestas a luchar por leyes más justas, que no sean arbitraria, donde haya un espacio para las diferencias, para la gente que quiere ser distinta”.
“También debe haber espacio para que las personas abran negocios y no les pongan límite, ni les topen precios para que el nivel adquisitivo de la nación suba a nivel de individuos, todo eso tiene que existir, todo eso tiene que venir”, subrayó la cubana.
Comentó que Cuba está sumergida en problemas deprimentes y puso como ejemplo el edificio donde reside su abuela, donde “las personas que viven ahí han perdido la ilusión de vivir, las esperanzas, los sueños”.
“Yo estoy a una cuadra de la casa de mi abuela, miren detrás de mí lo que hay. Ese es el hotel Packard. ¿Cuándo se construyó? ¿Fue antes del bloqueo? Pero justo que en la esquina está el hotel Paseo del Prado y si se camina por ahí se van a encontrar cuatro hoteles más: el Kampinsky, el Parque Central, el Telégrafo, el Inglaterra, el Regis. O sea que el edificio de mi abuela se está cayendo, donde están en peligro la vida de cientos de personas, la de mi abuela incluida, porque es una construcción de 1912, que ni el gobierno local ni el nacional les interesa resolver, como tantos otros edificios del país”, argumentó Calzadilla.
Destacó que esos problemas lo deben resolver los cubanos de la isla, quienes ya no deben confiar más en los “extranjeros con cargos, porque tampoco les interesamos y ustedes ya vieron la experiencia de Borrell [ Alto Comisionado de la Unión Europea] y lo que pasó con el Papa”.
“Miren yo quiero una nación en la que mis hijos no sientan deseos de huir, una nación donde ellos con sus diferencias sientan que nadie los va a reprimir, que no sientan miedo, porque hay miedo, mucho miedo. Hay miedo a la exclusión, al abandono, a que nos boten de los centros de trabajos, a la agresión física, porque lo vivimos el 11J y después de eso lo hemos vivido también. Hay miedo, incluso, a lo que va a venir el Día después”, sostuvo la madre cubana.
Comentó sobre este tema, además, que “nos han infundado el miedo y después con hechos lo han corroborado, cuando hemos visto el ejercicio arbitrario de la Ley al sancionar a personas que estaban reclamando derechos y han hecho crecer ese miedo”.
“Señores, pero el cambio nos toca a nosotros. Hay cubanos dentro de Cuba que están esperando un Cristo redentor y no va a venir un Cristo redentor para nosotros. Nosotros, el pueblo de Cuba, podemos hacer ese cambio. Por lo menos le ganamos en número. Ya no hablemos más en la cola del pollo, en una farmacia. Señores, por favor, si están tan decepcionados, como esos muchachos del 11J, que los condujo a una prisión, por favor, díganlo. Por favor, plántense”, subrayó Amelia en su directa por Facebook.
En esta presentación, Calzadilla comentó que “muchas personas me han dicho que por qué yo nunca he convocado a las calles. Es que quizás yo siento el temor de salir yo misma y las personas me abandonen y no salgan conmigo”.
“El año pasado yo viví la experiencia de salir, de que me citaran y enfrentarme a todo un aparato coercitivo, porque yo me sentí coaccionada y mi familia también pensó que me iban a llevar presa de ahí. Yo no sé, como nadie sabe, lo que va a hacer el cambio definitivo, si va a hacer una huelga general, un paro nacional o las personas tiradas en las calles. Esa respuesta no la tengo, aunque quisiera tenerla”, dijo, además.
Apuntó sobre ese tema que “muchos alegan que es la calle, pero yo sí les digo algo, que el primer paso es la unidad. Tenemos que unirnos aunque no nos guste, aunque el discurso del otro lo sintamos agresivo”.
“Yo he sentido discursos agresivos contra mí, pero en aras de ver una nación mejor, estoy más que dispuesta a deponer cualquier disgusto, que eso suponga, con el mero objetivo de ver felicidad en la nación”, puntualizó Amelia.
Además, insistió en que “no necesitamos un líder. No nos hace falta. Lo que hace falta es llenarnos de indignación. Muchas veces he creído en el valor que tiene un paro nacional, porque nuestra historia recoge ejemplos de gobiernos tiránicos, dictatoriales, abusadores, opresores que se derrocaron con un paro nacional y después seguido por una huelga general, pero esas muestras que da la historia están permeadas de la unión entre las personas, amen de sus diferencias. Porque la dictadura de Machado se tumbó, ¿no? ¿Y cómo se logró? Se organizaron movimientos de obreros, de intelectuales, de artistas, de estudiantes”.
Reiteró en la directa que “no confundamos más Patria con Gobierno y Partido, porque La Patria somos cada uno de nosotros, con nuestras diferencias, con nuestras capacidades, con nuestras dificultades también. Es el espacio donde está nuestra familia, nuestros amigos. Es nuestro patrimonio, que lo estamos dejando echar a perder”.
Recordó, además, a las personas que entran a su chat y le escriben “abajo el bloqueo”, que en menos de un minuto llegó de la casa de su abuela, que se está cayendo a pedazos, al Paseo del Prado habanero donde “hay derroche de capital extranjero, capital e inversiones que han generado dinero para este país y que a una cuadra de estas, esa comunidad que está ahí, no se ha visto beneficiada y eso no es resultado del bloqueo de Estados Unidos, eso es resultado de la mala gestión administrativa del gobierno de Cuba, de que no les importa”.
“Necesitamos hacer un pare y mirar para el lado, dejar la ilusión óptica, evitar que nos entretengan, deponer nuestro ego, yo me despojo del mío. Tenemos que parar un minuto y pensar si esta es la nación o el país que le quedamos heredar a nuestros hijos. Un país que está como la casa de mi abuela, que se está cayendo a pedazo, que hay hedor porque no recogen la basura. Un país que no se puede salir a las calles y gritar cuatro verdades sin el riego de ir para una cárcel. ¿Este es el país para nuestros hijos? ¿Qué responsabilidad estamos dejando en las manos de ellos? Yo no sé, honestamente, pero tenemos que parar”, apuntó Amelia.
Por último, señaló que Seguridad del Estado encuentra los mecanismos para callar a las personas, mediante la intimidación, la pérdida del trabajo, el exilio o la cárcel, pero “¿ustedes saben cuándo van a parar de encontrarlo? Cuando no nos fajemos entre nosotros y no nos saltemos a la yugular, cuando dejemos esas manías paranoicas de que todos somos 'segurosos'. Yo no estoy pidiendo confianza ciega, pero debemos dejar la paranoia y quedarnos con la parte del mensaje que construye, que educa, que ayuda. Con eso nos tenemos que quedar”.
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