Dos activistas lanzaron un líquido negro y oleoso sobre el cuadro Muerte y vida del famoso pintor austriaco Gustav Klimt (1862-1918), en el museo Leopold de Viena este martes, y luego uno de ellos se pegó al marco del lienzo.
Según los activistas, con este acto buscan denunciar la inacción contra la crisis climática. Uno ellos exclamó: “Conocemos el problema desde hace 50 años, debemos actuar de una vez, de lo contrario el planeta se destruirá”.
“Las nuevas perforaciones de petróleo y gas son una sentencia de muerte para la humanidad”, dijeron en la cuenta de Twitter de Letzte Generation Österreich (Última Generación de Austria), desde donde se compartió el video de los hechos. “Detened la destrucción de los combustibles fósiles. Nos dirigimos hacia un infierno climático”, afirmaron.
Los primeros reportes de lo ocurrido aseguran que una capa de vidrio protegía el cuadro y el marco original de Hoffmann, por lo que estos no habrían resultado dañados. Sin embargo, el propio museo precisó que deben evaluar detalladamente el estado de la famosa obra y que eso llevará tiempo.
El director del Leopold Museum, Hans-Peter Wipplinger, declaró en las redes sociales de la institución: “Las preocupaciones de los activistas climáticos como los de la Última Generación son válidas, pero atacar las obras de arte es definitivamente la dirección equivocada para perseguir el objetivo previsto de prevenir el colapso climático”.
Asimismo, subrayó que “el arte crea identidad. Conservar, restaurar, documentar y presentar se encuentran entre las tareas esenciales de las instituciones museísticas. Los museos son lugares de encuentro, de discurso”.
Con anterioridad se había anunciado que la entrada al Leopold sería gratuita este 15 de noviembre, por la celebración del Día de Leopoldi, con el hashtag #OpenforArt.
Uno de los patrocinadores del festejo fue la petrolera OMV, empresa industrial y global de energía y productos químicos más grande de Austria, que intenta convertirse en proveedor líder de combustibles, productos químicos y materiales sostenibles para 2030, y afirma trabajar en soluciones de economía circular y en el compromiso de alcanzar el cero neto para 2050. El cero neto implica recortar las emisiones de gases de efecto invernadero hasta dejarlas lo más cerca posible a emisiones nulas.
Última Generación de Austria se expresó contra esta compañía en redes sociales: “¡No puede haber arte limpio con dinero sucio de por medio!”.
Aunque se extremaron las medidas de seguridad para ingresar al museo, los activistas consiguieron pasar el líquido al interior del inmueble en una bolsa de agua.
Cinco días atrás, en el Museo de Historia Natural de Viena, otros dos activistas del mismo grupo se pegaron con adhesivos a fósiles de dinosaurios con el propósito de criticar los hidrocarburos por ocasionar una gran destrucción climática. Los fósiles no resultaron dañados.
Los activistas de Última Generación de Austria se definen en su página web como “la primera generación en sentir el comienzo del colapso climático, y la última que aún puede detenerlo”.
Las dos exigencias principales del grupo son: no hacer nuevas perforaciones, como medida para proteger el clima, las aguas subterráneas y las personas, y ahorrar en vez de perforar. Según plantean, si la velocidad máxima en las autopistas no supera los 100 km/h, se ahorraría combustible y, por lo tanto, aceite y gas. Además, habría una reducción del ruido, las partículas finas y los accidentes.
Muerte y vida, la obra escogida para la protesta
Se trata de uno de los cuadros principales de Gustav Klimt, que constituye una de sus mayores alegorías sobre el ciclo de la vida humana.
Sus primeros bocetos sobre papel datan de 1908 y se llevaron al óleo en 1910. En su primera presentación en la Exposición Internacional de Arte de Roma de 1911, Klimt recibió la medalla de oro por esta pieza que fue revisada por él en 1915.
Hay un marcado contraste formal y motivacional de una corriente de cuerpos desnudos: “Madre e hijo, una anciana, una amorosa pareja, rodeada de coloridos adornos y flores a la derecha, y la figura solitaria de la muerte, vestida de oscuro, a la izquierda”.
Así representó Klimt las discordancias de la vida y la muerte. No resulta azaroso que los activistas seleccionaran esta obra para realizar su protesta.
Otras recientes protestas ambientalistas en museos
En los últimos meses diversos grupos activistas realizaron protestas por el cambio climático a través del arte en los museos.
Del propio grupo Última Generación fue el acto de arrojar puré de papas a una obra de Claude Monet, de la serie Les meules (Los almiares) en el Museo Barberini de Potsdam, Alemania, el pasado 23 de octubre.
El grupo británico Just Stop Oil lanzó sopa de tomate contra el cuadro Los girasoles de Vincent van Gogh en la National Gallery de Londres, el 14 de octubre.
También, en octubre, ecologistas de este mismo grupo atacaron el famoso cuadro de Johannes Vermeer, La joven de la perla, en el museo Mauritshuis de La Haya, Holanda.
Igualmente, trascendió que dos activistas de la organización ecologista Futuro Vegetal protagonizaron el 5 de noviembre una polémica protesta en el Museo del Prado, de Madrid, tras pegar sus manos a cuadros de Francisco Goya para alertar del calentamiento global.
Existe una gran historia de muestras de agresiones contra grandes obras del arte. Miguel Ángel, Picasso, Dalí, Delacroix, entre otros, integran la gran lista de artistas cuyas piezas han sido objeto de protestas. Las más recientes, como la de Klimt, están vinculadas a las exigencias de grupos ecologistas y ambientalistas.
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