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El régimen cubano anunció este martes 13 de junio la celebración de la IV Conferencia “La Nación y la Emigración”, que tendrá lugar en La Habana entre el 18 y el 19 de noviembre de 2023.
“Convocamos a la IV Conferencia ‘La Nación y la Emigración’, el 18 y 19 de noviembre de 2023, en La Habana. Continuamos fortaleciendo el diálogo y vínculos con los cubanos residentes en el exterior. Unidos por la Patria, en defensa de nuestra soberanía y por el desarrollo nacional”, dijo en Twitter el canciller Bruno Rodríguez Parrilla.
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En un video compartido por esta red social, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba manifestó que el encuentro es “expresión de la voluntad inequívoca del Gobierno de continuar profundizando los vínculos y el diálogo con los ciudadanos cubanos en el exterior, en defensa de nuestra soberanía y por el desarrollo nacional”.
Con palabras del dictador Fidel Castro, el canciller afirmó que “a la Comunidad hay que respetarla, la Comunidad existe, la Comunidad es una fuerza y a la Comunidad se le toma en cuenta”.
Expresadas en 1978 a raíz de un encuentro con 75 representantes de la emigración en Estados Unidos y otros países, las palabras del histórico responsable del éxodo de millones de cubanos tras su llegada al poder en 1959 siguen animando la convocatoria de un evento oficialista que no aborda las verdaderas causas y efectos del drama de la migración cubana.
Invitados a defender la “soberanía” y el “desarrollo nacional” de un país capturado desde hace más de 60 años por un régimen totalitario de partido único, los emigrantes cubanos que La Habana quiere acoger son aquellos que no cuestionen la legitimidad del poder de una dictadura que ha entregado la soberanía a la oligarquía rusa, como antes lo hiciera ante la Unión Soviética.
Los emigrantes que asistan al encuentro deberán coincidir con las tesis del régimen, que culpa al “bloqueo” del desastre de una economía comunista a la que todavía se aferra intentando “perfeccionar la empresa socialista”; un régimen que no libera las fuerzas productivas y que hace un simulacro de apertura con la creación de unas Mypimes que controlan, y que contribuyen a tejer una red clientelar de espaldas a las necesidades de la población.
Sin respeto a la libertad de expresión de millones de cubanos que viven en democracias liberales, el régimen invita a esa “comunidad” en la que solo ven tontos útiles que les ayudan a legitimar sus políticas excluyentes y represivas, ven emisores acríticos de dólares, declamadores del “ejército de batas blancas” y plañideras contra la “lista de países patrocinadores del terrorismo”.
La defensa del “desarrollo nacional” a la que convoca La Habana es la del “ordenamiento económico”, que es perfectible y alcanzable, según el ministro de Economía Alejandro Gil Fernández. Es la defensa de que más del 70 por ciento de la riqueza nacional esté en manos de GAESA, o de que se invierta más en el sector turístico que en el de la salud y la agricultura juntos.
Si en Cuba hay una inflación descontrolada, escasez aguda de productos de primera necesidad, hambre, pobreza y desigualdad en aumento, hospitales en ruina, falta de medicamentos, apagones, servicios públicos paupérrimos, crisis del combustible, ola de violencia y criminalidad… Todo ello es culpa del “bloqueo”, dirá el régimen a sus invitados y estos asentirán, y se aprestarán a colaborar para revertir esa “injusticia”.
Esos cubanos que ven en el régimen la causa del subdesarrollo nacional y la miseria espiritual y material; esos cubanos que ven en las alianzas del Palacio de la Revolución la mayor amenaza a la soberanía de la nación; esos, como ya es sabido, esos no son cubanos, son fascistas, odiadores y gusanos, y a esos Rodríguez Parrilla y su camarilla no los invita, los mantiene en el bando de los “enemigos”, los excluye, pero les abre la puerta a que manden dólares a sus familiares.
“Sirva este encuentro como espacio propicio para debatir y trabajar juntos por la independencia, la libertad plena y el bienestar de la patria”, dijo el canciller, callando la estrategia de fondo, que no es otra que aferrarse al poder.
Esta IV Conferencia se convocó inicialmente en diciembre de 2019, pero se suspendió con la llegada de la pandemia de coronavirus. Tiene como antecesoras las efectuadas en 1994, 1995 y 2004, en La Habana, en las que se acordaron medidas migratorias y de atención a la comunidad cubana residente en el exterior.
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