El tardocastrismo prepara un Cuito Cuanavale contra Estados Unidos, fingiendo una mezcla de desesperación y flexibilidad inédita para que Washington abra la mano a la financiación del sector privado; que ya está militarizado.
Muchos cubanos esclavizados por el comunismo de compadres deben inundar de cartas la Embajada USA en Cuba y denunciar que la dictadura más vieja de Occidente anda escondiendo los tanques al este del río Cuyaguateje; donde mozuelas y mozuelos escogidos, ya ajustan mirillas y pulen cañones antiimperialistas.
El primer acto de la camancola tardocastrista fue el reciente viaje de Bruno Rodríguez a Washington, el segundo fue el reconocimiento explícito del presidente Díaz-Canel de las ayudas norteamericanas, y este jueves apareció Carlos Fernández de Cossío, como bateador designado para adelantar la emboscada.
Carlitos, como bien sabes, en Cuba no hay nada que socavar; solo hace falta que ustedes, los socavadores, pasen a segunda actividad, donde seguro hallarán lobregueces, en esos largos túneles norcoreanos y vietnamitas de la Guerra de todo el pueblo que nunca fue.
La trampa habanera tiene un inconveniente, Biden perdió, en la dulce derrota del Mid Term, las mayorías demócratas en la Cámara de Representantes y el Senado, donde una senadora díscola acaba de inscribirse como independiente; pero la política norteamericana no siempre expresa una aritmética partidista, sino que es fruto de pactos paralelos; y la Inteligencia cubana lo sabe.
Desde que Raúl Castro -asustado por la ofensiva Obama- cambió a Tribilín cantore por Nananina Jabón Candao, guardias viejos y ex cadetes y camilitos prosirios avanzaron sin prisas, pero sin pausa sobre el sector privado y cooperativo, donde la vida es más sabrosa que en las descuajeringadas Salas Lenin-Martí.
La emboscada tardocastrista cuenta con la ventaja de la errónea creencia que el dinero fresco convertirá al viejo caimán en un vegetariano dócil, moviendo tiernamente la cola a pájaros lindos de la madrugá; pero hace muchos años, Raúl Castro cerró esa puerta, llamándola Carril Dos; en jodedora alegoría.
Si Washington, apremiado por quienes abandonaron a la traidora Ana Belén Montes a su desdicha y Bruselas, aguijoneada por Oslo y Madrid, entran de mansa paloma en el nuevo Cuito Cuanavale, serán cómplices de gente astuta, despreciable y tiránica; dispuesta a todo, menos a democratizar y ceder el poder.
Salvo que la Casa Blanca tenga un plan ultrasecreto, nada indica que la administración Biden haya asimilado el oportuno aviso del senador demócrata Bob Menéndez sobre la inconveniencia de mandar mensajes equivocados en momentos inoportunos; cuando la oportunista y despiadada avalancha migratoria confirmó sus peores presagios.
Tras la advertencia de Menéndez, el Departamento de Estado cambió el team Cuba y nombró como Encargado de Negocios en La Habana a un experto migratorio; cuando esa embajada lo que pide a gritos es un embajador sagaz y una estación CIA que ponga a correr a la Contrainteligencia cubana, enferma de faritis aguda.
Si Biden quiere tener un gesto con el tardocastrismo, que contente a las tribus infantiles de la alianza que lo llevó a ganar las elecciones y granjee felicitaciones de Línea y A a la pandilla antiembargo, con sacar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo, sería más que suficiente; y mataría dos pájaros de un tiro, porque Blinken confirmaría a Gustavo Petro que en la Casa Blanca rezan por él y los cubanos -con nacionalidades de países beneficiados por el ESTA- aplaudirían.
La inclusión de Cuba en la lista negra fue un gesto de Donald Trump al entonces presidente colombiano Iván Duque, aguijoneado por Álvaro Uribe y los paramilitares; como parte de la estrategia norteamericana en la región, donde Colombia tiene peso específico por su vecindad con Venezuela y el desafío narco; pero las conversaciones de paz siguieron celebrándose en La Habana hasta hace poco, cuando Petro las mudó a Caracas, para sorpresa de la activa Noruega.
Los radicales de la acera de enfrente -incluidos agentes castristas sembrados en Florida y otras playas migratorias- pondrán el grito en el cielo, pero Cuba es ya inservible como aliada o adversaria, está arruinada y siempre se ha visto obligada al doble juego de acoger fugitivos de la justicia norteamericana, manteniéndolos controlados e informando puntualmente al FBI de sus andanzas y a etarras vascos en similar estatus y, a diferencia de Maduro, ha evitado a milicianos de Hezbolá, como a alma que lleva el diablo.
Fidel Castro, que siempre supo jugar con la cadena, pero nunca con el mono, desactivó, en 1988, a Manuel Barbarroja Piñeiro y cambió la estrategia de lucha armada por ganar en las urnas democráticas; pero Estados Unidos -que tampoco advirtió el peligro radical islámico hasta el 11/9/2001- creyéndolo acabado por el abandono de Moscú, pensó que era cuestión de tiempo; hasta que apareció Chávez para martirizar a Venezuela, convirtiendo a Cuba en su metrópolis, y financiando la nueva revolución continental con los Lula, Mujica, Kirchnner, Correa, y Evo; avasalladores a la cobarde derecha latinoamericana, que sigue sin ver en la lucha contra la pobreza su gran Talón de Aquiles.
El general Espinosa Martín puede dar testimonio del celo con que tropas cubanas protegieron intereses petroleros de empresas norteamericanas en Angola y un documento desclasificado de los archivos secretos cubanos, atestigua la discrepancia del comandante en jefe con un plan de Agosthino Neto para la retirada de tropas cubanas de Cabinda, donde estaba la magua dura, luego multiplicada por Tecnotex y GAESA.
El castrismo primero desplumó a quienes financiaron la insurrección armada, luego a los soviéticos; en 1968 le dio ñámpite gorrión a los ratones colorados y, ya en los noventa, asumió -como males menores- el turismo, el cuentapropismo, abrió las compuertas a la emigración y convirtió en ONGs a su entramado totalitario de acción y propaganda, como son los CDR, la FMC, UNEAC y CENESEX; entre otros.
Seis veces se estrellaron los sudafricanos contra las defensas cubanas en Cuito Cuanavale, donde Fidel Castro y Arnaldo Ochoa, el "más charlatán de los generales cubanos", según su compadre Raúl Castro, revertieron errores estratégicos y tácticos de soviéticos y angoleños, con malicia Caribe y resistencia numantina.
Ochoa murió fusilado por Saturno; Ulises Rosales devorado por la moringa; aunque tiene su elegguá en Gaesa y Polito Cintras Frías, a quien el entonces compañero ministro vendió como el salvador de la terrible encrucijada angoleña, está muerto en vida, tras ser degollado la víspera del último congreso del partido, para que Alvarito López Miera se quedara con el santo y la limosna de Birán, S. A.
A mafiosos empuñando dagas sarracenas se enfrentan Estados Unidos y Europa, allá ellos si insisten en el buenismo simplón y entran de mansa paloma en la emboscada que La Habana ha ido tejiendo pacientemente desde que Moscú no creyó en lágrimas y Obama se fue del Latinoamericano tranquilizando a sus edecanes que nada perdían porque Cuba no le importa a nadie; excepto a quienes sufren a la jinetera casta verde oliva y enguayaberada.
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