La venta de aceite en un barrio de Sancti Spíritus supuestamente adulterado con aceite de avión o de transformadores fue desmentida por el Ministerio del Interior (MININT) y el Centro de Higiene y Epidemiología de esa provincia cubana.
“No tenemos casos reportados de intoxicación por esa causa en las instituciones sanitarias del territorio. Tampoco hemos recibido denuncias sobre ese tema, ni se han ocupado productos con esas características fisicoquímicas o peligrosos como sería el aceite adulterado”, dijo el teniente coronel Abel Estrada, jefe del MININT, en declaraciones al diario local Escambray.
Isara Alvarado Gómez, jefa del Departamento de Inocuidad e Higiene de los Alimentos en el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología (CPHE), también confirmó que no han recibido ninguna inquietud de la población ni de los centros asistenciales relacionada con el rumor, que afectaba principalmente al reparto Escribano.
La funcionaria añadió que hasta el momento tampoco han detectado ninguna falsificación ni cambios en las características organolépticas -olor, color y sabor- en los habituales análisis practicados al aceite a granel que se distribuye por la canasta básica.
El déficit de aceite comestible en Cuba ha provocado que muchas personas se vean obligadas a adquirirlo en el mercado informal a precios que llegan a los 1,500 pesos, sin que los compradores conozcan -en la mayoría de los casos- la procedencia ni calidad del producto.
La ingestión de aceites combustibles puede provocar dolor de garganta y abdominal, sangre en las heces, diarreas, náuseas y vómitos, entre otros síntomas.
Puede tener, además, graves consecuencias como quemaduras en las vías respiratorias o en el tracto gastrointestinal que podrían provocar necrosis tisular, infecciones y hasta la muerte, incluso varios meses después de haber ingerido la sustancia por primera vez.
El pronóstico de recuperación depende de cuánto aceite combustible se haya ingerido y de la rapidez con que se inicie un tratamiento.
La escasez de aceite para cocinar en Cuba en los últimos meses ha convertido al preciado alimento en objeto de memes, bromas y también de estafas, ello en medio de la impotencia que genera entre los cubanos la creciente elevación de su precio en el mercado informal.
La falta de aceite no solo ha disparado los precios, sino también la picaresca entre quienes quieren aumentar sus ganancias a costa de la necesidad ajena.
La pasada semana reportes en redes sociales dieron cuenta de un incendio presuntamente provocado para robar aceite en una bodega en el municipio Marianao, en La Habana. En ese caso trascendió que el siniestro habría sido provocado por el propio bodeguero.
Asediado por la permanente crisis, la escasez y la irrefrenable inflación, el gobierno cubano ha arreciado su persecución contra delitos de carácter económico en una cruzada contra los revendedores en el sector comercial, tanto estatal como privado.
El aceite se ha convertido en uno de los productos más vigilados por las autoridades y también en uno de los más codiciados por los revendedores.
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