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El periodista cubano Jorge Fernández Era arremetió contra la carta de la UNEAC, firmada por un grupo de intelectuales, negando la represión en Cuba y asumiendo los argumentos del régimen totalitario para estigmatizar y perseguir a la sociedad civil que protesta y reclama libertad y un cambio en el país.
Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Fernández Era reconoció ser parte de esa mayoría de cubanos formados en la Cuba de los últimos 60 años, un período de tiempo caracterizado por el ejercicio del mismo gobierno que ha traicionado sus principios, convirtiendo el proyecto “revolucionario” en una ideología opresora y excluyente al servicio de su interés de perpetuarse en el poder.
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“Lo que heredé como proyecto de justicia social (…) se ha convertido a pasos acelerados en un capitalismo de nuevo tipo -de tipos nuevos que se autodenominan ‘continuadores’- en el que un pequeño grupo se toma atribuciones sobre un país que es -y no debiera ser- de su propiedad, exigiendo a la mayoría sacrificios que no son capaces de afrontar desde un púlpito inexplorable en el que nos es vedado cualquier control y participación”, afirmó.
En el mensaje, dirigido a sus colegas, el escritor y periodista se desmarcó radicalmente del contenido de una carta que ha provocado el rechazo y la indignación de otros artistas e intelectuales cubanos, por su carácter abiertamente progubernamental y su discurso adoctrinado, en el que no faltan ninguna de las tesis esgrimidas por el poder totalitaria para negar la realidad y perseguir a activistas, periodistas independientes y demás actores de la sociedad civil que exigen respeto a su derecho a la libre expresión.
Fernández Era reconoció que no puede identificarse con las autoridades que implementaron el “ordenamiento económico” que descalabró totalmente la empobrecida economía cubana, y que promovieron la creación de más y más tiendas en MLC mientras los trabajadores y pensionistas cubanos veían eliminarse los subsidios y perder el poder adquisitivo de la moneda con la que el Estado paga sus salarios.
En esas tiendas, el periodista solo ve “una forma de apropiarse del dinero de millones de cubanos que han emigrado -emigran- y a los que, a pesar de sostener la magra economía del país, se les priva de derechos políticos y de todo tipo mientras observan cómo a sus familiares en la Isla se les cobra cinco, diez, veinte veces el valor de los productos que financian”.
“El culto a la dignidad plena del hombre es en primer lugar considerar seres humanos a todos y cada uno de los ciudadanos que han nacido sobre este suelo, estén donde estén y defiendan el credo político que defiendan. No puede acuñarse como ‘cubanos buenos’ solo a los que comulgan con un Gobierno que se debe a su pueblo, un Gobierno que no explica por qué mientras hubo recursos y exportábamos hasta el petróleo que subsidiaban los venezolanos, no invirtió un centavo en nuevas termoeléctricas”, señaló.
En ese sentido, se preguntó qué lógica puede haber detrás de las decisiones de destinar “las divisas generadas por los trabajadores” para construir “hoteles cinco estrellas mientras las casas de estos ―se ha hecho ostensible con los tabaqueros de Consolación y San Luis, o los pescadores de La Coloma― rezuman miseria por los cuatro costados”.
Frente al argumento oficialista de que las protestas de la sociedad civil cubana forman parte de una estrategia para desestabilizar al régimen con “discursos de odio, difamación y distorsiones de nuestra realidad”, el periodista indicó que esos “discursos” también “están presentes en los periódicos y en la televisión nacional”. Además, calificó a esos medios oficialistas como una “prensa servil, más preocupada por calzar la respuesta de los de arriba, que por los propios acontecimientos”, e incapaz de publicar “información veraz”.
Las preguntas de la ciudadanía sobre si pudo evacuarse el tabaco que se perdió en Pinar del Río a causa del paso de un huracán que se sabía una semana antes el riesgo que suponía; o sobre las causas y responsabilidades de “la explosión del Saratoga y el desmesurado incendio de la zona industrial de Matanzas”, no encuentran respuesta en los medios oficialistas.
Ante aquellos que suscribieron que “la represión solo existe en los mensajes que incitan a la violencia”, Fernández Era se preguntó por qué hay “tantos jóvenes presos por hacer valer un derecho que hoy se menciona con cinismo por los mismos que lo silencian cual letra muerta”.
Por último, mientras la carta afirma defender “la verdad de Cuba”, el intelectual lo consideró un argumento “discutible, pues la verdad no puede estar solo de parte de los que imponen la suya apuntándonos que la tienen”.
“Yo, este, aquel, también poseemos la nuestra, indisolublemente unida al derecho a expresar -y que se nos oiga- cuál es la Cuba libre que queremos”, sentenció Fernández Era. Su rechazo al contenido de la carta es compartido, entre otros, por el intelectual cubano Juan Antonio García Borrero, el actor Erdwin Fernández Collado o el humorista Ulises Toirac, que así lo han manifestado públicamente.
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