Presa política trans envía mensaje desde la cárcel: "No me voy a rendir"

Brenda Díaz tiene una condena de 14 años de privación de libertad y fue hallada culpable del delito de desacato, por lo que cumplirá siete meses más de sanción.

Brenda Díaz, presa desde el 11J © Facebook / Ana Mary García
Brenda Díaz, presa desde el 11J Foto © Facebook / Ana Mary García

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Este artículo es de hace 1 año

La presa política Brenda Díaz, mujer trans enjuiciada por su participación en las protestas pacíficas del 11J, aseguró desde la cárcel para hombres de Güines, Mayabeque, que no se cansará de luchar por la libertad de Cuba.

"No me voy a rendir, voy a seguir luchando. Podrán doblegar mi cuerpo, pero nunca mi espíritu. No me voy a rendir y seguiré luchando porque Cuba sea un país libre y soberano"; dijo esta semana.


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Díaz, de 28 años, envió el mensaje poco antes de ser considerada culpable del delito de desacato tras enfrentarse a un oficial de la cárcel que se refirió a ella de manera despectiva, y a los 14 años de condena que cumple por manifestarse el 11J, ahora le suman siete meses de privación de libertad.

"Me están imputando por un supuesto delito de desacato que no existió. Simplemente fui víctima de maltrato psicológico, verbal y físico, por la dirección de este lugar donde me encuentro recluida", aseguró.

Ana Mary García, madre de la prisionera política, se manifestó en redes sociales al respecto y exigió su liberación inmediata.

"No les bastó que ya cumple una condena de 14 años, solo por pensar diferente... Suéltenla ya, no es asesina", escribió la mujer en su perfil de Facebook.

García había adelantado a CiberCuba que la dirección del penal para hombres donde su hija cumple condena quería enjuiciarla, luego de recibir una golpiza a manos de un funcionario del penal, que decidió también aislarla en una celda de castigo.

Cientos de cubanos permanecen en la cárcel tras las protestas pacíficas del 11J, todos son considerados prisioneros políticos por organizaciones internacionales y defensores de los derechos humanos.

Sin embargo, el discurso oficial insiste en calificarlos como delincuentes comunes y como tal los juzgó. En las cárceles donde se encuentran recluidos cumplen largas condenas y algunos sufren todo tipo de maltratos, que violan tratados internacionales suscritos por Cuba.

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