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La Casa Blanca ya no sabe qué hacer para explicar su penúltima maniobra frente a la dictadura más vieja de Occidente; en la que Chris Dodd -un sucedáneo de Ana Belén Montes en el ámbito político- aparece como el principal implicado; aunque Juan González no ha tenido más remedio que salir a la palestra y hacer de trapecista para calmar las aguas.
La Habana todavía no se lo cree, pues cuando más desprestigiada está por la masacre política post 11-J y la huida masiva de cubanos en busca de libertad y prosperidad en Estados Unidos; la Casa Blanca refrenda parcialmente su discurso de que la emigración es culpa del vecino libre, rico y próspero.
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Que Dodd juegue con cartas marcadas a favor de La Habana, no es ninguna novedad; ya lo hizo saboteando las nominaciones de Dennis Hays, como embajador de Estados Unidos en Surinam; tras haber dejado el cargo de jefe de la oficina Cuba en el Departamento de Estado y de Otto Reich como Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental; durante el gobierno de George W. Bush. ¡Sabrá Dios cuántos servicios habrá prestado a los enemigos de su patria!
El Partido Demócrata -al margen que Biden vuelva a presentarse o no- se juega mucho en el envite porque; en poco más de medio año, Estados Unidos entra en campaña electoral presidencial y la dulce derrota del mid term puede acabar en amargo revés y los demócratas de Florida habrán puesto el grito en el cielo con la jugada.
González dijo algo inaudito: no queremos hacer la política de Obama ni de Trump. ¡Acabáramos, hombre! Al menos, una mención al sonoro portazo de Raúl Castro al presidente de Estados Unidos que más hizo por acercarse a Cuba, habría bastado; pero el vértigo de la urgencia política retrata a políticos y desnuda a la comisión de embullo convocada al efecto.
Tragarse el cuento que Orbit, S. A, es una empresa civil y que los pequeños y medianos empresarios privados cubanos son el ejército de restauración capitalista, no se le ocurre ni al que asó la manteca; asi que a estas horas el general de ejército con el pie en el estribo estará riéndose en La Rinconada, con los cálculos de cuanta plata dura y fresca entrará por el Carril Dos.
La mejor muestra de la precipitación estadounidense fue el Parole con patrocinio porque discrimina a cubanos que llevan años aguardando por la reunificación familiar; interrumpida por Donald Trump; pero ahora postergados por la nueva ocurrencia, que hasta exime de cheque médico a los neoemigrantes.
La administración Biden, intentando resolver un problema; ha creado otros mayores y -para colmo de males- aparece premiando a los verdugos de José Daniel Ferrer, Félix y Sahily Navarro, Maykel Osorbo y Luis Manuel Otero Alcántara; junto a otros más de mil presos políticos; y a una dictadura que ni siquiera es capaz de garantizar servicios básicos a la población, como demostró trágicamente la muerte de ocho bebés prematuros en La Habana.
Washington -pese a intensos cabildeos noruegos, españoles y vaticanos- ni siquiera consiguió un par de liberaciones contundentes de cara a facilitar el anuncio del restablecimiento de remesas familiares y el envío de una delegación de alto nivel a La Habana para abordar temas de interés bilateral.
Obviamente, si un asesino de emigrantes -los muertos de Bahía Honda aún duelen- y encarcelador de opositores recibe donaciones y visitas diplomáticas; se envalentona porque ha recibido el mensaje equivocado en el momento más inoportuno, como advirtió el sensato senador Bob Menéndez, antídoto del malintencionado Dodd.
Un repaso a la algarabía de agentes de influencias, gusañeros y componedores de bateas procastristas revela la vieja táctica de mentir a sabiendas; pues coinciden en tres puntos básicos: culpar a Trump del empeoramiento bilateral; exonerar a la tiranía comunista de responsabilidad política y diplomática y ocultar el portazo de Raúl Castro a Obama.
¿Si Trump fue tan malo y Biden es tan bueno; porque La Habana agredió al segundo con una avalancha migratoria descomunal y al primero no osó rozarlo ni con la lanchita de Regla?
Ya montados en la ola marina; los mecaniqueros del absurdo esgrimen el argumento de la urgencia para acelerar el proceso, pero sin el coraje necesario para exigir a Díaz-Canel, desvelado porque no tiene avión seguro para ir a comer asado y beber tinto a Argentina, que democratice y cese la persecución contra cubanos.
La principal urgencia de Cuba es la libertad plena de todos sus hijos y la desaparición de la dictadura comunista sexagenaria; por mucho que se empeñen unos y otros en ocultar la triste realidad; intentando camuflar su pasión plattista con poses de buena voluntad pretendida superioridad moral, que llega hasta el siguiente pan con bisté y cerveza fría, que nunca pagan.
Todos los extranjeros y cubanos que aplauden la iniciativa Biden son cómplices del sufrimiento de los millones de ciudadanos aplastados por la casta verde oliva y enguayaberada y ya no funciona el argumento que con mano suave, se consiguen más avances porque los castristas no son agradecidos, coherentes ni leales; su única obsesión es conservar el poder a cualquier precio.
Pero algunos siguen sin quererse enterar y designan los próximos nueve meses como decisivos para la historia; ignorando la maldad castrista de morder manos que intentaron una política nueva para el viejo caimán: Carter-El Mariel; Clinton-Derribo de las avionetas de Hermanos al rescate; hermano Obama-No necesitamos que el imperio nos regale nada; aunque ahora pareciera que la era está pariendo un corazón.
Demasiados cínicos, demasiados oportunistas, demasiados sinvergüenzas.
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