A los 91 años, el general de ejército (r) Raúl Castro Ruz seguirá con un pie en el estribo de su caballo imaginario, mermando autoridad al presidente Miguel Díaz-Canel y contradiciendo su propia recomendación sobre la jubilación de la generación histórica, que seguirá ocupando el rincón delantero derecho del plenario de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP).
"Yo creo que Raúl (Castro) está para que lo atiendan a él y no para ocuparse de nada; pero a veces creemos que fatigando a los históricos, la situación mejorará, cuando solo son muros de contención y, a veces ni eso", opinó un ex vicepresidente del Consejo de Ministros.
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Las nominaciones de Castro, Ramiro Valdés, Guillermo García y José R. Machado Ventura devalúan políticamente a Díaz-Canel, que sufre un acusado desgaste y deberá ser designado para su segundo y último mandato; siempre que se cumplan las normas previstas por la dictadura más vieja de Occidente.
Carece de sentido práctico mantener a los veteranos en la Asamblea Nacional y el carácter simbólico de su permanencia es -si acaso- solo para mayores de 60 años, pues el resto apenas vivió bajo los mandatos de los hermanos Castro y el empobrecimiento alcanza a la mayoría de los cubanos.
La liturgia es parecida a la establecida por Fidel Castro en febrero de 2008, cuando habiendo sido reelecto como diputado, advirtió que "no aspiraré ni aceptaré -repito- no aspiraré ni aceptaré, el cargo de presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe". Pero siguió reflexionando hasta poco antes de su fallecimiento y torpedeó el embullo Obama, entre otras decisiones de Raúl Castro.
Raúl, Guillermo y Machado están fuera de todo cargo político y/o gubernamental; solo Ramiro ostenta la condición de viceprimer ministro. Pero a sus años se resisten a jubilarse políticamente, en detrimento de Díaz-Canel, Manuel Marrero y Roberto Morales Ojeda y demás dirigentes actuales, que no consiguen fraguar un liderazgo popular y soportan continuas andanadas de críticas, apodos y memes.
¿Qué aporta el cuarteto de ancianos a Cuba? Nada. Aunque puedan hacer sentir al presidente y primer ministro menos inseguros temporalmente frente a la crisis sistémica que asola al país y ante la que solo ponen parches porque no se atreven a reformar estructuralmente la política y la economía; la primera sigue en clima de Guerra Fría y la segunda padece una anemia perniciosa que se ha llevado por delante hasta conquistas de la revolución.
El miedo es libre y la prudencia un valor; pero mientras Díaz-Canel y su equipo aparezcan ante los cubanos y el mundo tutelados por Raúl Castro, los cubanos sabrán que el cuartico está peorcito y los dignatarios extranjeros que solo hablan con un teléfono enguayaberado, por mucho que se empeñen los exégetas del pan con na' en vender la rebambaramba totalitaria como crisol democrático y la harina de yuca cual virtud alimentaria.
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